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Tomas Villanueva, expresidente de la Junta de Castilla y León e imputado en la denominada Trama Eólica, falleció la madrugada del pasado 7 de septiembre.

Desde luego llama la atención la cantidad de muertes repentinas de altos cargos polí­ticos imputados por corrupción.

Justo cuando desde DV comentábamos la información de la apertura de diligencias por parte de la fiscalí­a sobre Tomas Villanueva por un posible delito de extorsión, caso en el que se encontrarí­a también vinculado el presidente de la Cámara de Comercio de Burgos, Antonio Miguel Méndez Pozo, se produjo la muerte repentina por desvanecimiento del exvicepresidente de la Junta de Castilla y León quien el próximo 18 de octubre estaba también llamado a declarar como imputado en la denominada Trama Eólica, entre otros casos de corrupción.

En la antigua Roma, el suicidio era una alternativa que se ofrecí­a la posibilidad al acusado de un determinado delito de no enfrentarse a una situación peor. De esta manera se le ahorraba la vergí¼enza de ser sometido a juicio público o el daño a familiares y amigos. Célebre es el suicidio del filósofo Séneca a requerimiento del emperador Nerón, quien a su vez también fue obligado s suicidarse. Toda comparación es odiosa, mucho más cuando hablamos de historia, pero ante tanta muerte repentina de personajes públicos imputados por corrupción, hay ya quien se ha aventurado a levantar la hipótesis de un posible regreso a las más vetustas tradiciones romanas en nuestra geografí­a más cercana.

Tomas Villanueva, quien llegó a serlo todo en la polí­tica de nuestra comunidad, se ha ido sin declarar nada. No es la primera vez que pasa si hablamos de imputados por corrupción. Para aquellos que puedan pensar otra cosa, en absoluto me alegro de su muerte, más bien todo lo contrario.

Modesto Agustí­

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