Publicado por DV & archivado en General, Internacional, Opinión.

Con la llegada del verano existe un número de afortunados que se dispondrán a realizar un viaje a un destino exótico.

La mayorí­a de esas personas sólo buscan la emoción de conocer un mundo distinto con paisajes fabulosos, pero hay una minorí­a que busca algo más.

Un gran número de turistas aprovecharán su situación económica privilegiada para colonizar otros territorios. El patrón tí­pico suele ser…hombre con posición económica buena (también hay mujeres, por supuesto) y poca moral. Los nuevos colonizadores no viajan con armas en sus maletas, viajan con pastillas azules en sus botiquines.  A este tipo de turismo se le denomina turismo sexual,  habiéndose convertido en una de las “cinco industrias” más lucrativas en el marco de la ilegalidad.

Son muchos los paí­ses elegidos como destinos por los colonizadores. Buscan destinos pobres en los que la compra de sexo con su dinero les resulte sencilla. Aprovechan la situación desfavorecida de una sociedad para demostrar que tienen el poder: Tienen el poder para comprar su “amor”. Es una escena tí­pica ver a una persona de  65 con un joven de 20; uno de los problemas es que eso es lo que vemos abiertamente pero, ¿qué hay de lo que no vemos? Los pederastas usan también este tipo de escapadas para poder mantener relaciones sexuales con menores; cabe destacar que muchos paí­ses tratan de regular contra la prostitución infantil, pero la corrupción de los mismos hace que sea prácticamente imposible acabar con ella.

Sólo hace falta preguntar a cualquier buscador de internet por “turismo sexual” para poder comprobar el top ten de los paí­ses más afectados y ver que el 80% de ellos son paí­ses con una alta tasa de pobreza (cabe destacar que el paí­s en el que vivimos está también en esa lista caracterizándose por la prostitución de mujeres extranjeras tratadas como esclavas).

Un gran problema es la normalización de este hecho; se ha llegado asimilar que si viajas, por ejemplo, a Tailandia  además de disfrutar de sus playas puedas disfrutar de la “compañí­a” de una joven por unas pocas monedas.

La persona que practica este tipo de turismo se suele escudar en excusas tales como que en esos paí­ses el sexo se ve de manera diferente, que esas mujeres lo hace porque quieren,… Pero estas excusas como tantas otras son falsas. Si tratamos de buscar un denominador común a todos esos destinos para encontrar su visión diferente sobre la sexualidad, como podrí­a ser la religión, la cultura…,  no lo encontramos, quedando patente que el único denominador  común que tienen es la pobreza.  Si nos centramos en demostrar que las personas ejercen la prostitución libremente, habrá las que si lo hagan, pero una gran mayorí­a lo hacen porque quieren: porque quieren comer, quieren poder ir al médico, quieren alimentar y educar a sus hijos,… y además estarán las que lo hacen sin querer.

No dejes que te engañen: El turismo sexual no es más que la opresión a personas por personas con una situación económica mejor.

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