Publicado por DV & archivado en Asamblea Vecinal de Gamonal, Bulevar, Burgos, Gamonal, Tiparracos.

La lápida que los vecinos de la Asamblea de Gamonal dedicaron a Antonio Miguel Méndez Pozo y Javier Lacalle y que tras el simbólico funeral de la codicia, la ambición y la soberbia quedó fijada en la calle Vitoria, justo en uno de los puntos neurálgicos de las protestas contra el bulevar, ha desparecido misteriosamente.

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No hace falta ser un lumbreras ni contratar los servicios de un detective privado para sospechar que el hurto ha sido perpetrado por aquellos a los que el contenido de la lápida dejaba en evidencia. Piensa mal y acertarás dice el refrán castellano, sin embargo es muy probable que los que ordenaron su sutracción no tengan el valor de pasearse por el barrio.

Con nocturnidad y alevosí­a, como acostumbra a actuar en ocasiones el Ayuntamiento de Burgos, la lápida que los vecinos de Gamonal dejaron ubicada de manera simbólica en la calle Vitoria justo después de las jornadas más intensas de lucha contra la imposición del bulevar, ha desparecido sin dejar rastro. Aprovechando la noche del pasado domingo al lunes el monumento a la codicia, la ambición y la soberbia que la Asamblea de Gamonal dedicó a Antonio Miguel Méndez Pozo y a su lacayo Javier Lacalle, fue hurtada sin que hasta el momento se haya podido localizar su paradero.

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Una actuación que pone de manifiesto que la tiraní­a impuesta en Burgos por los caciques y sus marionetas polí­ticas no está dispuesta a consentir ningún gesto, por simbólico que sea,  que ponga en evidencia sus miserias y componendas.

Después de que se haya cumplido medio año del estallido del conflicto de Gamonal que demostró que la unión de un barrio puede hacer frente a las imposiciones de los más poderosos, y en plena campaña mediática en pos de la rehabilitación de la imagen de Antonio Miguel Méndez Pozo, el matonismo y la ley del silencio vuelven a querer pasearse por las calles de Gamonal.

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La Asamblea de Gamonal ha comenzado ya a realizar las gestiones necesarias que permitan reponer la lápida en el lugar donde originalmente fue ubicada, un pequeño monumento hecho por los vecinos del barrio cuyo robo no logra su cometido de ocultar la naturaleza mezquina de aquellos a los que fue dedicada y que su sustracción pone de nuevo en evidencia.

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