José Solís es uno de los presos que fue salvajemente torturado tras el motín de Quatre Camins en abril de 2004. Tras aquellos hechos se inicio un largo proceso judicial cuyas vistas orales se extendieron durante buena parte del mes de junio y por el que finalmente han sido condenados cinco funcionarios de prisiones y el subinspector médico de la prisión barcelonesa. A través de esta entrada recogemos una reciente entrevista realizada a José Solís por el periódico CNT y sus propias declaraciones durante el transcurso de una de las sesiones de este largo proceso.
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Pregunta.– Para situarnos, ¿nos podrías explicar lo que sucedió en 2004 en la cárcel de Quatre Camins?
Respuesta.– En aquella cárcel se da una acumulación sistemática de torturas. La noche del 30 de abril la situación estalló por la agresión de dos carceleros a un preso que además se llevaron a aislamiento. Se hizo un piquete, que se disolvió, pero entre el tumulto el subdirector Manuel Tellón quedó herido y otro carcelero retenido. Se formó entonces el motín y yo actúe como portavoz de los presos y por ello fui torturado esa misma noche junto a otros compañeros. Tras nueve años hemos conseguido llevar a juicio a 8 de los torturadores, aunque de los 28 denunciantes muchos se han quedado por el camino, algunos asesinados en las cárceles y otros retiraron la denuncia por las presiones y torturas.
P.– ¿Para qué ha servido este juicio?
R.– Para que se haga más visible el tema de los abusos que sufren las personas que están en la prisión, que llegue a la calle y que los colectivos antidepresivos tomen conciencia de ello. En la cárcel es muy evidente que el asalariado, un simple padre o madre de familia, es quien está torturando en nombre del Estado. Más allá de esto… yo como libertario no creo en la justicia del Estado y no espero una sentencia justa. Aún si salieran condenados luego pueden ser indultados o clasificados en regímenes abiertos.
P.– ¿En que estáis trabajando para evitar que las torturas sigan sucediendo?
R.– Estamos trabajando para conseguir que no sea un órgano dependiente del Estado el que pueda intervenir y evaluar lo que sucede en las prisiones o en los CIES. En Catalunya se está organizando la primera Asociación para aplicar el Protocolo de Estambul que España por ahora no acata, pues no permite que instituciones no dependientes del Estado puedan evaluar la situación en la que viven las personas reclusas. Estamos empezando a reunir abogados y médicos propios, afines, que puedan asumir esas funciones para evitar que se sigan vulnerando los derechos humanos en ese tipo de centros. Aún falta y por ahora no tenemos permiso para entrar. Hoy por hoy cuesta mucho denunciar las torturas. En Catalunya está el Síndic de Greuges que tiene la función de atender las quejas de las personas que se encuentran desprotegidas ante la actuación, o falta de actuación, de las administraciones. Desde 2004 el Síndic lo ocupa Rafael Ribó pero él no es más que un muñeco. Detrás de esta institución siempre han estado carceleros tecnócratas como Ignaci García Clavel que había sido director general de Servicios Penitenciarios con CIU. Esta gente nadie la elige para ocupar estos cargos, no se vota, pasan de una administración a otra y son personas que controlan muy bien el tema del dominio y el castigo.
P.– ¿Qué opinas del hecho de que UGT-Presons haya asumido la representación legal de los carceleros durante el juicio?
R.– Si leéis alguno de los comunicados de UGT-Presons ya os haréis a la idea de cómo tratan a los presos, insultándonos y descalificándonos constantemente. Ahora asumen la defensa legal de los represores y esto está pagado por los ciudadanos. Este sindicato junto con CCOO y CATAC (Intersindical Alternativa de Catalunya) son los que siempre han estado gobernando las cárceles. CATAC no hace mucho que ha hecho una petición para que se abra una nueva prisión aquí en Catalunya lo que equivale a decir que quieren más represión y ya tienen sus carceleros preparados para hacerlo. Además no hay que olvidar que este sindicato, escondido en el Alternatiu, se fundó con gente que provenía del sindicato vertical franquista.
P.– ¿Con que apoyos contáis las personas reclusas?
R.– Está la Coordinadora para la prevención de la Tortura, el Observatori del Sistema penal i els Drets Humans y sobre todo los apoyos de familiares y amigos. También es muy importante la campaña Cárcel = Tortura que comenzó a principios del octubre pasado, y lo más importante es que salió desde dentro de las cárceles, una iniciativa de los propios presos del Estado español junto con algunos colectivos anticarcelarios. Con ella pretendemos decir que la prisión por si misma es una tortura y nosotros que la hemos vivido no nos creemos que un sistema de castigo pueda hacer que la sociedad sea mejor. Hemos realizado unas 15 asambleas y tratamos distintos temas como las continuas órdenes de dispersión de los presos. El objetivo principal es evidenciar las torturas y maltratos que se cometen cada día en los centros penitenciarios, dando apoyo para que denuncias como las que he presentado yo progresen y hacer presión y difusión para frenar los abusos de poder. Y sobre todo como te decía al principio que esto se sepa en la calle y con el apoyo de la gente poner fin a estas prácticas. Como siempre nos estamos encontrando con grandes presiones por parte de carceleros, jueces y funcionarios usando el miedo para que la campaña no prospere.
P.– Para terminar, ¿me podrías comentar algún caso en concreto del que os estéis ocupando?
R.– Está el de Joaquín Manrique que se encuentra con un cáncer terminal en la cárcel de Brians 2 y estamos esperando a que la jueza dicte una nueva resolución porque la fiscalía impidió su salida de la cárcel, pese a que la legislación penitenciaria obligaba a concederle la libertad debido a la grave enfermedad. Manrique está convencido que está pagando las consecuencias por denunciar malos tratos, pues ha participado mucho en la campaña Cárcel = Tortura denunciando los abusos cometidos principalmente en la prisión de Lladoners.
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