Texto de la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones.
Estos días atrás hemos podido contemplar, claro está que como espectadores, lo que ha sucedido en el Congreso de los Diputados. Edificio que tiene una clara forma semicircular como un buen anfiteatro romano en cuyo foro, en este caso Tribuna de Oradores, se escenifica la representación.
Todo en el edificio conduce a la interpretación, unas veces cómicas, otras dramáticas, las más de las veces, patéticas.
Como buen foro habría de tratarse allá los asuntos públicos con manifiesta intención de mejorar la vida de los ciudadanos. Pero, hete aquí, que por azares del destino o para mejor visibilidad de diputados y diputadas aquello más parece teatro que otra cosa.
Y en la discusión de los Presupuestos Generales del Estado –una de las ocasiones de reunión más importante en ese Congreso- la asentada, por asiento y por matemáticas, mayoría de señorías con que se nutre este evento en ocasiones, se transformó en un erial de parlamentarios, salpicados aquí y allá por el aforo, como hierbas rodantes de desierto de Tabernas.
No ha sido siempre así, admitámoslo, pero en un momento para nosotros especialmente importante como es la discusión sobre la situación del Sistema Público de Pensiones el graderío, otrora bullicioso y dicharachero con según quien intervenga, se ha transformado en una misa laica dónde el silencio era el invitado especial de la función. Claro está, porque los escasísimos asistentes en esos momentos estaban ocupados con manifiesta atención con sus tablets, teléfonos móviles, o incluso meditando, que de todo hubo. Los tribunos fueron ignorados o, lo más, aplaudidos, corto y flojo, por algunos de sus despistados correligionarios de partido.
Lo que decimos es que algo tan importantes para más allá de NUEVE MILLONES de españolas y españoles, sin contar las personas que dependen de estas para sobrevivir, lo que nos llevaría a duplicar la cifra e incluso más, eran tratados como un mero trámite que ni merecía atención ni asistencia.
Pero todo tiene su explicación. Ante una representación en la que los actores pueden lucirse creemos que nadie hubiese fallado. Pero, como todos los conocedores del teatro y de la vida, sabemos es entre bambalinas dónde los actores ensayan, matizan e incluso, vocalizan, la representación.
Y no más que esto lo que pasó. El Partido Popular –actor principal- tenía muy bien aprendido su papel de protagonista y miraba por encima del hombro a la concurrencia. Un actor consagrado como este sabe de su dominio de la escena. Incluso se permitió hacer algún guiño cómplice a la televisada audiencia para caer más simpático en su huraño papel: unas gracietas en forma de aplazamiento del factor de sostenibilidad, un IPC que te doy, pero ya veremos, y algún otro. Sin embargo, su papel de villano de la función lo tenemos claro. Por mucho oficio que le ponga a su teatro nos sabemos todos los trucos y engaños que ese oficio conlleva y somos unos expertos en ver más allá de lo representado.
Ciudadanos, con una vital gallardía, como joven que ha de hacer méritos para llegar a la cima del Olimpo de la escena, quiere y no puede. Se le notan las ganas de brillar, de ocupar toda la escena y para eso no duda en reír las villanías del Partido Popular y apoyarlos en su papel, lo que no ha de pasar desapercibido ni incluso para los extraños al entresijo teatral.
El PNV, actor cicatero y mirador de sus intereses, no duda en tratar de hacer sombra a ambos. Como actor de provincias realmente le es difícil quitarle protagonismo a los antes señalados, pero como perro viejo del escenario tiene la paciencia -vista en años de escena-, el sigilo, y la agudeza de aprovechar aquellos momentos que la representación le otorga para aparecer como salvador de la chica violada o el padre mancillado en su honor. Póngase derechos de la ciudadanía como sustitutos a este caso y veremos cómo hábilmente juega este actor consumado para aparecer como salvador de patrias propias y ajenas y de problemas imposibles de resolver: los derechos quitados a los pensionistas. Aunque para eso caiga en algún tropiezo en la escena, del que todos menos él, nos percatamos.
Todo esto ha transcurrido en esa representación, como dijimos al principio, donde NADIE ES REPRESENTANTE NI NADIE ES REPRESENTADO, puesto que todo es un artificio ajeno, temporal y necesario para parecer que se hace algo en lo que nada se hace. Y más aún, en los que para algunas figuras NADA SE TIENE LA INTENCIí“N DE HACER.
Pero….ahhhhh…..las musas estuvieron ausentes del Congreso de los Diputados. Solo ese fugaz paseo en algún caso. Por eso sin el soplo alentador del arte, todo quedó en artificio, en engaño, en mentira. Y los que allá no estuvimos lo vimos pronto. Una escenificación de un burdo engaño con promesas vacías y que no sirven para solucionar el problema del Sistema Público de Pensiones ni, por supuesto, la de millones de pensionistas. Promesas huecas, huecas que conformen las desgranaban en el escenario caían sobre la ciudadanía como agua de lluvia que nos moja y se va a chorros por los suelos. Un remojón, un momento….y luego seguimos secos. LITERALMENTE, SEGUIMOS SECOS.
Como NI NOS HAN REPRESENTADO NI NOS REPRESENTAN vamos a seguir luchando fuera de los escenarios. En el verdadero escenario de la realidad, que es la calle, para defender nuestros derechos, para rescatar de estos malos actores nuestro protagonismo en la vida y en la sociedad y para ocupar EN LA ESCENA EL LUGAR QUE NOS CORRESPONDE.
Somos la ciudadanía de este país y somos más. Tenemos suficiente sabiduría para saber todos vuestros trucos y NO VAMOS A ELEGIROS NUEVAMENTE PARA SUBIR AL ESCENARIO.
Serán otros y otras los que ocupen vuestro lugar. Pasaréis, pero nosotros y nosotras NO, PORQUE NUESTRA LUCHA ES CONTINUA Y JUSTA.
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