Santiago Sierra rechaza el premio nacional de Artes plásticas.
Al igual que los terremotos de San Francisco casos de estos sólo suceden cada 140 años. En un tiempo en el que la cultura -más aún la cultura popular- funciona a golpe de subvención, que no de talento. Donde el compromiso artístico se limita a tomar partido públicamente por un candidato político ajeno a toda ruptura con las injusticias de lo establecido.
Cuando el arte es impulsado por el respaldo de premios y concursos, en lugar del reconocimiento del pueblo, choca -por necesarios- escuchar casos similares. El pasado mes le fue concedido Santiago Sierra el premio nacional de Artes plásticas. Al día siguiente rechazó el galardón y los 30.000 euros que su aceptación suponían. Obviando el Novel de 1964 tenemos que remontarnos a los tiempos de Napoleón III para recordar algo parecido. Couvert -uno de los máximos exponentes del realismo e íntimo amigo de Proudhon- rechazó el 23 de junio de 1870 la máxima distinción civil y militar de Francia: la Legión de Honor. Las similitudes, salvando diferencias artísticas, muestran la verdadera sensibilidad del artista -no sólo en el lienzo o la xxxx sino en la dimensión social-.
Bastará con reproducir los argumentos de Sierra y Couvert, respectivamente, para tomar conciencia -y nota- de lo que Estado y Capital usan del artista. De lo reducido que queda la creación una vez es toqueteada, sobada, manoseada por el dinero de quien necesita rodearse del arte hasta ocultar su verdadero rostro, su falta de sensibilidad, su voraz ramplonería:
“Agradezco mucho a los profesionales del arte que me recordasen y evaluasen en el modo en que lo han hecho. No obstante, y según mi opinión, los premios se conceden a quien ha realizado un servicio, como por ejemplo a un empleado del mes.
Es mi deseo manifestar en este momento que el arte me ha otorgado una libertad a la que no estoy dispuesto a renunciar. Consecuentemente, mi sentido común me obliga a rechazar este premio. Este premio instrumentaliza en beneficio del estado el prestigio del premiado. Un estado que pide a gritos legitimación ante un desacato sobre el mandato de trabajar por el bien común sin importar qué partido ocupe el puesto. Un estado que participa en guerras dementes alineado con un imperio criminal. Un estado que dona alegremente el dinero común a la banca. Un estado empeñado en el desmontaje del estado de bienestar en beneficio de una minoría internacional y local.
El estado no somos todos. El estado son ustedes y sus amigos. Por lo tanto, no me cuenten entre ellos, pues yo soy un artista serio. No señores, No, Global Tour.”
Santiago Sierra
“Esta Legión de Honor que se me ha otorgado en mi ausencia, mis principios la rechazan. Mis opiniones de ciudadano se oponen a que acepte una distinción que depende esencialmente del orden monárquico. El honor no reside en los títulos ni en las condecoraciones, sino en los actos y en sus móviles. El Estado es incompetente en materia de arte. Cuando pretende recompensar usurpa la emoción del público, su intención es siempre desmoralizante, funesta para el artista que engaña sobre su propio valor, funesta para el arte que encierra en un convencionalismo oficial y que condena la más mediocre esterilidad. Para el Estado, lo sabio sería abstenerse. El día en que nos deje libres habrá cumplido sus deberes con nosotros.
Tengo cincuenta años y siempre he vivido como un hombre libre, déjenme terminar mi existencia libre. Cuando me haya muerto desearía que se diga de mi: éste jamás perteneció a ninguna escuela, a ninguna iglesia, a ninguna institución, a ninguna academia y, sobre todo, a ningún régimen que no fuera el de la libertad”.
Gustave Couvert
Después de leer estas exposiciones vienen a mi memoria la cantidad de concursos existentes, de medallas, diplomas, reconocimientos, nombramientos y de quienes andan detrás de ellos. De los que confunden arte con autoridad y otorgan un premio desde su poder o su dinero como quien nombra un cargo; de los que lo reciben buscando el reconocimiento de la autoridad -cultural o no- y no del público que eso ya vendrá luego. Aquí, seguramente, ya tendremos buenas tragantadas de todo esto, ya, según se nos acerque el cultísimo 2016.
Rubén de la Peña
Anónimo
Esta noticia no saldrá en los mass media. Esto no interesa, que cuestionen a este sistema podrido.
Anónimo
Ojala el mensaje de Sierra, de Couvert o el de Rubén, que al fin y al cavo son el mismo, llegue a mucha gente pues mucho me temo que la gente no acaba de entender lo que estos gestos simbolizan.
Anónimo
Joder, sí que sois pesimistas: a mí ya me ha llegado.
¡Salud y libertad!