El Puente de San Pablo es sin duda junto con la catedral o el paso del Espolón uno de los enclaves más característicos de la ciudad de Burgos. Muy pocos de los que a diario por él se aventuran para cruzar de una parte a otra el Arlanzón sospecharían jamás que las esculturas cidianas que a ambos lados lo jalonan fueron realizadas por un anarquista de nombre Amador Lucarini. Un hombre que llegó a estar condenado a muerte por el régimen franquista y cuya singular biografía transcurrió entre la creación artística y la persecución política.
¿Cuántas veces he podido pasar a lo largo de mi vida por el Puente de San Pablo sin hacerle demasiado caso a sus esculturas? Este pensamiento cruzó mi mente cuando descubrí en el cajón de los papeles viejos un olvidado recorte de periódico sepultado por otras tantas hojas y recortes que yo mismo he ido depositando allí desde hace más de una década. El atrayente titular Amador Lucarini, el artista del penal burgalés hizo que se disipará la habitual desidia que me producen casi todas las cuestiones relacionadas con la “leyenda cidiana” o la historia monumental de nuestra ciudad. Y, en este caso, no es para menos. El artículo periodístico atribuía al artista de curioso apellido italiano la realización de las esculturas del Puente de San Pablo además de continuada persecución por el régimen franquista nada más y nada menos que a causa de sus ideas anarquistas. ¿Alguien da más?
No salía de mi estupor al pensar que durante años aquellas estatuas habían estado frente a mis narices sin que ni siquiera me hubiese molestado en levantar la cabeza. Al principio intenté consolarme con la idea de que aquella historia del anarquista con apellido italiano que hizo las esculturas del Puente San Pablo a fuerza de inverosímil debía de ser necesariamente una invención de algún periodista local con imaginación calenturienta.
Pero los interrogantes no tardaron en hacer regresar la zozobra, ¿quién era ese tal Amador Lucarini? ¿Cuándo y por qué había estado encarcelado en Burgos? ¿Cómo era posible que un anarquista hubiese realizado unas de las estatuas más características de la ciudad? ¿Qué había hecho que guardara ese recorte hace más de diez años y me olvidara por completo de su existencia? ¿Era mi habitual síndrome de Diógenes relativo a lo bibliográfico tan acentuado como solía gritar mi vieja?
Busqué consejo en mi compadre cenetero, al que suelen apasionarle las mismas cuestiones historiográficas que a mí, quien tras calmar mi turbación no tardó en ponerme tras la pista de la increíble historia de Amador Lucarini. Juntos comenzamos a atar los cabos de la trayectoria del escultor anarquista que llegó a estar condenado a muerte y que en su periplo carcelario de más de diez años recabó en la Prisión Central de Burgos. Un libertario que vivió entre 1907 y 1971 de origen vasco cuyo apellido italiano le viene de su padre, Angelo Lucarini Pulito, escultor natural de Pietrasanta (Italia) que tras colaborar en las obras de la Catedral Nueva de Vitoria decidió afincarse en Bilbao.
Amador, junto con sus hermanos Joaquín y Liberto, trabajará como escultor en los talleres de su padre estudiando posteriormente en la Escuela de Artes y Oficios de Achuri. Desde joven formará parte del sindicato anarcosindicalista C.N.T y tras el golpe de Estado de julio de 1936 se encargará de la organización de las milicias obteniendo más tarde el grado de capitán del Ejército Popular de Euskadi tras la militarización de las mismas. Más tarde Lucarini se convertirá en delegado de comunicaciones de la región de Bizkaia.
En 1937 al frente de su batallón se rinde a los italianos quien sin respetar el denominado Pacto de Santoña lo entregan a las tropas de Franco. Amador Lucarini es acusado de auxilio a la rebelión y condenado a muerte el 7 de septiembre de 1937 tras un proceso sumarísimo. Más tarde la condena a muerte le será conmutada por la de 30 años de prisión que será posteriormente sustituida por la de seis años y un día.
A partir de ese momento Amador Lucarini inicia un periplo carcelario que le lleva a recorrer los penales de El Dueso, Burgos, Larrinaga y Talavera. En el penal de la capital castellana colabora en la edición de la revista clandestina Espetxean y no cesa su actividad artística. Junto con otros presos Amador logrará que el director del penal burgalés permita la existencia de un taller en el que poder dar rienda suelta a sus inquietudes artísticas con relativa libertad. Algunas de las esculturas realizadas en aquel periodo eran huecas y estaban destinadas a introducir en la prisión cartas de los familiares de los presos condenados a muerte.
En 1943 recupera la libertad y se sumerge de lleno en la militancia antifranquista en el seno de C.N.T. formando parte de uno de los primeros comités regionales clandestinos de la C.N.T. de Esukadi. Durante varios años Lucarini entra y sale de la prisión debido a la represión franquista, hay quien incluso le acusa de ser el promotor de una fuga de la prisión de Bilbao lo que le acarrea una nueva condena. Tras su excarcelación, en 1947 se integrará en el nuevo comité regional en el que él mismo será uno de los firmantes del llamamiento a la huelga general de mayo de 1947 en la que será arrestado y posteriormente torturado. Pero su periplo carcelario no se detiene y es trasladado a Talavera de la Reina acusado de ser inductor de una huelga de hambre entre los presos, la primera huelga de estas características que tendrá lugar durante el franquismo.
En 1949 Lucarini es finalmente liberado y se reincorporará a los trabajos del taller familiar de escultura. Para poder sobrevivir abrirá poco después un marmolería dedicándose a la escultura funeraria. El régimen franquista hará recaer sobre él la prohibición específica de exponer sus creaciones que le será mantenida de por vida. Solamente casi treinta años después de su muerte una parte de su obra será presentada en la exposición Pasión por la escultura y ansias de libertad (1999) donde se recogen algunos de los dibujos y esculturas realizados durante su estancia en el penal de Burgos.
Durante los años 50 Amador vivirá bajo la sombra artística de su hermano Joaquín Lucarini, que goza de cierto éxito artístico, y con quien realiza diversos trabajos escultóricos sin firmar. En este contexto se convocará en 1953 el concurso nacional de escultura en el que Joaquín Lucarini es designado por el jurado para la realización de las esculturas del ciclo cidiano que deberán ser colocadas en el Puente San Pablo de Burgos. Entre 1953 y 1955 ambos hermanos trabajan en la realización de las esculturas que servirán de marco a la estatua en bronce del Cid, inaugurada por el propio Francisco Franco en 1955. Quien iba a decirle al egregio general que las estatuas del aquel ciclo cidiano habían sido esculpidas por un recalcitrante anarquista cuyo talento el régimen se afanaba en oscurecer.
La historia de Amador Lucarini es la historia de todos aquellos artistas y luchadores por la libertad que prefirieron la persecución y el silencio a una vida relajada en el seno del régimen. Cada vez que a través del puente San Pablo se cruza de un lado a otro el Arlanzón conviene no perder de vista las estatuas cidianas, figuras robustas que no sólo hablan de héroes del medievo, sino de epopeyas reales como la de Amador Lucarini
Modesto Agustí
REFERENCIAS BIBLIOGRíFICAS
-IÑIGUEZ, M. (2008), Enciclopedia histórica del anarquismo español. Asociación Isaac Puente, Vitoria.
-Los de la Sierra (1936-1975) Dictionaire des guerrilleros et resintants antifranquistes: http://losdelasierra.info/spip.php?article4436
-Amador Lucarini “El artista del penal burgalés”. Diario de Burgos, 06/06/1999
Anónimo
Genial artículo, De principio a fin… Así se hacen artículos. ¡Si señor!
tripi
Muy interesante ahora las mirare con otros ojos
Cerradico
¿cuantas historias similares habrá ocultado la represión fascista?
Marco
Realmente muy interesante y un gran descubrimiento para mí la verdad, quién lo iba a decir… buenísima entrada, seguid así, animo!
Anónimo
Pues seguramente el régimen oculto y jugo un mal papel a los represaliados, y muy probablemente como podria ser este caso, los verdaderos genios no pudieron ocultarse por completo.
Luciano
Muy buen informe, conozco algunas obras de Joaquin y de su hijo Leonardo , pero de Amador no sabia ni que existía , buen dato y espero pasar por Burgos para verlas .
xabier
tengo una de las esculturas realizadas en prision,,una maternidad,en escayola,una marabilla de un gran tipo
Leonardo Lucarini Gobantes
En primer lugar no sé de donde se ha sacado que Amador trabajó con Joaquin en labrar las esculturas del Puente San Pablo. No lo hizo ni en estas ni en ninguna otra ocasión. Lamento todas estas equivocaciones que espero que sepan rectificar convenientemente. Las ocho esculturas del puente San Pablo fueron diseñadas, modeladas y esculpidas por JOAQUIN LUCARINI MACAZAGA. Indudablemente en el estudio de Joaquim ayudaron algunos obreros en el trabajo de rebajado de los bloques de piedra desbastado etc pero en ningún caso fueron los hermanos, aunque si colaboro su padre íngel esporádicamente.
DV
Estimado Leonardo:
En relación al comentario publicado sobre Amador Lucarini, según la documentación consultada existen datos para afirmar que, si bien la autoría de las esculturas cidianas del puente de San Pablo en Burgos son obra de Joaquín, Amador, su hermano, le ayudó a realizarlas.
Si usted posee otra documentación que lo desmiente le ruego que nos la haga llegar y así poder contrastarla
Un cordial saludo
Aniceto
Estimados serores de DV
Tal vez el hijo de Joaquín, Leonardo Lucarini Gobantes, y que además vivió con su madre Concepción Gobantes (viuda de Joaquín) hasta su fallecimiento en 2020 con 99 años, tiene algo que aportar. Pero vuestra documentación, que no mostráis, es mucho fidedigna, donde va a parar…
Saludos