La tradición, lejos de ser como una de esas figurillas de porcelana pasadas de moda: inmóvil, indolente, apática; tiene, como atributo propio, el ser capaz de entender el momento en el que se desenvuelve.
Porque más que un soliloquio perdido en la noche de los tiempos, es un diálogo entre generaciones, una llave que se entregan unas a otras con la que comprender formas de vida en común que no se pueden explicar de otra manera.
Así, en Gamonal, en lo mucho que aun queda en él de barrio, de lugar de encuentro, de comunidad de vecinos, cantar las marzas es recordar sus luchas y encontrarse con sus anhelos; prender el fuego de la última noche de febrero es no dejar que el frío -la gélida geometría social de las condiciones de vida impuestas- cristalice una memoria que circula por sus vasos comunicantes, por la canalización oculta de esa otra-vida-posible.
El martes 28 de febrero, a las 21:30 horas, frente a la Real y Antigua, CANTAR LAS MARZAS: HACER BARRIO, HACER MEMORIA. Y, después, para entonar el cuerpo, unas sopas de ajo en el Centro Social Recuperado…
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