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Ayer jueves (24-11-2016), nos enteramos de la triste noticia de la muerte de Fernando Macarro, más conocido como Marcos Ana. Tras 96 años, nos deja un antifascista que no dejó nunca de luchar por la libertad y por la defensa de las personas más oprimidas.

marcosana

Preso desde los 16 años, estuvo encarcelado por el régimen franquista 23 años; lejos de conseguir acabar con él y sus ideas, siguió con su labor revolucionaria y empezó a escribir poemas que traspasaron los muros de las prisiones y volaron por todo el mundo, contribuyendo a desarrollar una campaña de solidaridad a favor de lxs presxs polí­ticxs.

Nos deja un referente incansable en la lucha por la transformación de la sociedad;  un ejemplo de amor a la libertad, de dignidad y de solidaridad, el cual pensaba que “vivir para los demás era la mejor manera de vivir para uno mismo“.

Recordamos alguno de sus versos por los que se palpa su sentir y su identidad combativa1.

El mejor homenaje es continuar luchando por un mundo que merezca la alegrí­a de ser vivido.

 

Yo denuncio
Yo no pido clemencia. Yo no pido
con un hilo de voz descolorida
perdón para la vida que me deben.
Odio la voz delgada que se postra
y el corazón que llora de rodillas
y esas frentes vertidas en el polvo,
hecha añicos la luz del pensamiento.
Yo no pido clemencia. Yo no junto
las manos temblorosas en un ruego.
Arden voces de orgullo en mi palabra
cuando exigen -sin llanto- que las puertas
de la venganza oscura se derriben
y a los hombres descuelguen de sus cruces.
Yo no pido clemencia. Yo denuncio
al dictador cadáver que gobierna
la vida de los hombres con un hacha
y ahora quiere dejar para escarmiento
mi cabeza cortada en una pica.
Yo no pido clemencia.
Doy banderas.
Paso de mano el golpeado
corazón de mi pueblo prisionero.

Decidme cómo es un árbol
Decidme cómo es un árbol,
contadme el canto de un rí­o
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte sin cerradura
y sin llave como la choza de un pobre,
decidme cómo es el beso de una mujer,
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman de enamorados
tiemblos de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa?
22 años, ya olvidé
la dimensión de las cosas,
su olor, su aroma,
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque, digo bosque
y he perdido la geometrí­a del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los años me olvidaron.
No puedo seguir:
escucho los pasos del funcionario.

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