Publicado por DV & archivado en Relato.

box-punchSeñoras y señores bienvenidos al combate del siglo. Este será el definitivo por conseguir el tí­tulo de campeón mundial indiscutible. Se presume que va ser una inolvidable y gran velada

El ambiente entre los asistentes no puede ser más bullicioso, se respira nerviosismo, la muchedumbre esta agitada y expectante a que de comienzo la contienda. La espesa columna de humo apenas deja ver el cuadrilátero con claridad.

Dos titanes se enfrentaran en breves momentos en un encarnizado combate que va a ser doloroso, sangriento y cargado de emoción. Las tiranteces entre ambos púgiles se vienen haciendo patentes desde tiempo atrás. Ya durante el pesaje se les ha tenido que separar debido a la agresividad mostrada por una de las partes.

¡¡¡ Querido público !!! aquí­ hacen su estelar entrada ambos contrincantes, se dirigen con paso decidido, cabizbajos y concentrados hacia el ring; el gentí­o estalla al uní­sono en un aullido de emoción, rezuma rabia, los nervios están a flor de piel y aunque son meros espectadores son conscientes a su vez de que lo que van a presenciar va a ser algo histórico; algo que quedará grabado para siempre en su retina de su memoria y que el resultado será grabado a fuego en sus vidas.

Un silencio tenebroso y apabullante recorre el pabellón mientras los púgiles ya en el cuadrilátero se dirigen a sus respectivos rincones. Los entrenadores se disponen a darles sus últimas indicaciones.

¡¡¡ Señoras y señores !!! en el rincón de mi derecha con 120 Kilos de peso, calzón negro y más de cien años de edad: EL CAPITAL.
Y a mi derecha con 110 Kilos de peso, calzón blanco y con más de mil años: LA HUMANIDAD.
DING, DING, DING, DING.

Da comienzo el primer asalto; va a ser una lucha encarnizada; es mucho lo que ambos se juegan, la supervivencia de uno de los dos. Hay que recordar que debido a un cambio en las reglas (por uno de los participantes) el combate será: A MUERTE. “Dos hombres entran; uno sale”.
Vemos como ambos contrincantes bailan sobre sus piernas estudiándose uno a otro, se lanzan pequeños directos para marcar y seguir manteniendo las distancias, de momento ninguno de los dos parece decidido a romper la coreografí­a. Los tí­midos directos, uppercuts y ganchos se suceden sin al parecer querer hacer mella en el rival.

El público extasiado grita y alienta a los contrincantes: “mátale, rompele los dientes, hazle sangrar y que sufra”; el ruido es ensordecedor; millones de cartulinas blancas se baten al aire por el respetable mostrando así­ su apoyo a LA HUMANIDAD. Que bonita imagen caballeros;  inenarrable.

Pero atención señores parece que la muestra de apoyo mostrado por el público no ha sentado nada bien a EL CAPITAL que se dirige como un ciclón hacia el rival lanzando fuertes directos y ganchos, intentando superar su lí­nea de defensa e ir comiéndole terreno para ganarle la distancia de seguridad. ¡¡¡ se aproximan a las cuerdas !!!, parece que LA HUMANIDAD tiene serios problemas, esta siendo acorralada contra una de las esquinas y EL CAPITAL no para de lanzar fuertes directos. Se ven brotar las primeras gotas de sangre de los orificios nasales de LA HUMANIDAD; EL CAPITAL desafiante y sonriente parece sentirse cómodo en esta situación y sigue castigando sin clemencia las costillas de su adversario.boxer1

DING, DING, DING, DING. Y así­ finaliza el primer asalto, ambos se retiran a sus esquinas para refrescarse y descansar brevemente mientras sus entrenadores les dan unas puntualizaciones de  lo que tienen que hacer, donde pegar, como cubrirse…
LA HUMANIDAD parece algo desorientada, le cuesta retirarse el protector bucal para poder enjuagarse.
DING, DING, DING, DING.

Y comienza el segundo asalto, esperemos que LA HUMANIDAD se haya repuesto de la paliza recibida en el primer asalto y que en este segundo se encuentre más fresca y dinámica.
EL CAPITAL vuelve a arremeter con violencia contra LA HUMANIDAD; pero esta con un ligero y acertado paso a su derecha dribla el envite del rival. ATENCIí“N, ATENCIí“N caballeros LA HUMANIDAD le ha ganado la posición a EL CAPITAL y ahora es él el que se ve con problemas, LA HUMANIDAD no deja de soltar acertados crochet a las costillas del contrario, se suceden imparables golpes, un directo a la mandí­bula hace temblar a EL CAPITAL y enloquecer al público que se ha puesto de pie y jadea cada golpe que LA HUMANIDAD está dando, parece que son ellos los que estuvieran pegando, increí­ble. Y uno y otro, y un gancho de izquierdas que acierta en el mentón de EL CAPITAL quien acaba cayendo sobre la lona. Parece que es ahora EL CAPITAL el que esta recibiendo de su propia medicina.
El árbitro de la contienda se acerca al púgil tumbado en la lona, se arrodilla; le toma el pulso, se levanta y exclama: que siga el combate, sigue vivo.
EL CAPITAL se levanta con dificultades, se pone a duras penas en guardia para proseguir. LA HUMANIDAD arremete otra vez y ….

DING, DING, DING, DING. Final del segundo asalto, EL CAPITAL respira aliviado y se dirige a su esquina. LA HUMANIDAD parece que va ganando confianza en si misma a medida que avanza el combate. Veremos si esta actitud se mantiene hasta el final. Recordamos que NO hay una segunda oportunidad.
DING, DING, DING, DING.

Tercer asalto en marcha, el sonido del público es atronador casi es imposible oí­r la campana de inicio. La euforia colectiva va en aumento y ya casi se haya en su máximo apogeo. Los guardias de seguridad encargados de evitar que el público se abalance sobre el ring, tiene serias dificultades para poder contenerles. La situación es de autentica locura.

Pero el combate prosigue y el intercambio de golpes es continuo; las caras de los púgiles empiezan a mostrar ya sí­ntomas de cansancio y señales de dolor. Los ganchos se siguen sucediendo. Parece que este segundo descanso le ha venido de maravilla a EL CAPITAL que ha cargado las baterí­as de una manera impensable y golpea con una fuerza inusitada. LA HUMANIDAD aguanta estoicamente los golpes y trata de revolverse para no ser acorralada de nuevo contra las cuerdas. El grado de agresividad es máximo, se refleja en la continua tensión que muestran sus rostros, sus pupilas siempre en alerta. Saben que solo puede quedar uno.

LA HUMANIDAD lejos de amilanarse, ataca con mucha pasión y corazón dando certeros golpes al rostro de EL CAPITAL. Que aguanta cual junco, ha pasado a la defensiva y lo único a lo que se dedica es a aguantar el chaparrón de golpes que le están cayendo. Está ejerciendo una resistencia numantina con gran técnica, parece que LA HUMANIDAD no es capaz de encontrar el hueco perfecto para poder meter el puño y golpear en un punto vital.

DING, DING, DING, DING. Final del tercer asalto. Algo inusual está pasando en el rincón de EL CAPITAL; el árbitro se ha acercado a la esquina y parece que está hablando con los entrenadores de el púgil, ¿que pasará?, aquí­ no vale tirar la toalla si es eso de lo que se trata.
A la vez que la sirena anuncia el principio del cuarto asalto DING, DING, DING, DING, el árbitro se dirige al centro del cuadrilátero para seguir mediando en la contienda.

A EL CAPITAL se le ve tocado, des-localizado, se le nota perdido y desorientado. LA HUMANIDAD consciente de la situación del rival arremete como un tren de mercancí­as sin freno. EL CAPITAL es arrinconado y avasallado, una lluvia imparable de golpes recae sobre el él.

¡¡¡ ATENCIí“N, ATENCIí“N  !!! el árbitro se acerca y separa a los dos púgiles, algo inaudito en un combate de estas caracterí­sticas: A MUERTE; la indignación del público va en aumento y la crispación se huele en el ambiente.
LA HUMANIDAD se acerca a el árbitro para mostrarle su disconformidad con la decisión adoptada, mientras, en ese breve espacio de tiempo, en el que LA HUMANIDAD discutí­a, EL CAPITAL ha tomado aliento y aprovechando el despiste de su rival, golpea con un imponente directo al lóbulo parietal derecho de LA HUMANIDAD, esta sin posibilidad de réplica ninguna cae desplomada sobre el ring. Tiene los ojos en blanco y padece violentas convulsiones. Su boca no deja de echar abundante espuma amarilla.
El respetable ha enmudecido, un desgarrador silencio se ha apoderado del pabellón.
El árbitro se acerca al caí­do, se arrodilla; le toma el pulso y grita: está muerto. Se incorpora de solemne manera, se acerca a EL CAPITAL y cogiéndole el brazo derecho a la altura de la muñeca la levanta en muestra de ser el vencedor. EL CAPITAL es el campeón del combate.

El público totalmente indignado por lo que acaba de presenciar, se vuelve una imparable marea, el silencio se torna en rabia, en ira… Logra romper la cadena de guardias de seguridad que le impedí­a acceder al lugar del combate, invaden el cuadrilátero en el cual todaví­a se haya EL CAPITAL quien estupefacto por lo que esta sucediendo se ha quedado en shock, in-movil. La muchedumbre irrumpe en el ring, plantando cara a EL CAPITAL y mirandole fijamente a los ojos; solo le dice una frase:

AHORA Tíš Y NOSOTR@S VAMOS A AJUSTAR CUENTAS.

bergman

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