Publicado por DV & archivado en Burgos.

En tan solo un mes dos muertes han zarandeado las conciencias de algunos y los corazones de casi todos los que vivimos en Gamonal, nos han arrebatado dos vidas, dos ví­ctimas de ese amor fascista. La ultima muerte ha sido hoy, su asesino y pareja ha terminado suicidándose.

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No hay similitud en la edad, las ví­ctimas se llevan casi 30 años de diferencia; Ni en la condición, una era casada y la otra soltera; Tampoco en el destino de sus supuestos verdugos, uno muerto y el otro encarcelado. Las únicas similitudes son la casualidad de compartir el barrio y revelarse contra ese amor fascista que tení­an como condena.

Puede que aunque lo parezca ninguno de los dos asesinatos fuese por ese amor fascista que ha derramado tanta sangre, quizás sean tristes casualidades que han hecho que yo y todos pensemos en esa posibilidad que nos han servido en bandeja y esto no es un juicio, esto es una reflexión:

Nuestros gobernantes modificaron las leyes, aumentaron el numero de policí­as y destinaron más ayudas estatales para esas ví­ctimas que ellos llaman “ví­ctimas de la violencia machista“, pero estaba claro que el dinero, los jueces y los mercenarios no iban ni van a conseguir que muchas mujeres dejen su vida tratando de librarse de ese amor y es que todas esas medidas a parte de inocuas han traí­do otra serie de males. Males como hacer una ley sobre protectora para la mujer que muchas de ellas aprovechan en sus procesos de separación. Nos han hecho creer que los policí­as traen más seguridad, cuando suele ser lo contrario, o que la policí­a y la cárcel tienen la mágica capacidad de neutralizar a esos asesinos conyugales evitando más ví­ctimas.

Mientras los polí­ticos se apresuran a dar estúpidas soluciones para acabar con las ví­ctimas de ese amor fascista y que esto no les afecte en las próxima elecciones, los que podí­amos haber hecho algo, los amigos, la familia, los vecinos, los conocidos… Seguiremos lamentándonos y delegando nuestras responsabilidades, continuaremos pasivos ante el problema o soltando esa mí­tica soplapollez en público o en privado : “Parecí­an normales“.

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