Emilio bombardea Gaza

Emilio es un buen colega, nos conocemos de siempre, del cole, del parque… Emilio es un buen tipo, humilde, honesto, con conciencia de clase y con principios. Su vida, creerme, no es fácil…

Emilio desperdicia casi la mitad de su día, unas 11 horas, en trabajar por un sueldo infame. En realidad trabaja 8 horas, pero en el desplazamiento se le van casi 3. Aún recuerdo como hacía los cálculos – Casi 1 hora de autobús y 20 minutos andando, multiplica eso por dos para ir y volver -, decía. Emilio es un currela, un proleta, uno de tantos que se ha metido en la espiral de sacar a delante a su familia. Alguna vez hemos hablado de cambiar de curro pero la realidad nos aplasta. Probablemente la hipoteca, los gastos corrientes, los niños… hacen que sea difícil dar el paso con la seguridad de no liarla. Sé que no está bien en el curro y no sólo por la precaridad, Emilio hace bombas. La fábrica donde trabaja es muy conocida en Burgos, una fábrica que se remonta a antes de 1970 y que ha pasado por varios estadios. Dependiendo de tu generación probablemente la conozcas como Explosivos Rio Tinto, Expal o Rheinmetall. A fin de cuentas, tenga el nombre que tenga y los propietarios que sean, siempre ha sido eso. Una puta fábrica de bombas.

Nunca he sermoneado a Emilio y tampoco me pare bien hacerlo. Él sabe a lo que se dedica y tengo la impresión que intenta esquivar el tema siempre que puede. Pocas personas se sienten realizadas fabricando bombas y estoy seguro que Emilio no es una de ellas. No necesita que alguien le muestre su superioridad moral, no tiene ningún sentido. Emilio vende su tiempo pero también vende sus principios. Todo eso se lo pagan mal, muy mal, y con dinero manchado de sangre. Dinero sucio que a su vez acepta el panadero, el banco en cada letra de la hipoteca y dinero que acepto yo, también, cuando invita si vamos a tomar una. La guerra empieza en Emilio y en mí, ¿acaso yo soy mejor que Emilio?. “La guerra empieza aquí” es un lema que surgió hace unos años para denunciar que nosotros somos cómplices de los asesinos y de los bancos que los amparan. El lema, además, se convirtió en el título de un buen documental que merece la pena ver.

Emilio sabe que oponerse a la guerra no es tan fácil como acudir a una manifestación, es mucho más difícil que todo eso. La cosa es mucho más complicada. De esa fábrica movida por burgaleses en el Páramo de Masa han salido las peores y más sanguinarias armas. Por ejemplo, se sabe que durante el tiempo en que la gestionaba Explosivos Alaveses (Expal) se hacían minas antipersona y bombas racimo, pese a su prohibición. Que la fábrica haya sido propiedad de alaveses durante muchos años no es casualidad. Euskadi maneja el cotarro de la fabricación de armas, tiene una industria poderosísima que en gran medida ha catapultado a España al sexto país que más armas exporta de todo el mundo, pero el primero por volumen. Por mucho que nos esforcemos es casi imposible subir más arriba en la lista de la vergüenza. El estado español es potencia inigualable en la fabricación de armas y en saltarnos la legalidad internacional para venderlas. Con nuestras bombas matan palestinos, yemenís, españoles en el Sahara, sierraleoneses… Da igual quien gobierne, Podemos, IU, PSOE, PP… con todos los gobiernos nuestra exportación de armas año a año ha ido creciendo escandalosamente. Zapatero, por ejemplo, tiene el inmoral record de multiplicar por seis la exportación de armas durante su mandato. ¡Buen presidente!, ¡mejor persona!. Ahora que veo desfilar a las figuras más relevantes de la izquierda rasgándose las vestiduras por Gaza y entrando en la batalla por el relato con la derecha en los medios de comunicación me entra la risa floja. ¿Acaso se creen que engañan a alguien?. Llevamos años vendiendo bombas al mejor postor y las bombas son para lo que son.

Yo se quien bombardeó ese hospital de Palestina, no busquéis más. Ha sido mi colega Emilio y he sido yo. ¿Has sido tu también o vas a lavarte las manos?.