Publicado por DV & archivado en Burgos, Historia, Textos.

Hace algunos meses Diario de Burgos publicó un reportaje sobre el robo a la Fábrica de Moneda y Timbre de Burgos perpetrado en 1978. Un peculiar suceso que tuvo desconcertados a los investigadores durante meses. El escritor burgalés Benjamín Lajo Cosido, hermano de uno de los detenidos, reflexiona sobre aquel acontecimiento.

He de decir antes que nada, que defiendo a quién escribe sobre cualquier hecho sin temer a la coacción ni a la censura que pudiese sufrir en el ejercicio de su libre expresión y que tenga como objetivo alcanzar la verdad sin paliativos.

Hoy me cuestiono si soy el mismo que quien cuestiona a menudo a los demás cuando el hecho que analizo está estrechamente relacionado a mí entorno y tiene mis apellidos como hermano. Difícil desafío es al que me enfrento, lo sé, que pone a prueba a mí conciencia que no está sujeta a mí propio interés, pero tampoco es la conciencia de otro.

Los hechos que aquí narro pertenecen a los de un robo perpetrado en la Fábrica de Moneda y Timbre de Burgos en 1978 y que entre los que le protagonizaron estuvo implicado mí hermano; yo tenía en aquel momento trece años y mis recuerdos son los de un suceso que apenas ha cambiado con el paso de los años y que se mantiene imborrable mí memoria pues no se trata de algo que ocurra a menudo en el seno de una familia trabajadora y honesta. Fue una tragedia que alteró las vidas de todos nosotros por la repercusión social y que recientemente ha sido objeto de interés en el periódico local, el Diario de Burgos, quien lo ha rescatado del olvido y no voy aquí a reprochar que vuelva a ser actualidad, para bien o para mal es parte de la historia y yo también escribo sobre ella desde hace años en medios escritos en los que he sido colaborador a sueldo, como el Levante-EMV de Valencia, por citar el de mayor difusión, con el que colaboré varios años hasta que dejé de hacerlo por propia voluntad y agradecido, por cuánto aprendí con ellos y por los buenos reportajes de historia que juntos publicamos.

Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de Burgos // Burgosnoticias

No es habitual que alguien autodidacta y desconocido como quién les escribe consiguiera rellenar con sus trabajos páginas en un periódico de su envergadura ni que compartiera opinión con grandes firmas del periodismo, de la talla de Juan José Millás, Carlos Carnicero o Fernando Delgado en su sección de Opinión, por nombrar a los que, posiblemente, más les suenen; y me hiciera un hueco durante tanto tiempo, además cobrar por ello.

Pero, no quiero desviar la atención de lo que me trae hasta aquí, les pido disculpas, aunque es importante que sepan el valor que para mí tiene el periodismo que ejercí sin ser periodista y después de publicar unos pocos libros. El Diario de Burgos es un medio escrito con un largo recorrido que nadie puede negar sin estar equivocado, pero tiene “algo” que se puede calificar como único entre todos los periódicos con que se contraste y es su peculiar manera de comunicar. Es muy difícil diferenciar sus noticias de su página de Opinión. Es realmente curioso los adjetivos que dominan, observen. Se diría que su lenguaje es de otro tiempo, de hace dos siglos. Por ejemplo, y aquí está el porqué de este artículo, pero que es extrapolable a cualquier edición como se puede comprobar con poner un poco de atención. En el reportaje del robo de la Fábrica de Moneda y Timbre de Burgos en el que participó mi difunto hermano, Onésimo José Lajo Cosido, dice: “Los rateros…”, cualquier otro periódico hubiera escrito: “Los ladrones…” o si quieren, “Los cacos…”, pero no, este periódico siempre halla la manera más peyorativa de narrar los hechos. Como si ellos fuesen los más perjudicados, y no exagero, porque es muy fácil de verificar lo que les digo. O, por reseñar uno más gráfico. Cuando sacan fotografiado un “alijo” de dos bellotas de hachís que confiscó en un control rutinario la policía. Es, como si les fuese la vida en inmortalizar tal “hazaña”.

Cuando una noticia se tiñe con la desmesura como ellos lo hacen impiden o influyen en que el lector sea libre a la hora de valorarla por sí mismo, como si fuera tonto y haya que ayudarle en algo tan personal e intransferible como es tener su propia opinión, cayendo en el error de estar comunicando objetivamente lo que es una verdad precocinada.

Dice el poeta, profesor, ensayista, periodista y gran comunicador, Hans Magnus Enzensberger, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias entre otros muchos que, “El lector siempre será el último en cambiar la historia”. Pues al parecer el Diario de Burgos aún no se ha enterado.

Benjamín Lajo Cosido,
memorialista

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