Tras la resaca del fiestón demócrata en Andalucía en este espacio volveremos a analizar, como es habitual, los resultados electorales. La abstención se ha convertido en el elefante en la habitación.
Además, como también es habitual, no lo haremos analizando a los votantes de los partidos mayoritarios ni dando protagonismo a los escaños o a los que ya son por defecto los grandes protagonistas. A estas alturas todo el mundo sabe quién ganó en Andalucía, pero ¿cómo lo hizo?.
El sistema democrático representativo de Andalucía lleva dos legislaturas seguidas en barrena. Con unas participaciones del 57% y 58% para el 2018 y el 2022 respectivamente, eso sin olvidar que en zonas como la provincia de Cádiz la participación fue del 52%. Con esa paupérrima participación, que empieza a desnudar la desfachatez política de los ansiosos representantes, se han dado por concluidas las elecciones. Poco o nada se ha hablado, ni en los medios ni desde los púlpitos, sobre lo que en verdad debería y probablemente esté preocupando al status quo: La abstención.
Las elecciones democrático-representativas son una buena oportunidad para radiografiar nuestra sociedad, pese a que la radiografía sea grande y poco detallada. Por ejemplo, sería interesante poder acceder a las franjas por edad de la abstención, algunos politólogos se esperan abstenciones del 60% en la población más joven para Andalucía. En cualquier caso aquí tenéis la radiografía de la sociedad andaluza:
Cabe destacar que en la mayoría de provincias más del 50% de la población , se haya votado o no, no tiene representante. La amplia mayoría absoluta se ha conseguido gracias al 24,8% de la población. Ni tan siquiera 1 de cada 4 personas ha elegido al gobierno.
Las razones del incremento de la abstención en la sociedad andaluza seguramente no sean tan complejas ni oscuras. Es un hecho que en los barrios más humildes de vota poco o nada, algunos han llegado a cotas del 90% de abstención, ¿es la política para los pobres?. Estar gobernados por un sistema cleptocrático seguramente este detrás de las principales razones para dejar de participar en esta “fiesta“. Pero la abstención causa tanto pavor que ni tan siquiera se airea el debate ni se propician estudios dignos ya que probablemente se pondría el dedo en la llaga, algo que para nada interesa.
Mientras tanto el Trostkismo, el Comunismo y algún partido ecologista se zafan con el pueblo para que no se caiga en la abstención. Con el argumento, en gran parte cierto, que la abstención ahoga la izquierda. Esto los convierte en los pagafantas de la democracia representativa. Pagafantas que ni tan siquiera pudieron rentabilizar el descontento del 15M en algo que no haya sido seguir siendo los pagafantas, pero esta vez del rojipardismo (alias PSOE). Nadie a día de hoy es tan tonto y tan útil como estos partidos que, ansiados por el poder que nunca tendrán, han decidido acabar con la abstención como si ese fuese su único problema. Un discurso que, sin duda, hace daño y ejerce de perfecto eje vertebrador para que el “tocomocho democrático” siga funcionando a las mil maravillas sin necesidad ni tan siquiera de debatir modelos políticos más justos.
Que tome nota la fiebre trotskista y la fuga partidista del 15M. Ciudadanos está en quiebra, tras la nula representación en Andalucía lo que vienen son despidos, dimisiones y cierres de sedes. Esto es lo que le pasa a un partido político cuando ya no le interesa al poder. Sin el favor de los medios, sin un altavoz mediático, sin pasta para gastar en redes sociales y con los tertulianos repartiendo estopa no se ganan elecciones. El suplente hace tiempo que salió a jugar, se llama VOX y pese a que en esta ocasión no fue posible, va a gobernar. Durruti hace cerca de 100 años ya lo dijo claro:
“Ningún gobierno lucha en contra del fascismo para destruirlo. Cuando la burguesía ve que el poder se les escapa de sus manos, alzan el fascismo para mantener sus privilegios.”
Buenaventura Durruti
Es cierto, yo al menos no lo voy a negar, que en alguna rara ocasión los partidos que quieren cambiar algo acarician el poder para hacerlo. Pero entonces la maquinaria de guerra mediático-legal se desata contra los líderes de estas formaciones para acabar con su reputación, la de su partido y la de todo bicho viviente que se relacione con ellos. A día de hoy el único cambio social posible no es mediante el voto, si no mediante el pulso social. Un pulso que es inmune a lawflares y a las fake news que comemos en medios y en redes sociales. Un pulso que aún no se ha ideado, ¿nos volvemos a ver en las plazas?.
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