En 2016 nació un servicio informático pensado para mejorar la seguridad de los famosos, su nombre era Encrochat. Este servicio estaba pensado para llevar fuertes medidas de seguridad a aquellos celosos de su intimidad que se lo pudieran permitir, el servicio no era precisamente barato.
Encrochat no llego a ser nada popular dónde se lo propuso, pocos famosos hicieron uso de el. En cambio sí lo fue entre los narcos dónde consiguió multitud de usuarios. Encrochat proveía sus propios móviles, sus propias aplicaciones, encriptaba todos los datos, tenía un contrato especial con una empresa alemana de comunicaciones e incluso tenía un botón del pánico con el que no dejar ni rastro de tus comunicaciones. Pero en 2020 se acabó la fiesta. Tras la autorización de un juez francés la gendarmería pudo acceder a un ordenador que la compañía tenía físicamente en ese país. Tras su intervención se pudo colocar un software que vulnerase las medidas de seguridad. El software se instaló a finales de enero del 2020 y no se detectó hasta la noche del 12 al 13 de Junio. Fue entonces cuando la empresa mandó un mensaje a todos sus usuarios advirtiéndoles del peligro. Ese fue el fin de Entrochat como compañía pero su historia continua a día de hoy. Se habían filtrado más de 4 meses de conversaciones de poderosos y acaudalados narcotraficantes.
El problema para los jueces, policías y fiscales es que la información obtenida se hizo de forma indiscriminada. Los datos recabados no sólo afectaban a unas investigaciones concretas si no a todos los usuarios de la plataforma. Obviamente la filtración dejó a multitud de narcos en una situación muy delicada. Nadie sabía si esa información iba a poder usarse para incriminar delitos. Sin embargo en 2022 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea permitió que los fiscales pudiesen solicitar los datos y los derroteros de cada investigación que ha derivado de las filtraciones de Encrochat ya es algo complicado y fruto del contexto judicial de cada país.
Los datos que se extrajeron de Encrochat han revelado a multitud de narcos, asesinatos, el paradero de huidos y lavadoras de dinero negro pero también han dejado patente la vinculación del narcotráfico con el mundo de la policía, la política e incluso la judicatura. En las conversaciones de Encrochat se habla entre otras cosas de sobornos y contactos con políticos, jueces o policías. Tanto es así que gracias a esta filtración se pudo averiguar que el hijo de la actual alcaldesa de Marbella consiguió blanquear 7 millones de euros provenientes del narcotráfico gracias a sus padres. O la relación del hermano de la exvicealcalde de Madrid con el narcotráfico. Apenas existen noticias que investiguen, nos cuenten e indaguen sobre estas situaciones, el silencio mediático es apabullante. Sin embargo estamos acostumbrados a otro tipo de relatos sobre el mundo de las drogas mucho más mundanales:
38 gramos de droga, 2 gramos escondidos en un bocata, menores con hachís… ese es el nivel de las noticias relacionadas con el mundo de la droga en nuestros medios locales. El narcotraficante no es un político o un policía corrupto que deja pasar toneladas o fondea un gran cargamento, el narcotraficante es un pobre chaval que anda tonteando con las drogas u otro que intenta salir de la pobreza por el lado más salvaje y arriesgado de la vida. La crónica de la droga nos dibuja al narcotraficante como una persona que vive en un barrio humilde, es de clase baja y probablemente joven. Este presupuesto adalid del tráfico de estupefacientes al menor descuido terminará con una condena, en la trena y con una crónica, dependiendo de su gesta, en mejor o peor portada. Los cronistas de los sucesos locales concluirán que se lo tenía bien merecido y los testimonios de sus vecinos sentenciarán que es una vergüenza que la droga campe a sus anchas, -a los narcos hay que darles su merecido- decía cuando volvía de comprar el pan y le paró un periodista.
Un “déjà vu” que se repite insistentemente e irremediablemente todas las semanas. Mientras esto pasa el hijo de la alcaldesa de Marbella sigue en la calle y su madre tiene una prometedora carrera de política en una de las villas con más renta per cápita de España. No leereís crónicas como esta del hermano de la exalcaldesa de Madrid en la prensa. Hay prometedores aspirantes al gobierno de España, expresidentes e incluso hubo ministros franquistas que se reunían de vez en cuando con la patronal de la droga. Todo esto lo contó Laureano Oubiña mientras Encrochat funcionaba a todo trapo.
Toda esta narrativa, dónde los acaudalados, las élites políticas o incluso sus perros guardianes no son considerados narcotraficantes ni personas a las que desnudar por los narradores oficiales es un síntoma. Un síntoma de los señores sobre los lacayos. Nosotros los camellos. Ellos los empresarios, los políticos, los banqueros, los jueces y policias…
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