Este era uno de los rimbombantes lemas con el que nuestros representantes en la ciudad intentaban convencer a los responsables europeos de la capacidad de Burgos para ser Capital Europea de la Cultura (ECOC). Burgos 2016. El año propuesto no ha acabado y hemos descubierto cómo se las gasta el Ayuntamiento XXI en asuntos culturales. Un artículo de colaboración del escritor burgalés Rubén de la Peña.
En el Dossier de la candidatura de Burgos a la Capital Europea -presentado a mediados de 2010- se proyectaba una ciudad cuyo principal desafío a enfrentar era la “falta de identidad y vitalidad a escala nacional y europea”. “Burgos 2016 presenta una nueva forma de hacer cultura que supone una mayor aplicación de la creatividad en la vida cotidiana de los ciudadanos, fomentar la creatividad mediante formas de trabajo diseñadas de abajo-arriba, en vez de las prácticas convencionales de actuar para un público”.
Ahora, si quieren, les recuerdo cómo termina el prometido Burgos 2016 de la cultura. Quizás desbancado el aspecto creativo artístico por el Burgos de lo creativo gastronómico -que a diferencia de la cultura entra directamente por la boca-. El 2016 ha acabado siendo un año deslucido en el plano cultural. Como muestra, dos ejemplos recientes: el intento por parte del IMC de cobrar a asociaciones recreativas y culturales 140 euros por el uso de espacios, salas y salones que hasta la fecha eran gratuitos; y el intento de, también, cobrar la luz y la calefacción a las asociaciones teatrales burgalesas que gestionan La Parrala y que, hasta la fecha, les era condonado.
Como una promesa electoral al viejo estilo, una más, el Burgos 2016 de la cultura se desvanece dificultando a quienes participan del proceso creativo. Exigiendo a quienes dedican tiempo, juego, ilusión, sensibilidad y esfuerzos en dar a Burgos el cuerpo sobre el que vestir la imaginación que le dota de su identidad y cargando sobre quienes difícilmente se labran un futuro con el teatro y a quienes les va a resultar verdaderamente difícil poder asumir el pago de la luz del espacio. Paradojas de la vida, los actores profesionales y amateurs que dan vida a aquel espacio olvidado han de ver, con verdadero asombro cómo, al mismo tiempo, el Equipo de Gobierno asume el arreglo y pago de las luces que iluminan la ronda en el alto de La Varga que correspondía pagar al Ministerio de Fomento. Unos 15.000 euros al año. De nuevo desde el Ayuntamiento confundiendo bombillas con luces…
Esto sin entrar en detalles, por sabido, de la manera en que el responsable del IMC ha dejado el cargo. Dejaremos que las palabras del proyecto que representó a nuestra ciudad en aquel cultivado y rico junio de 2010 ante los mandatarios europeos cierren este pobre artículo:
“Actualizar nuestra agenda cultural y trasladar el foco de atención de las infraestructuras a las personas, al diseño de organizaciones y estrategias culturales… Burgos 2016 desea liderar una nueva forma de hacer cultura inspirando e integrando la creatividad en la vida diaria los ciudadanos…”.
Rubén de la Peña
Deja una respuesta