Publicado por DV & archivado en Burgos, Historia.

En 1993 Eric Hobsbawm en una genial conferencia pronunciada en Santiago de Compostela nos contó cómo la frontera franco-española no quedó formalmente fijada hasta 1868. Una conferencia en que se cuestionaba la la validez de la identidad territorial. ¿Tienes una identidad territorial?, ¿cuántos años tiene tu identidad?, ¿cuántos le echas?.

Podemos pensar que para Eric España no tiene más de 155 años. Pero, probablemente, para él y otros pensadores e historiadores España tiene menos años. España no llega a los 50 años si consideramos que hacemos la cuenta hoy, 27 de Septiembre del 2023. Los argumentos tras está lógica son muy claros. Para empezar un estado-nación debe de estar bien definido, no puede ser cambiante, si cambia es otro estado-nación diferente al anterior. Eric, como posiblemente uno de los mejores historiadores de nuestra era, sabe que España no termino de definir su frontera con Francia hasta 1868. De hecho es a partir de esa fecha cuando se empezó a utilizar la palabra España en singular, nunca antes se había usado ya que se usaba en plural. Esa fecha es tremendamente cercana, hace tan sólo 155 años no existía España ni como término ni como estado ya que una de sus fronteras no estaba definida como está ahora. Pero en 1975 ocurrió un hecho mucho más impactante en cuanto a deformación del territorio para España como estado-nación: El final de Sahara Español. Esto hace que objetivamente la España de 1974 no sea la misma España que hoy conocemos. Por eso la España actual para muchas tan sólo tiene 47 años de edad si contamos, como hemos dicho, desde el 27 de Septiembre del 2023. Este panorama, que puede llegar a crujir el cerebro de los patriotas más recalcitrantes y remover los cimientos políticos de los que han vertebrado su ideología y valores en el patriotismo, tiene un trasfondo ideológico mucho más amplio. Muchos de los elementos que generan identidades son invenciones modernas, para nada antiguas ni milenarias y la mayoría de veces persiguen unos objetivos claros.


Eric Hobsbawm junto con Terence Ranger son los principales ideólogos de “la invención de la tradición”, la cual toma forma en un genial libro editado en 2012. Si hubiese que resumirlo tal vez este párrafo presente en el libro sea una buena forma de hacerlo:

… las naciones modernas y todo lo que las rodea reclaman generalmente ser lo contrario de la novedad, es decir, buscan estar enraizadas en la antigüedad más remota, y ser lo contrario de lo construido, es decir, buscan ser comunidades humanas tan “naturales” que no necesiten más definición que la propia afirmación.

La invención de la tradición


Para Eric las tradiciones son manipulaciones históricas que buscan perpetuar el poder, generar un sentimiento de identidad o la defensa de una nación o pueblo. En nuestra sociedad un ejemplo perfecto de tradición inventada es el Día de Castilla y León celebrado el 23 de Abril. El primer intento de festividad en Villalar de los Comuneros fue hace tan sólo 47 años, en 1976. Durante los años posteriores se siguió celebrando la fiesta intensificando su afluencia hasta que en 1983 Castilla y León quedó reconocida y la festividad fue la seña de identidad de una nueva demarcación territorial que pretendía enclavarse en un estado federal. Una nueva tradición para un nuevo ente que acababa de nacer sin apenas sostén, historia ni cohesión social pero con una clara tendencia a la izquierda. Para la ultraderecha ha sido demasiado fácil desmontar esta tradición y ganar una batalla al relato de la izquierda que se apoya en el soberanismo castellano. Prácticamente no ha existido la oposición social.


El final del Sahara Español es prácticamente tan reciente como la primera fiesta en Villalar de los Comuneros y no es casual. La invención de la tradición emerge en los tiempos de cambio, la transición trajo muchas cosas nuevas. En Euskadi por ejemplo el Olentzero comenzó a repartir regalos a la mayoría de niños. Además comenzaban los primeros Azte Nagusia de Bilbao con el debido patrocinio del fascista Corte Ingles. España y sus identidades están repletas de tradiciones inventadas. Otro ejemplo sería la popular Semana Santa de Sevilla. Pero, como Eric ya nos explicó, numerosas tradiciones inventadas están basadas en otras. Muchas tradiciones no son invenciones que partan de cero y ahí es donde comienza la confusión y la eficiencia de inventar tradiciones y la dificultad para destaparlas.


Burgos es una ciudad con muchos años de antigüedad pero con tradiciones increíblemente modernas. En 1899 Isidro Gil creo los gigantillos como forma de ensalzar a las autoridades locales. Las fiestas patronales de Burgos se movieron en 1873 a su fecha actual para favorecer su celebración aprovechando el buen tiempo. Burgos apenas cuenta con tradiciones medievales, todo son invenciones modernas. La festividad más antigua es el Curpillos que data de 1331 pero tanto el motivo como la fecha se han ido desvirtuando. La fiesta comenzó celebrando una batalla para terminar haciendo una referencia al poder eclesiástico que siempre ha reinado en la capital (Corpus Christi). Lamentablemente los burgaleses no tenemos ni la más remota idea de cuáles eran las tradiciones de nuestros antepasados ya que se han ido deformando a gusto de los poderes fácticos y políticos.


Tras la tradición solemos encontrar una nueva identidad, una oda a un poder o la defensa de una nación. La defensa de una nación, que como dice Eric, pretende esconder su novedad haciéndonos pensar que es milenaria. Tal vez ha llegado el momento de empezar a entender la tradición, tal vez ha llegado el momento de empezar a preguntarnos si aquello que parece tan arcaico en realidad no lo es y en su creación hubo un oscuro fin que con ella pretende perpetuarse.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.