Mucho se ha escrito sobre la triste agresión que ha dejado a un joven burgalés de 18 años en coma. Ahora que han pasado unos días de aquel lamentable suceso, y que la distancia nos permite mirar los hechos con cierta perspectiva, quiero hacer públicas algunas de las reflexiones que a título personal me he planteado últimamente.
Muchos burgaleses nos hemos planteado una pregunta durante estos días: ¿Cómo es posible que en una noche de fiesta, donde se supone que la gente, en su mayoría jóvenes, sale a divertirse, termine con un chaval de 18 años ingresado en la UCI y en estado de coma?
Es triste, pero no hay quien pueda ponerlo en duda, las denominadas “zonas de marcha” de la capital burgalesa se han convertido en un escenario donde poder exhibir la frustración cotidiana convertida en violencia gratuita hacia nuestros iguales. No es la primera vez que ocurren hechos de este tipo en Burgos y mucho me temo que no será la última. Desde que hace ya dos años se produjo la primera de las muertes violentas que han marcado la actualidad la respuesta por parte de las instituciones ha sido el mayor incremento policial en la zona sin que por ello se haya podido evitar la repetición de este tipo de episodios. A pesar del aumento significativo de presencia policial en las “zonas de fiesta” este tipo de agresiones ha continuado produciéndose hasta la trágica fecha del pasado 26 de diciembre en la que un chaval de apenas 18 años era ingresado en la UCI en estado de coma tras haber recibido una paliza.
Golpear de forma repetida a alguien indefenso cuando se encuentra en el suelo me resulta un acto deplorable y lleno de cobardía. Y si me parece un acto deplorable es porque en más de una ocasión he visto como los supuestos garantes del orden público la realizaban con saña contra sus conciudadanos. Violencia gratuita del que empuña su porra y su placa bajo la garantía que les da unas leyes hechas a su medida.
Desde hace ya más de una década las ideas anarquistas se han convertido en un referente para mi forma de ver el mundo. No me considero una persona pacifista, pero si alguien que encara su existencia con un talante pacífico. Desde hace tiempo me he dado cuenta que en la mayoría de los casos la violencia ciega emana de los que supuestamente dicen defender la paz social, y esta contradicción me ha llevado a plantearme algunas cosas. La educación que recibimos, el continuo bombardeo televiso de actitudes en las que Chuck Norris se convierte en el paradigma a seguir y el ocio alienante que nos programan aportan como resultado un sinfín frustraciones, y en algunos casos estás desembocan en violencia ciega. El último de estos casos ha llevado a un joven burgalés a un estado de coma del que todavía no se ha despertado
En la actualidad existen muy pocas alternativas de ocio para los jóvenes que no sea la de salir a consumir alcohol a los bares, y siendo sincero creo que las instituciones están muy lejos de poder ofrecerlas. Mientras no seamos capaces de crearlas, mientas no seamos capaces canalizar esas frustraciones y rabia contra el sistema que las genera y nos dediquemos a pegarnos entre nosotros, estaremos obligados a ver como sucesos como este tipo se repiten hasta el infinito. Y esto no lo solucionarán las cámaras ni la más intensa video vigilancia como mucho creen. La raíz del problema es otra y reside en nuestros cerebros.
Si hay un aspecto que me resulta especialmente triste de todos estos acontecimientos es la instrumentalización política que se realizado de los mismo. Desde la más rancia ultraderecha local, pasando por el Ayuntamiento de Burgos y la propia Subdelegación del Gobierno. Nadie se ha resistido a la hora de sacar tajada política de los acontecido. Es triste, pero cuando he tenido la oportunidad de leer lo que los media locales publicaban he experimentado la sensación que más bien poco importaba la vida del joven agredido frente a la supuesta rentabilidad política que los hechos pudieran acarrear. ¿Será porque en el horizonte cercano se avecinan las elecciones municipales? Es triste, repito, pero mucho me temo que en algunos casos así ha sido.
Lo que ya no me causa ningún estupor es como determinados medios locales han aprovechado la ocasión para manipular los hechos de forma tan evidente. No me causa sorpresa pero si hace que se me planteen algunas preguntas:
¿Cómo es posible que el que se dice el principal grupo informativo de Burgos, y todos los demás que han seguido su cuerda, hayan atribuido la agresión aun determinado colectivo sin contrastar las fuentes?
¿No es eso, según la opinión de los reputados periodistas, una actitud más propia de blogs y medios como en el que habitualmente escribo?
¿Por qué estos mismos medios no han rectificado cuando la propia policía ha reconocido que se precipitó a la hora de atribuir la responsabilidad de las agresiones?
¿Qué interés tiene Comisaría en orientar a la prensa en un determinado sentido cuando sabían de antemano que no era cierta tal vinculación?
Nunca pensé que tuviese que escribir un artículo refiriéndome a sucesos como los que se han registrado en Burgos y espero que seamos capaces de sacar una conclusión de todo lo que ha sucedido en nuestra ciudad.
Como viene siendo habitual quisiera remarcar que estas líneas surgen de la valoración personal que yo mismo he realizado y que pueden compartirse o no, pero coincido con el resto de personas que componen la redacción de este medio que no se va a permitir que se usen los comentarios para difamar, vestir insultos o instrumentalizar políticamente los hechos. Para eso ya están los profesionales de los medios, ¿no?
Modesto Agustí