Publicado por DV & archivado en Burgos, Elecciones.

La prensa, las tertulianas, los polí­ticos, incluso los más fachas… Todos se alarman y tratan de taparlos. Es una verdad incómoda que nadie quiere ver. Los pucherazos existen y están a la orden del dí­a.

Desconfí­a de los votos online

El último escándalo de pucherazos ha tenido como protagonista a Burgos y a un conocido partido representado por el color naranja. En las primarias para la comunidad de Castilla y León se descubrió que desde Burgos se habí­an falseado cerca de 81 votos para que Silvia Clemente saliese vencedora. Se puede pensar que en Burgos un avezado experto tecnológico logró realizar el pucherazo, pero nada más lejos de la realidad. El sistema de votos online del partido naranja es paupérrimo y el pucherazo fue excesivamente burdo, los detalles técnicos no dejan lugar a duda, el atacante ni tan siquiera camufló el origen geográfico de los votos fraudulentos.

Pero no sólo el partido naranja tienen un sistema de voto online; el partido morado casi desde su nacimiento contó con una plataforma parecida, que se usa y se usó, por ejemplo, para ratificar a su lí­der después de que la prensa del poder zarandease la compra de un supuesto lujoso chalet.

Los sistemas de votos online son sumamente complicados, requieren un alto nivel técnico, mucha inversión y hoy por hoy no se consideran seguros. Si te interesan los detalles técnicos Ricardo Gallir ha profundizado en diferentes ocasiones (1,2) sobre esta “moda” y trata de explicar las razones por las que el voto online hoy por hoy está a años luz del voto tradicional en cuanto a seguridad.

 

Pseudo Gerrymandering

El “gerrymandering“ probablemente sea una de las tácticas más polí­ticamente sucias y rastreras. La técnica consiste en modificar la división territorial para beneficiarse polí­ticamente del recuento de votos. Poniendo un ejemplo imagina que gobierna el partido rojo y que se estima que la población de Burgos en su mayorí­a votará por el partido azul, entonces el partido rojo decide romper Burgos anexionando partes a Palencia, otras a Soria, etc… de tal forma que inocule los votos al partido azul y pueda hacerse con el control de Burgos. En este ví­deo explican mucho mejor en que consiste esta técnica.

Literalmente gerrymandering no ha habido nunca en el paí­s donde nos ha tocado vivir. Pero en los inicios de la transición y con la “Construcción del estado autonómico“ hubo mucha cocina e intereses polí­ticos en la construcción de las actuales autonomí­as que huelen mal, muy mal. Actualmente muchos partidos discuten a favor y en contra de las reglas de juego. Pero la realidad es que el coste de votos por escaño no es el mismo para todos los partidos. Por ejemplo en las últimas elecciones generales al partido azul cada escaño le costó 57000 votos, al rojo 63000, al morado 71000 y al naranja 97000.

Esto hace que para determinados partidos sea más rentable incidir en regiones pequeñas en las que el escaño está más fácil y tiene menos coste que en regiones con más densidad de población donde llegar al votante resulta más complicado. O que determinados partidos obtengan mayor representación parlamentaria gracias a la división territorial actual. Imaginaros el coste electoral que tendrí­a para los partidos soberanistas catalanes si Tabarnia se saliese del control de la actual Catañula como algunos demócratas proponen. Los partidos hegemónicos llevan años y mucho dinero gastado perfeccionando el juego para un tablero que de cambiarse darí­a resultados totalmente inesperados.

 

El patriarcado, los clanes y las excursiones al colegio electoral

Recuerdo aún con incredulidad como una amiga me contaba que uno de sus familiares le habí­a contado como las monjas del Psiquiátrico de Oña en Burgos, donde trabajaba, sacaban a los pacientes a votar, sobre en mano y debidamente cerrado.

Está claro, hay múltiples ejemplos de pucherazos a escala pequeña que ni se denuncian, ni se han molestado en estimar para no dañar el prestigio de la democracia. El voto condicionado existe: Hay muertos que votan, empadronamientos fraudulentos o familias que votan lo mismo por interés o por imposición de su lí­der. Que el voto fí­sico sea uno de los sistemas de voto más seguros no condiciona para reconocer que no es ni mucho menos seguro y que tiene millones de trampas.

 

La irrupción de las redes sociales, los “fake news” y la vieja escuela publicitarí­a

Los publicistas necesitan saber el “tarjet“ (objetivo en ingles) para conseguir que la publicidad sea eficiente, cuanto más identificado y concreto sea el “tarjet“ mejor resultado se obtiene. Pero la vieja escuela publicitarí­a mata moscas a cañonazos cuando de polí­tica se trata. El mensaje es global, común y tan solo pueden cribar basándose en el tipo de medio donde aparecen, por eso son tan importantes los medios de “izquierdas” y “derechas”, el receptor cambia y el objetivo está mucho más identificado. Pero como la verdad nunca es conveniente además se inventaron las “fake news” o en román paladino “noticias falsas”, es mucho mejor meter publicidad en una noticia de forma sibilina que en forma de claro anuncio y por supuesto es mucho mejor hacer una noticia falsa que llene portadas y sea “trending topic” (tendencia en ingles).

Con la llegada de Internet, todo parecí­a que iba a cambiar, los viejos medios se desmoronaban y el receptor del mensaje se diluí­a, pero llegaron las redes sociales… Conseguir información privilegiada de una red social, para clasificar a la persona y dependiendo de su clasificación mostrarla noticias o contenidos que la desanimen a ir a votar o la animen a ir a votar. Esta fue la llave del éxito que le permitió al actual presidente de los EEUU llegar a La Casa Blanca.

En el paí­s donde nos ha tocado vivir Facebook es el valhalla pulicitario. Dueña de otras redes como WathsApp o Instagram sabe mucho de nosotras, nuestra ideologí­a, hábitos de consumo… Si eres usuaria asidua de estas redes, no lo dudes, saben con un alto margen de probabilidad a quien votarás estas elecciones, aunque te sorprenda o te creas más lista que ellos. Ya hay movimientos polí­ticos para legislar el acceso de fuerzas polí­ticas a estos datos y no son precisamente movimientos esperanzadores para protegernos de la manipulación demócrata.

Ahora dime, dime si en los próximos comicios electorales tu voto es realmente tu voto, o es el de otra persona: El de tu compañera sentimental, o el del periódico que lees todos los dí­as, quizás sea de ese al que sigues en twitter y que es un “bot“ (robot en ingles) a sueldo de algún partido polí­tico. ¿Vale lo mismo tu voto que el de tu vecino?, ¿O serás capaz de poner la mano en el fuego por el sistema de recuento que estás usando?. Pero recuerda: Si vas a pensar, espérate a la jornada de reflexión, el resto de dí­as no te lo permiten.

 

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