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Tras una serie de debates y puestas en común internas desde el Grupo Anarquista Cencellada consideramos necesario retomar nuestra actividad polí­tica en el territorio particular que habitamos.

Comunicado del Grupo Anarquista Cencellada, afincado en Valladolid, donde se analiza la necesidad de retomar la actividad social desde posicionamientos libertarios. 

 

Siendo conscientes de los cambios, las problemáticas sociales actuales y el contexto polí­tico continuamente móvil en el que nos movemos, seguimos con la necesidad de trabajar en la difusión de las ideas anarquistas y en el intento de ponerlas en práctica, pues entendemos que las anarquistas, sus prácticas, sus teorí­as y sus métodos tenemos mucho que decir y aportar a la sociedad en un intento de transformación estructural para acabar con todo aquello que nos oprime y limita.

De la calle al parlamento. Algunas consideraciones sobre el devenir polí­tico actual

En estos últimos años hemos visto como, tras un periodo de gran de activismo y movilizaciones más generalizadas animadas a partir del 15M, las diversas luchas han ido siendo canalizadas por la ví­a institucional, vaciándose las calles. Esta pacificación de luchas, tanto por la recuperación institucional, como por un cansancio y agotamiento de dinámicas repetitivas nada desdeñable, ha generado una situación de desánimo y aletargamiento en los movimientos sociales en general.

La entrada a las instituciones de diversos proyectos polí­ticos más o menos alternativos ha servido para darse cuenta de los lí­mites de la maquinaria del Estado. Incluso siendo parte interna de la máquina, hay techos de cristal que por la ví­a institucional están bien cerrados y, como ya sabí­amos, no van a dejar que se rompan. Somos conscientes de la función del poder así­ como de sus instituciones públicas, que sirven solo para controlar aquellas cuestiones que entendemos que deberí­an ser de gestión colectiva, horizontal y directa. En nuestra ciudad, Valladolid, se está viendo como “el Ayuntamiento del cambio” no tiene capacidad para solventar todas las necesidades de la vecindad, generando un clima de descontento y desorientación al no haber, en principio, más alternativas, y, también, dificultando la creación de estas a base de multas, precariedad y fomentando una “participación ciudadana” mercantilizada, elitista y no real.

Con todo esto y tras un par de años marcados por una tendencia a la desmovilización social, en los últimos meses ha eclosionado una vieja reivindicación que, aunque sea por un breve periodo de tiempo, ha puesto en jaque a un Estado español cada vez más ilegí­timo, al menos, en uno de sus territorios más importantes. Entendemos que el análisis de lo sucedido en los últimos meses en Cataluña ahora mismo no nos corresponde a nosotras, pero, sin embargo, sí­ que consideramos necesario tratar de comprender sus repercusiones tanto en Valladolid como en el resto del territorio castellano.

Sin que la pretensión del presente comunicado sea hacer un análisis profundo y detallado de este tema, sí­ que queremos destacar un hecho significativo: mirando el revuelo con un poco de perspectiva lo que más allá del territorio catalán se está poniendo de manifiesto es que en lo que llaman “España” hay un conflicto latente que se viene arrastrando al menos desde la caí­da del franquismo y que no se puede seguir ocultando. Y es que la transición no supuso una ruptura con el régimen predecesor tal y como la gran mayorí­a de la población reclamaba. En ningún momento se han depurado responsabilidades ni se ha fomentado un proceso reparador para con todas las atrocidades sufridas/cometidas durante cuarenta años de dictadura fascista. Tampoco se ha producido un distanciamiento contundente con el nacionalcatolicismo que imperó durante aquellos años y las consecuencias afectan en cuestiones tan dispares, y tan relacionadas a la vez, como el sistema educativo o el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos y nuestra propia salud.

Más allá del horizonte: la vida y el abismo
La coyuntura social que nos rodea hunde sus raí­ces en una crisis civilizatoria constatada. Podemos ir saltando de escándalo en escándalo o retomar el camino por un planeta habitable y por una vida libre. Para ello tenemos que enfrentarnos a la visión del futuro decadente sumido en una dinámica caótica y destructiva, causada por la expansión sin lí­mites del valor capitalista. Ante ello, el deber del movimiento libertario es volver a plantear utopí­as en las que la libertad y la vida sean el centro y hacer patente la relación imposible entre la sostenibilidad de la vida y la actual lógica productivista que se mantiene mediante la expoliación de los territorios y el trabajo invisibilizado de sujetos históricamente femeninos.

Tocadas pero no hundidas
Queremos reflexionar sobre la situación actual del anarquismo en la Pení­nsula siendo conscientes de dónde venimos y hacia dónde vamos, en un intento de continuar formando parte de un movimiento libertario que dialoga y se adapta a la realidad que le toca vivir en un intento auto-afirmativo de no renunciar a sus principios básicos.

Tras los últimos ataques represivos por parte del Estado a distintos colectivos e individualidades anarquistas en la geografí­a peninsular, nuestro movimiento polí­tico se ha visto perseguido y criminalizado a un nivel que no se veí­a desde hace algunos años, con una serie de operaciones policiales que buscaban desestructurar las redes polí­ticas y de afinidad existentes, además de generar alarma social y alimentar el imaginario colectivo con la vinculación “˜anarquistas-terror’. Siendo conscientes de las consecuencias que ha tenido para el movimiento libertario, y la respuesta que se ha dado por parte del mismo, entendemos que el anarquismo no se encuentra en su mejor momento, si bien antes de estas operaciones represivas tampoco lo estaba. En un intento de adaptarse a los tiempos que corren, las distintas individualidades y colectivos han buscado reformular su discurso intentando acceder a las problemáticas cotidianas, y tratando de ver cómo se pueden abordar desde la práctica y el pensamiento anarquista. Las realidades de cada territorio son diferentes y cada situación particular tiene un contexto propio donde llevar a cabo su lucha polí­tica.

Como anarquistas seguimos organizándonos para llevar a cabo la transformación social que deseamos en base a unos métodos e ideas que consideramos útiles y necesarias. Somos conscientes de la situación en la que nos encontramos y hacia qué dirección queremos dirigir nuestros esfuerzos y objetivos. Por ello seguimos trabajando como grupo de afinidad anarquista para aportar desde nuestra visión particular algunas herramientas para que el cambio social de raí­z que queremos sea un poco más viable.

Valladolid. Diciembre de 2017

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