Publicado por DV & archivado en Burgos, Historia, Literatura, Relato.

Juan Garcia OliverEl 14 de abril de 1931 se proclamará en España la República.  En la antigua  prisión de Burgos cientos de presos se hacinan agitados ante la perspectiva de que el nuevo régimen polí­tico decrete un amplio indulto. Ante la demora  de la proclamación de la República en Burgos los presos se amotinan exigiendo su liberación. Entra ellos se encuentra el conocido anarquista catalán Juan Garcí­a Oliver que capitaneara la revuelta. Unos hechos históricos narrados en su libro de memorias El Eco de los Pasos y que han inspirado un nuevo relato marca de la casa DV. Un relato que será publicado a modo de folletí­n y del que nuestros lectores pueden ya conocer su primera parte.


No era la primera vez que me encontraba en la cárcel de Burgos pero sabí­a de sobra que esta vez iba a ser distinta de todas las anteriores. Esta vez no se trataba de un pequeño robo ni un hurto sin casi importancia.

Me la jugué y la gané por rápido en aquella pela en una de las tascas malolientes de la alteza, allá por el barrio de San Esteban. No lo maté, pero el filo helador penetró en el vientre del aquel bravucón que pretendí­a intimidarme. Nunca me he tenido por un hombre violento, pero cuando un nace rodeado de la miseria y la ruina humana hay que aprender a utilizar ciertos trucos si se quiere conservar la vida.

La sangre empapó mis ropas, sin saber muy bien que hacer huí­ hacia la zona del castillo pensando que allí­ encontrarí­a refugió. Al poco tiempo  una patrulla de guardias dio conmigo y me trasladó al penal de Burgos.

 El juicio se celebró sin que albergase demasiadas expectativas. Asesinato en grado de tentativa. Me iba a pasar los próximos 15 años de mi vida entre los muros de aquella institución carcelaria, una prisión que antes habí­a sido convento y que era una de las más temidas en España.

En el sistema penitenciario español, a la prisión de Burgos le estaba asignado el escalafón más bajo, en donde se mataba a los presos a palos. La cárcel de Burgos era el peldaño final de la larga escalera que conducí­a a los infiernos. Allí­ eran llevados los casos más graves de delincuencia, los fugados de otras prisiones, los motineros, los huelguistas de hambre y los incorregibles que habiendo ingresado jóvenes en la cárcel con  leves condenas llevaban ya veinte o treinta años en la cárcel y aún les faltaba por cumplir otros cuarenta por penas acumuladas por riñas a muerte o agresiones contra los oficiales de prisiones. Algunos de los penados se habí­an pasado cinco años encadenados por el pie a la pared, una medida disciplinaria que en la argot carcelario era conocida como la blanca.

Francisco Salinas

 Imagen del Centro Cultural Francisco Salinas-Teatro Clunia 
donde antes se ubicaba la antigua carcel de Burgos

La disciplina en el penal de Burgos era mitad de palo mitad de extorsión. Del palo se encargaban noventa cabos de vara reclutados entre lo peor que entraba en la prisión. La selección se realizaba desde la dirección y consistí­a en elegir a los chivatos recomendados por los directores de sus cárceles de origen, los soplones de la policí­a, los elementos transferidos al penal para no salir nunca y los gitanos andarrí­os que instintivamente odiaban a todos los no gitanos.

El cuerpo de prisiones estaba magní­ficamente representado, desde el director, Anastasio Martí­n Nieto, al administrador, Raimundo Espinosa, pasando por el jefe de servicios, don Juan “El Gallego”.

Como en otras ocasiones fui recibido a base de palo por los cabos de vara, uno de ellos, que me conocí­a de anteriores ocasiones, me hizo presente que esta vez se iba a ocupar personalmente de mí­ haciendo que mi instancia fuese lo más “agradable” posible.

A punta de palo fui conducido a la celda, aquel salvaje descargaba furiosamente su bastón sobre mis costillas.

-Vas a saber tú lo que es bueno. Ya te dije yo que volverí­amos a vernos. Ahora de aquí­ solo sales con los pies por delante.

Teatro CluniaEl periodo de celda, cuya duración dependí­a del humor del director, consistí­a en brutales apaleamientos diarios. Una vez terminado, el preso era conducido al denominado departamento de Higiene, que se encargaba de la limpieza de la prisión, efectuada mediante un sincronizado apaleamiento de los penados que éramos colocados en filas de seis. Detrás de cada fila los cabos golpeaban sin cesar en las espaldas de los presos. Si te derrumbabas eras conducido a la enfermerí­a donde normalmente el preso encontraba la muerte. El médico de la prisión solí­a certificar la muerte por ataque cardí­aco o congestión, nunca por apaleamiento, de esta manera se evitan posibles reclamaciones de los familiares.

Los que lograban sobrevivir a las palizas pasaban de Higiene a la vida común en el patio donde la dureza resultaba menos extrema.

En la cárcel de Burgos nadie pensaba en la fuga. El último que lo consiguió fue un gitano que nada más poner el pie en el patio se fue derecho a la lavanderí­a donde cogió una larga pértiga, con decisión se echó a correr hacia el muro y de un increí­ble salto de garrocha sobrepaso el muro y se fue. Así­ sin más, se fue para siempre. Aquel gitano era recordado entre los presos como el íngel del Misterio.

Nadie estaba dispuesto a imitarle. El terror a las terribles consecuencias anulaba cualquier tipo de tentativa de fuga entre los que allí­ nos encontrábamos recluidos.

No habí­a más opción que esperar pacientemente a que expirase la condena, a no ser que, como ya me habí­a hecho presente aquel cabo de vara,  saliese del penal con los pies por delante. Ignoraba que tras aquel abril de 1936 el destino me tení­a reservado un radical cambio de suerte. Y como yo, también lo ignoraban  el resto de los reclusos confinados en la antigua prisión de Burgos.

9 Comentarios para “El íngel del Misterio. Crónica de un motí­n en la antigua prisión de Burgos”

  1. carazo

    Que horror de relato, y seguramente que la realidad era mucho peor. Que raza de anarquistas, como superaron tanta calamidad… y llegó a ministro de justicia, Salud y revolucion.

  2. Autor

    Efectivamente, Juan Garcí­a Oliver fue Ministro de Justicia durante el periodo de colaboración gubernamental de la CNT-FAI en el ejecutivo de Largo Caballero, pero eso se contará en la tercera parte del relato.

  3. david goytia

    un saludo, mi bisabuelo fue preso republicano y murio en una carcel de burgos,se llamaba Eloy Goitia Inchausti,alguien me puede decir como puedo encontrarle,gracias.

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