Otra vez se nos llama a las urnas y más que nunca se nos interpela a los anarquistas a “movilizarnos” ese día para acudir a los colegios electorales y ayudar a que venga el cambio.
Hoy, como ayer, somos conscientes que los cambios que buscamos no vendrán símplemente por meter un día una papeleta en una urna.
De entre las distintas iniciativas al respecto descatamos: El editorial [Elecciones 2015. El furor socialdemócrata] del programa de radio El Acratador de Radio Topo, que analiza la coyuntura presente recordando recientes momentos históricos similares. La campaña de El Espacio Libertario de Madrid llamando a organizarse y luchar después de las elecciones. El análisis de procés Embat [Movimiento popular y expectativas electorales] que propone, antes de apostarlo todo a la vía institucional, la necesidad de fortalecer los movimientos sociales y preservar su autonomía.
En los últimos años muchos/as libertarios/as hemos coincidido con personas (de las que solíamos estar más alejados/as) en movilizaciones y organizaciones. Quizá no vayamos a acompañarlas en su asalto al poder institucional, pero lo que está claro es que seguimos deseosos/as de crear tejido social, de seguir protestando, luchando y construyendo alternativas juntos/as. Nos vemos en las asambleas, nos vemos en las calles.
De la editorial del Acratador:
[…]Es innegable que mucha gente que proviene de los movimientos sociales, gente activa y bienintencionada, se ha lanzado a la aventura electoral, a lo que algunos llaman asalto a las instituciones. Ahora bien, cabría meditar si realmente se asaltan las instituciones o más bien éstas se limitan a ser lo que normalmente son con respecto a los movimientos sociales que se enfangan en tan complicada senda: una suerte de esponja capaz de absorver cualquier cosa, hasta la más disidente, para vaciarla de contenido y, sobre todo, de capacidad de contestación social.[…]
Porque si miramos al pasado, aquellos que ya peinamos canas, todo esto nos suena a música ya escuchada. El proceso de Podemos no es muy diferente del ilusionante PSOE de los 80, una referencia en realidad mucho más cercana de lo que parece.
[…] Cuando hablamos de bienestarismo no quiere decir que nos vamos a poner a defender los recortes o a pedir que desaparezcan las ayudas sociales, pero pensamos que la misma dinámica defensiva de la que nacieron las diferentes mareas (verde, blanca, naranja) o movimientos como Stop Desahucios ha generado que muchas personas sigan una inercia de pura recuperación de un estatus, que no de transformación de lo existente. Lo revolucionario queda aparcado sine die. Ya ni tan siquiera se plantean propuestas tan light como la no devolución de la deuda o la renta básica. Como mucho alguna remunicipalización de servicios y ya veremos.
Del escrito del Espacio Libertario de Madrid:
Es una idea muy vieja que vuelve con otros ropajes, pero su esencia sigue siendo la misma: el control del poder estatal y la delegación en él de los asuntos de necesidad e interés de la sociedad. […] Consideramos que no hay transformación social posible sin la implicación constante de cada uno de nosotros en la realidad social diaria que nos rodea.
[…] Estar unidos frente a lo que nos afecta es prioritario en las circunstancias actuales, pero más aún lo es fortalecer las relaciones con las personas con las que convivimos y compartimos espacios, para, con ello, participar y construir un movimiento social que cuestione las relaciones de poder que nos impiden desarrollar una vida digna e íntegra.
[…] Es por ello que, más allá de si votas o no, os animamos a participar del espacio político que se constituye desde abajo en las redes de apoyo mutuo, cooperativas, sindicatos, etc.
Y del análisis de procí¨s Embat:
Actualmente vivimos unos meses de aparente desmovilización social en la calle.[…] en cierto momento las instituciones aparecen como el objetivo fácil de avance en las fuerzas sociales. Si no se ha logrado gran cosa a través de la protesta ciudadana, la conquista del poder por medio de las elecciones suele ser una opción bien vista.
Por lo tanto si las opciones revolucionarias han estado ausentes del debate general y no han logrado articular una alternativa global revolucionaria que tenga como base el movimiento popular, se produce como consecuencia un trasvase de fuerzas al electoralismo.
[…]Por este motivo el movimiento popular tendrá que dar una respuesta dual ante el hecho electoral:
El movimiento popular debe disponer de mecanismos para ejercer su influencia en las instituciones sin ser recuperado por ellas.
Construir una alternativa a las instituciones, ya sea transformando las actuales en nuevas instituciones populares, ya sea generando contrainstituciones que establezcan un poder dual, o incluso ambas a la vez.
[…]El papel del movimiento libertario, más que advertir a los movimientos populares del engaño de la vía electoral, es actuar como:
organizador del movimiento social en estructuras de poder popular autónomas y con una agenda propia al margen de los partidos políticos[…]
elemento tensionador de las contradicciones existentes entre el proyecto de transformación reformista bienintencionado con las estructuras institucionales y económicas reales (los poderes fácticos).[…]
prepararse para el momento en el que dichas contradicciones estallen. Porque lo más probable es que estallen.[…]
Unx
Yo soy de ese tipo de personas que no rechazan los procesos electorales-institucionales pero que creen que lo primero es la calle. Y nunca se me ocurriría pedir a un/a anarquista que votara. Sería ridículo culpar al anarquismo de los fracasos electorales de la izquierda, por varias razones. En primer lugar, porque l@s anarquistas (confesos) no son tant@s como para influir decisivamente en las elecciones. En segundo lugar, porque si lo fueran, sería responsabilidad de la izquierda el no haber conseguido aglutinar a más gente en sus proyectos. Y, en general, porque cuando la izquierda prioriza la “lucha” electoral suele adolecer de una cobardía política importante para ganar votos de las gentes moderadas; en tal caso, sería ridículo pedir a un anarquista que votara a un partido con un discurso moderado.
Matias el anarquista que no se ha confesado aún
Me quedo con esto: “porque l@s anarquistas (confesos) no son tant@s como para influir decisivamente en las elecciones”.
Algún día me tienes que enseñar donde está ese censo de anarquistas (confesos)… Es broma…
La izquierda y la derecha han muerto hace años, ahora solo hay liberalismo y en el otro lado idiotas que se oponen al liberalismo y que se llaman “izquierda” porque no saben ni que llamarse y para colmo muchos de los de la izquierda han colaborado con el liberalismo mas que los liberalistas… patético.
Rí¥dmansson
Me parece muy bien el luchar contra el institucionalismo, pero creer que el sindicalismo y otro tipo de asociacionismo son “libertarios” en sentido literal, me pareve una ilusión semejante a la de la vida eterna en la Gloria, de la que habla la Iglesia. Conozco muy bien el sindicalismo de un país en el que esa “institución” ha tenido gran influencia en política. Me refiero a Suecia. Toda agrupación humana bien organizada tiende a institucionalizarse. La ilusión del anaruismo es que el individuo adquiere relevancia organizándose en colectividad. La paradoja de la Sociedad humana (que la convierte a menudo de “Sociedad” en “suciedad”) reside en la conjunción “y” de la expresión “individuo Y Sociedad”. La naturaleza humana tiene el mismo contenido que la animal en el sentido de que cada individuo tiende a imponer su voluntad a los otros. Es cierto que hay que cultivar las virtudes sociales y dejar que se desarrolle la aportación de la salud ética y del entendimiento individual en la colectividad, pero eso no desdcie de la organización de Partidos políticos ni asegura tampoco que una colectividad de anarquistas deje de caer en el dominio de los unos sobre los otros. Tengo experiencia familiar de ello. En política lo que es deseable es que la comunidad básica (el ayuntamiento) sea considerado como la base del estado, lo cual exige una leislación y un hábito de democracia local, aunque también a ese nivel se erigen siempre los que mandan. El anarquismo es un ideal utópico, lo cual no quiere decir que no hayamos de fomentar un espíritu anarquista, en el sentido de que nadie debe dejarse dominar po nadie. Pero eso requiere también una ética y una formación adecuada. Pues la terquedad no es anarquismo sano.
No estoy seguro de que este comentario mío sea respetado en esta página. Pues estoy acostumbrado a que supriman comentarios Cuando no se ajustan a la opinión y normas de los que dirigen esa discusión. El anarquismo sano exige el respeto absoluto y sin censura de la opinión individual.
bartola
Hola,voy hablar de algo sencillo,la anarquia es una utopia.y komo anarquista os digo ke en mi vida hago todo lo posible para ke no lo sea,es decir mi persona se curra todos los dias ke no sea jerarquica,patriarcal y capitalista y ke mi entorno sea mi pequeña revolución.
En el resto del mundo,pués claro ke es una utopia,ya ke las personas una gran mayoria (porque según dicen anarquistas somos pokas)no ponen de su parte para ke desaparezca la jerarquia,el patriarcado y el capitalismo,todo esto es lo ke hace ke sea una utopia.
Entonces yo os lanzo una pequeña y sincera pregunta.
¿de verdad kereis dejar de ser representantes/as,representados/as y consumistas?