Desde hace unos días la vorágine de acontecimientos que se han vivido en torno al movimiento del 15-M en Burgos han contribuido a poner sobre la mesa algunos aspectos que hasta ahora parecían moverse solo entre las bambalinas propias de un decorado. La indignación se enfrenta a uno nuevo reto más comlicado aún si cabe: saber sobrevivir y expandirse ante la descarada manipulación informativa de los medios oficiales. Algo que, a pesar de su actualidad, no deja de ser tan antiguo como el eterno binomio sumisión-desobediencia.
La desmedida actuación policial del pasado 11 de junio ante las protestas en la ceremonia de investidura de Javier Lacalle como nuevo alcalde de Burgos que se saldó con varias cargas policiales y dos detenciones, ha contribuido a esclarecer algunos aspectos que en cierta manera aún se mostraban de forma nebulosa en torno al movimiento de protestas del 15-M en Burgos.
La detención de dos personas y su posterior linchamiento mediático ha puesto sobre la mesa el papel histórico que siempre han desempeñado los medios de comunicación oficiales en Burgos, una ciudad que no representa una excepción a la regla. La editorial de los dos principales medios locales se ha puesto al servicio de la maquinaria que aspira a que esta oleada de descontento que recorre nuestra geografía se disuelva sin más pena que gloria o se convierta en una mera anécdota que sirva para devolvernos a la misma situación de mansedumbre generalizada que se vivía antes de aquel domingo 15 de mayo.
La trayectoria que han seguido los medios, entre ellos Diario de Burgos, que como viene siendo habitual es quien ha marcado la tónica general, puede resumirse en la ecuación que se refleja en la siguiente fórmula: ninguneo-coqueteo-criminalización.
Mientras fue posible se ignoró completamente la existencia de un movimiento de protesta en Burgos que, al igual que en Madrid, Barcelona y otras tantas ciudades, representaba un primer punto de partida para el despertar del descontento social latente. Una vez que la indignación tomó forma la estrategia a seguir fue la tratar de hacer guiños que al menos sirvieran para camuflar que algo se estaba fraguando en Burgos y en las respectivas redacciones no habían querido darse por aludidas. A partir del sábado 11 de mayo la partida se juega ya con las cartas sobre la mesa, y parafraseando la editorial de El Correo de Burgos, los plumillas del régimen se han quitado la careta.
Para justificar las cargas policiales y las detenciones arbitrarias del sábado se ha hecho uso del viejo repertorio mediático reactualizando uno de sus consabidos términos: ANTISISTEMA. Ese parece ser el nuevo, en realidad no tanto, anatema que se lanza desde las rotativas oficiales para criminalizar mientras los que detentan el monopolio de la violencia descargan sus porras.
Las verdades incomodas que el pasado sábado les tocó oír a nuestros políticos que en Burgos, como al igual que en otras muchas ciudades, tuvieron que escuchar la indignación de cientos de personas que no se tragan ya sus mentiras, han hecho que salgan a relucir los fantasmas recurrentes que pueblan sus noches. ANTISISTEMA, murmuraba por el Espolón la comitiva en una letanía que ya anunciaba porrazos y tinta en los periódicos, ¿pero que es lo que entienden estos señores por antisistema? Quizás un ente que como la vieja conspiración judeo-masónica parece estar presente hasta en la sopa.
Los altercados del sábado 11 de junio tuvieron solo un protagonista. Los agentes que de repente y sin razón aparente comenzaron a perseguir a una persona quién sabe si como estrategia para desplazar la atención ante la inminente salida del consistorio del nuevo alcalde Javer Lacalle.
Ahora que la partida se juega ya con cartas marcadas es el momento de potenciar los medios que desde un primer momento se han sumado a la movilización de forma sincera. En este sentido no puedo dejar de felicitar la excelente labor que han realizado los compañeros de Burgos Digital que han llevado a cabo un amplio seguimiento de todas las movilizaciones, y esto lo digo desde la más sentida sinceridad , amigos de la “J”, a pesar de que en ocasiones no comparta la totalidad de vuestros posicionamientos, pero eso, como se suele decir, son otras historias.
Por último solamente añadir que tenemos la responsabilidad histórica de demostrar que una vez que se desmonté la acampada de la Plaza Mayor el próximo domingo 19 de junio al movimiento del 15-M le queda todavía todo por hacer. Contagiar a los barrios, demostrar que la autogestión y la auto-organización son posibles, hacer ver que la utopía está al alcance de la mano.
Modesto Agustí
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