La revuelta de Gamonal contra la construcción del bulevar significó un antes y un después para la realidad social del barrio. Cuando se cumplen 6 años de aquellas protestas vecinales, publicamos un nuevo artículo de Víctor Atobas donde se reflexiona acerca de aquellas jornadas repensando las formas en las que experimentamos la esperanza.
Hay una pintada en el barrio que dice: Gamonal, más que un sentimiento, apuntando hacia la identidad de barrio. Antiguamente, cuando Gamonal era aún una pequeña aldea, las flores de la esperanza eran precisamente los gamones que nuestros antepasados utilizaban como forraje para el ganado; a medida que este iba engordando, los rostros fatigados por la faena sonreían. Habiéndonos referido en el articulo anterior a la forma en que experimentaban el tiempo los aldeanos, en conexión con el trabajo en el campo y los ritmos naturales, en este texto comentaremos brevemente que también sentían de una forma diferente en tanto que, ahora, nuestros cuerpos están sometidos a una suerte de presente perpetuo; nuestros cuerpos son afectados por ondas globales de terror y de miedo difundidos a través de los medios y las redes sociales, en una actualidad siempre renovada. Sin embargo, los cuerpos de los antiguos pobladores del pueblo de Gamonal se encontraban apegados a la tierra y a los ritmos naturales, al trabajo en las huertas y con los animales, y percibían mucho más claramente que nosotros la diferencia entre el presente, el pasado y el futuro. El pasado era la tradición, el presente individual se percibía en conexión al tiempo colectivo de la aldea, mientras que el futuro aparecía anticipado a través de las imágenes utópicas del paraíso de Dios en la tierra. Sin embargo, ahora, en pleno 2020, el pasado es teatralizado en el espectáculo, manipulado, reprimido o casi aniquilado – los poderosos y sus mayordomos tratan de borrar la historia de nuestras luchas-, mientras que el presente es un tiempo individual y el futuro encuentra grandes dificultades para ser concebido.
Asamblea vecinal en Gamonal (enero 2014)/ Tomás Alonso
Pero lo que nos interesa señalar ahora es que los aldeanos sentían la desesperación y la convertían en esperanza, aunque de una forma diferente a nosotros; a través de los pecados que cometían y de la culpa que sentían, buscaban a Dios, así como convertirse en hombres buenos. Cuando los dioses cayeron de los mármoles y los altares, La Real y Antigua pasó a ser un lugar diferente en el sentido de que ya no era percibido espiritualmente por los vecinos como casa de Dios; a partir de entonces la esperanza ya no se vivió a la manera de la fe religiosa, sino más bien en relación con la historia del barrio que nacía al fragor de los hornos y los motores chispeantes de las fábricas del polígono. Al tiempo que los poderosos entregaban el urbanismo al mercado y generaban el caos a nivel urbanístico, produciendo espacios insalubres y carentes de infraestructuras y servicios; mientras los oligarcas imponían esa desastrosa urbanización, por otra parte la esperanza de los vecinos seguía desarrollándose, aunque las imágenes utópicas del reino de los cielos habían sido sustituidas por las del poder del pueblo sobre los espacios de las fábricas y del barrio.
Enfrentamientos y barricadas en Gamonal / Tomás Alonso
A pesar de que el obispo Platero se había opuesto a la industrialización, esta era ya imparable, y se sucedieron las ocupaciones y las huelgas en las industrias del Polo. Gamonal se había convertido en un barrio obrero, aunque seguiría siendo glorioso en tanto continuaría aspirando a la eternidad, a una eternidad utópica en la que los vecinos que habían vencido en la huelga o que habían conseguido la construcción o la mejora de los espacios del barrio, habían realizado partes del futuro que estaba desarrollándose y aun así, tras el momento de alegría inicial, habían seguido sintiéndose insatisfechos.
A este respecto, cabe aclarar que la esperanza es tanto un tendencia hacia el futuro de un barrio combativo como Gamonal, así como la aspiración que sentimos en los instantes luminosos de nuestras vidas cotidianas, durante los que llegamos a percibir que en todo lo que se hace real, queda siempre un deseo insatisfecho, un poso de esperanza. Y lo más maravilloso, por supuesto, es que esa esperanza, esa mirada puesta en el futuro, es inseparable del proyecto de un barrio de vecinos libres e iguales. En el caso de las luchas del siglo XX, podríamos mencionar que después de conseguir la mejora de algunos espacios, y la construcción de otros, los vecinos aún sentían un rastro de esperanza, después de esas victorias los vecinos se quedaron con una sensación de insatisfacción muy particular, y por eso siguieron luchando.
Esto es exactamente lo mismo que ocurrió tras la revuelta de 2014, cuando seguimos insatisfechos, y por eso continuamos teniendo esperanza y luchamos contra la especulación en la Plaza de Toros, así como en asambleas que surgieron en otros barrios – como en Fuentecillas -, además de en todo el movimiento social y cultural que rejuveneció a Gamonal y a Burgos.
Ahora que celebramos con gran alegría el sexto aniversario de la revuelta, la historia nos vuelve a plantear el reto de volver a unirnos como pueblo para acabar de forma definitiva con el bulevar y construir un futuro diferente. Cabe señalar que la desesperación también es una mirada puesta en el futuro, pero allí donde la esperanza proyecta el todo, la desesperación pone la nada delante de nosotros. Sabemos que los poderosos, sus mayordomos, sus medios de comunicación… tratan de convencernos de que no hay alternativa a la desesperanza, de que lo único que podemos hacer es resignarnos pasivamente a que especulen con el bulevar, mientras el barrio sigue deteriorándose, sufriendo las consecuencias sin chistar y temiendo.
La calle Vitoria a su paso por Gamonal / Tomás Alonso
Respecto al miedo me gustaría aclarar que, el pasado mes de diciembre, el Diario de Burgos se lamentó de que veintisiete vecinos nuestros, a quienes se les había abierto un expediente administrativo, no hubieran sido castigados con grandes multas al no poder probarse que impulsaran las protestas. En este sentido, nos mandan un mensaje; si hay algún cabecilla en una nueva revuelta, este será castigado. Pero no tenemos miedo. En mi caso, por ejemplo, tras haberme limitado a aportar mi granito de arena al debate, cuando se hubieran iniciado las protestas en las calles del barrio, pues me limitaría a hacer lo mismo que en 2014; dejar de escribir artículos como este, para incorporarme así al desarrollo de las protestas. Si volviera a escribir lo haría sin firmar -al igual que muchos otros-, precisamente para denunciar a los partidos y asociaciones que pretendieran hablar en nuestro nombre y manipular la lucha contra la especulación en el bulevar. En la acción colectiva lo importante no es lo individual, sino el destino de todo el barrio.
Deberían saberlo, señores del Diario de Burgos, o es que acaso no conocéis a vuestros propios vecinos, contra quienes sugerís que deberían haberse impuesto multas. Ustedes, señores de la manipulación, deberían saber que si a mí no me metéis el miedo en el cuerpo, mucho menos a los vecinos que llevan toda la vida luchando, ya sea en sus centros de trabajo o en los movimientos sociales, gentes orgullosas que saben perfectamente que Gamonal es más que un sentimiento – es decir, que tienen conciencia de clase-, y que nunca han dejado de abrir las puertas a la esperanza. Porque en las protestas contra el nuevo bulevar no habría impulsores individuales, sino que estas serían impulsadas por el pueblo, lo que no implica que no hubiera unos vecinos que decidieran participan más y otros menos, unos que secundaran asambleas y manifestaciones y otros que un día interrumpieran su presente individual para bajar unas sopas calientes a sus queridos vecinos.
Gamonal: más que un barrio, un sentimiento / Tomás Alonso
Concluyendo, la mejor manera de celebrar el sexto aniversario es que nos permitamos tener esperanza, no en un sentido religioso como antiguamente – en el caso de los habitantes del antiguo pueblo de Gamonal-, sino en relación con la historia, con lo que hicimos en 2014 y podemos volver a hacer; esta vez no sólo para parar el bulevar sino para realizar el futuro, un nuevo urbanismo en el que seamos los vecinos quienes planifiquemos nuestras relaciones con los espacios del barrio y de los centros de trabajo, para de esta manera realizar nuestra larga aspiración de un barrio, de una ciudad sin desigualdades sociales, habitada por personas libres e iguales; nuestros vecinos, a quienes amamos.
Víctor Atobas
* Víctor Atobas es escritor. Entre otros libros, es autor de Autoridad y culpa (Piedra Papel Libros, 2017), y El deseo y la ciudad. La revuelta de Gamonal (Zoozobra, 2018).
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