Publicado por DV & archivado en Burgos, Especulación.

5Declaración de José Antonio, vecino de plaza vega expulsado de su casa y posteriormente derribada.

Toda nuestra vida, durante más de veinte años, mi madre, mi hermana y yo habí­amos sido de Gamonal. Corrí­a el 1987 y, cercana la jubilación de mi madre, trabajadora de la fábrica Campofrí­o, decide invertir el dinero de la jubilación para la entrada de un piso, para tener una existencia tranquila y poderme legar la vivienda, pues esa era su legí­tima ilusión.

Tras barajar varias opciones optamos por adquirir un piso con una situación magní­fica, frente al Espoloncillo en la plaza de Vega, muy amplio y luminoso. El precio era elevado pero tení­a reformados cocina y baño, instalaciones nuevas y buena presentación. Valoramos sobre todo su amplitud, de ciento ochenta metros cuadrados construidos y su magní­fica situación. Era una excelente inversión, cerramos el trato e hicimos el papeleo. Para pagarlo, como cualquier familia trabajadora, nos embarcamos en una hipoteca, con elevados tipos de interés.

Nuestros vecinos eran la familia del tercero, propietaria original del edificio, y otra familia que explotaba la pensión del 1º y el bar Dallas, luego se unieron los del bar ¿por qué?. Durante once años disfrutamos de una existencia armoniosa, en el contexto de una plaza de Vega repleta de vida. Las viviendas de toda la manzana estaban ocupadas y funcionaban numerosos comercios y establecimientos de hostelerí­a, hasta que comenzaron a atronar los primeros cañonazos de la especulación. Se vaciaban viviendas y negocios y los señores del ladrillo extendí­an sus tentáculos en pos de sus lucrativos negocios. Nos visitaron varias veces, pero sus ofertas no tentarí­an a nadie, aunque su interés por el edificio se desvaneció porque el resto de la casa era una pro indiviso, con cargas e inquilinos, situación corriente en el centro histórico de Burgos.

Hasta aquí­ todo normal, pero entonces un hecho desgraciado marcarí­a definitivamente nuestras vidas. Irrumpe en escena un conocido personaje de Burgos, repleto de codicia y maestro en el tráfico de influencias. Manipula a su conveniencia e intereses la redacción del plan de ordenación urbana (dos ejemplos: plaza de Vega e “Indupisa”) y teje su red de extorsión para colmar su ambición. Recibe por herencia un pequeño porcentaje de la pro indiviso pero aspira a más y “convence” a una tí­a para que le deje su parte, extorsiona a otra con la misma intención (los vecinos del 3º), pero sólo consigue que, desesperados, abandonen su hogar y malvendan su participación a otro conocido especulador profesional, con aún más codicia y poder en las altas esferas.

Nosotros creí­amos que nuestra posición de propietarios independientes y libres de cargas nos protegerí­a de los oscuros intereses de estos señores y así­ habrí­a sido en circunstancias normales, pero pronto experimentamos en propia carne las consecuencias de la corrupción con sus dentelladas de acoso y extorsión. Durante un tiempo nos acosan y minan nuestra resistencia, jactándose del poder que ejercí­an en el Ayuntamiento, lo que se confirmó en cuanto Aparicio inició su reinado.

La impotencia te vence cuando no te ofrecen ninguna salida. Jamás hemos recibido por su parte ningún tipo de ofrecimiento y durante demasiados años hemos vivido el más refinado terrorismo. Resumir once años de padecimiento no es objeto de este escrito. El miedo te atenaza, la impotencia te vence, la incomprensión te enciende. Es muy duro contemplar cómo destrozan a tu familia y hasta te olvidas ti mismo y de cómo han truncado para siempre un proyecto de futuro, para el que llevabas preparándote toda la vida, justo cuando empezaba a arrancar. Te sientes ví­ctima de una pesadilla que no acaba nunca, pides ayuda desesperadamente pero lo único que te ofrece esta sociedad enferma es que te sacudas tú mismo como puedas estas hienas que te devoran.

Depresiones crónicas, el llanto desgarrador de una madre, insomnios, tratamientos prolongados, ingresos hospitalarios periódicos, aniquilamiento, rabia, coraje, impotencia… y la burla de mezquinos e ignorantes. Hay momentos que agradecerí­as que nos dieran un tiro, eso serí­a bastante más humanitario. ¡Que me deshereden¡, ¡que se lo lleven todo¡, pero ¡por Dios, que acabe de una vez este sufrimiento insoportable¡.

Y como culminación a once años de acoso: ¡a la calle como a perros¡. Tienes unas horas para vaciar lo que puedas y como puedas tu hogar de más de 20 años, abandónalo a la fuerza y contempla cómo es arbitrariamente reducido a escombros, que dentro de poco te harán pagar 180.000 euros por la demolición, y, cuando los amigos de Aparicio levanten su edificio, contarán con un comprador seguro, que deberá pagar n veces el coste real y volverse a hipotecar, si quiere materializar sus derechos. Balance: estafa en dos tiempos, la primera fase, hasta la demolición, es la más difí­cil, el resto está tirado.

El edificio contiguo de Calera 5 es un ejemplo de cómo se desarrollan los acontecimientos sin que medie la corrupción: el promotor compra o adquiere los derechos de los propietarios y negocia con los inquilinos y los titulares de los negocios: unos prefieren indemnización, otros volver a sus negocios por una cantidad pactada, y se inician las obras de construcción, que naturalmente pasan por la conservación de las fachadas por ser centro histórico. Acaban las obras, la gente vuelve a sus negocios o viviendas sin sorpresas y se ponen a la venta el resto de apartamentos.

El encargo que recibió el equipo de Aparicio serí­a el sueño de cualquier especulador: liberación de un solar en centro histórico, demoliendo dos edificios protegidos por Ley y en perfecto estado, liberación total de cargas e inquilinos a los que se elimina sin indemnización o con una cantidad irrisoria, eliminación de los negocios y puestos de trabajo establecidos, supresión de cualquier otro derecho, libertad para cometer impunemente las infracciones urbaní­sticas que les apetezcan, secuestro y paralización de la obra contigua hasta que no se remate el negocio de los amigos, aunque, a cambio también se les consienta demoler sus fachadas protegidas, otorgar, a petición, declaraciones de ruina que lleven aparejada la demolición y no acatar la sentencia firme posterior que declara ilegal esa declaración, hacerse gratuitamente con la propiedad independiente privativa de los ajenos a su pro indiviso, deshacer esa pro indiviso sin costo alguno, destruir propiedades y repartirlas a su antojo, permiso para construir un nuevo edificio de las caracterí­sticas que gusten, con más alturas de las originales y creando barreras arquitectónicas.

Pero claro, ese el precio a pagar por servir al “interés general”. Para el que se lo crea expongo dos reflexiones:

  • ¿En qué sirve al interés general la machacona obsesión por las declaraciones de ruina, falsificando para ello informes técnicos?
  • Con independencia de su racionalidad, pertinencia, conveniencia o legitimidad ¿Por qué el Ayuntamiento no ejecuta la famosa área de intervención?, es decir, la construcción de un nuevo edificio, todo lo retranqueado que quiera, y en su lugar sólo se dedica a liberar un solar para sus amigos, dejando a todos los vecinos a su merced.

No queremos nada de nadie, sólo queremos que no se nos robe lo nuestro y todo este bochornoso sainete pueblerino lo han urdido quienes aspiran a quedarse con lo del prójimo, amparándose en técnicas mafiosas y tráfico de influencias.

Esto es un bochorno y un baldón para el antiguo Burgos, que sacude conciencias, y les aseguro que te tendrá difusión, para vergí¼enza de la antigua Cabeza de Castilla. Si el Cid levantara la cabeza… se volverí­a a marchar, dando un portazo más sonoro que la última vez.

José Antonio Sierra.

Fuente: Blog desalojados Plaza Vega.

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