Ciertos partidos, estratos sociales y por qué no, la misma sociedad, frente a los nuevos comicios electorales abandono la calle para acudir a las urnas, la ausencia de protestas este último año es evidente. ¿Y ahora qué?, ¿Volvemos?.
El potente analgésico de un país asumiendo unos nuevos comicios electorales es un mal increíblemente efectivo. De repente aparecen figuras capaces de resolver todos nuestros problemas, hay trabajo y dinero para todos, la economía funciona, todo va bien y la gente se inunda de esperanza. Pero hay que recordar que es un analgésico, no cura, solo alivia el dolor.
Meses antes del primer llamamiento de las urnas, a Madrid llegó una carta que firmaba Europa, en la misiva el mensaje era claro: hay que recortar y mucho. Pero Europa podía esperar a que tuviésemos gobierno, no son tontos, de hecho perdonó una multa a España por su déficit y acepto los últimos presupuestos generales, unos presupuestos que daban risa a cualquiera familiarizado con las cifras. Vivimos en los mundos de Yupi, mientras unos disfrutan lo votado pensando que el gobierno no lo hacia tan mal, otros pensaban en el cambio ignorando quien gobierna de verdad nuestro país. Ahora ya tenemos gobierno, pronto se acabará el analgésico y lo que viene va a ser doloroso.
Pero esta triste historia no termina aquí, los que en apariencia han sido participes de clausurar la calle y zanjar las protestas con argumentos de esperanza más que dudosos y cuestionables ayer abrían la veda por todo lo alto, incluso la Asamblea de Gamonal se unía al llamamiento. Después de intentar frustradamente durante meses pactar con la casta pseudosocialista ahora llaman a la ciudadanía a la calle, ya no hay nada que rascar, está todo atado y bien atado. ¿Y ahora qué?, ¿Volvemos a la calle?, ¿Volvemos a ser el instrumento mediático de esos nuevos líderes?.
¡Si! Deberíamos volver a la calle, no deberíamos haberla abandonado, pero no para ser usados.
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