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El dí­a 21 de diciembre hacemos un llamado a dejar fluir la imaginación y a expresar la solidaridad en sus múltiples formas.

Mostraremos una vez más que nuestrxs compañerxs presxs no están solxs, que continuan presentes y así­ lo demostraremos en las calles.

Quieren elevar muros aún más altos no solo de hormigón y de acero, sinó de soledad y aislamiento. Son estos muros que queremos derrumbar con amor, cariño y rabia por nuestra compañera Lisa.

El hecho de haber recibido una condena no significa que la persona presa esté “sólo” a merced de las instituciones penitenciarias. El aparato policial y judicial del Estado siguen investigando, observando, analizando y decidiendo sobre el destino de la condenada. Especialmente cuando la presa no se ha arrodillado pidiendo clemencia durante el juicio o no se ha auto-humillado en algún gesto de lo que el enemigo ve como “reconciliación”, son incontables las maneras en que la justicia sabe demostrar que las cuentas siguen abiertas. La negativa a colaborar con los órganos policiales se considera como prueba de culpabilidad y puede servir para mantener la investigación abierta hasta tiempo indefinido. El silencio y la dignidad frente a los verdugos y sus acusaciones se consideran encubrimiento del delito y pueden generar nuevos expedientes.
Además, el hecho de ser socializada como mujer y no reproducir los roles asignados, en este caso por ejemplo, tener una actitud rebelde o una posición no sumisa ante la institución, genera múltiples condenas que van más allá de una condena a nivel jurí­dico, ya que también intervienen las condenas morales o sociales, que vienen dadas por la estructura patriarcal y que marcan a la persona las circunstancias del encierro.
El hecho de seguir desde el encierro expresando las propias convicciones e ideas polí­ticas y no negar quién es, lo consideran una falta de arrepentimiento y un argumento de que la pena de cárcel no es suficiente.
Y cuando el arsenal jurí­dico se agota en una condena “razonable”, es decir, suficientemente larga para complacer la acusación, pero la ética de la persona presa sigue intacta, la justicia no vacila en atacar los lazos familiares, sentimentales y de amistad con el mundo exterior. Además del hormigón, los barrotes, las luces artificiales y cámaras de vigilancia que más allá de truncar la vida la asfixian, se añaden montañas de papel que hay que cruzar para obtener el simple contacto humano con la gente cercana. Solicitudes, permisos, autorizaciones, prórrogas, que ponen a prueba la voluntad de no sentirse vencida.

El pasado 7 de junio, Lisa, nuestra compañera anarquista, fue condenada por el tribunal de Aachen (Alemania) a 7 años y medio de prisión por atracar un banco. Actualmente, estamos a la espera de conocer el resultado del escrito presentado por los abogados que, en caso de aceptarse, supondrí­a la revisión de la sentencia y que el juicio se celebrara de nuevo. Por lo tanto, la compañera se encuentra todaví­a en régimen preventivo en la prisión de Kí¶ln. A principios de noviembre su madre murió, debido a una enfermedad que ha durado varios meses. En este tiempo, tanto la fiscalí­a como el juez le han negado la posibilidad de ir a visitarla al hospital, alegando “riesgo de fuga” y también el permiso para acudir a su entierro.

Más allá de la argumentación jurí­dica del enemigo, sus mecanismos funcionan de manera insidiosa. Como en tantos otros casos, donde la sed de venganza de la justicia no se ve calmada con una simple, por larga que sea, condena de prisión, el enemigo sigue atento a cada supuesta debilidad de la presa para someterla. Está claro que se trata de una medida puramente vengativa como respuesta a la postura firme y no colaboracionista de la compañera. Un castigo adicional pensado para agravar la ya dura condena de encierro, un intento más de doblegarla, esta vez apuntando hacia su vida privada y ámbito personal. Una lógica, nada nueva, de chantaje judicial con el objetivo de socavar su coherencia y sus convicciones polí­ticas.

Quieren elevar muros aún más altos, no sólo de hormigón y de acero, sino de soledad e aislamiento.
Son estos muros que queremos derrumbar, con amor, cariño, rabia y solidaridad por nuestra compañera Lisa.

Con odio al enemigo.
No olvidamos. No perdonamos.

Algunas compañeras anarquistas

Fuente: SolidaritatRebel.

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