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Si algo enseñan las cargas y agresiones policiales que se han registrado durante estos dí­as contra jóvenes estudiantes en lo que ha venido a denominarse como primavera valenciana es que los nuevos encargados de la gestión polí­tica lo son también, se quiera o no reconocerlo, de algo í­ntimamente ligado a la misma: la gestión del monopolio de la violencia.

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En los últimos dí­as hemos asistido a una escalada de la represión en unas jornadas de protestas derivadas por la actuación policial contra los alumnos del IES Lluis Vives de Valencia que salieron a la calle a denunciar  algo tan básico como la ausencia de calefacción en su lugar de estudios.  Si a alguien le quedaba alguna duda de qué es lo que se avecina, las imágenes registradas durante esta anticipada primavera valenciana han tenido un efecto altamente esclarecedor.

En apenas unos dí­as han quedado al descubierto los matices ocultos de la “hoja de ruta” de los nuevos gestores polí­ticos. Aplicar la máxima represión frente a la más que previsible oleada de protestas que su polí­tica de recortes inevitablemente acarreará. Que nadie se rasgue las vestiduras si me jacto en afirmar que la actuación policial realizada ha sido diseñada de antemano en los despachos donde se toman las decisiones polí­ticas. A fin de cuentas la policí­a se limita a cumplir órdenes y estas, al parecer, debí­an ser extremadamente claras teniendo en cuenta la oleada de declaraciones oficiales de respaldo seguida de los habituales desmentidos.

Las cartas están sobre la mesa y si algo hay que agradecerle al responsable policial en Valencia es su sinceridad. Tildando de enemigo a estudiantes de secundaria  ha puesto sobre la mesa que el supuesto Estado de Derecho tiene muy claro que quien está dispuesto a reivindicar sus derechos básicos es inmediatamente tachado de enemigo….se hace inevitable recordar el desternillante humor de Gila, aunque quizás al otro lado del teléfono quien responda esta vez sea un chaval de 4º de la ESO.

Lo que quizás no sabí­an los que se encargan de la gestión polí­tica, una tarea, ya lo he dicho antes, que inevitablemente conlleva la gestión del monopolio de la violencia, es que agredir indiscriminadamente a chavales de instituto, o como  bien dicen los propios sindicatos policiales, matar moscas a cañonazos tiene su precio: la intensificación de las protestas y el rechazo popular a la actuación policial.

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Lo que no dejo de preguntarme es cuando tardaremos en ver por las calles de nuestro más cercano Burgos imágenes como las que se han visto en la ciudad en la que desemboca el  Turia.  Más aún cuando de un tiempo a esta parte la denominada UPR (cuerpo policial creado por la anterior subdelegada del gobierno) está actuando como una autentica  guardia pretoriana que responde a la consigna polí­tica de acabar con la disidencia.

Mucho me temo que, con la que está cayendo, será cuestión de tiempo.

Modesto Agustí­

Un Comentario para “Ecos de la primavera valenciana”

  1. Miguel Poza

    Al hilo de lo que decí­s en el primer párrafo sobre el monopolio de la violencia, en Teleespe (Telemadrid) un “experto” que creo recordar que era filósofo/escritor o llamadlo como queráis, decí­a que el Estado tení­a el monopolio LEGíTIMO del uso de la violencia.

    Tras esa burrada que me hizo recordar regí­menes totalitarios de otras épocas ni que decir tiene que cambié de canal, pero mi preocupación no descansó ahí­, ya que ni la moderada/moderadora ni ninguno de los otros expertos le dijo nada referente a esa perlita.

    Es más, en el avance de ese supuesto debate, la moderadora dejaba caer que las revueltas estaban siendo lanzadas por los socialistas, y que les recordaban mucho a las manifestaciones por el 11-M frente a las sedes del PP.

    Por si queréis ver el ví­deo del programa, dicho programa es “Kilómetro 0”

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