Hace exactamente una década las calles del barrio de Gamonal se poblaron de horror. El 13 de enero de 2005 diez trabajadores perdían la vida justo antes de iniciar su habitual jornada laboral en la empresa Arranz-Accinas, dos más resultaban gravemente heridos en uno de los accidentes más graves en el sector de la construcción que se hayan producido en nuestro país. Estaban construyendo el carril bici en una obra cuyo promotor era el propio Ayuntamiento de Burgos. No pudieron terminarlo. La muerte en forma de gas tóxico les sorprendió en la lonja propiedad de la empresa constructora que usaban para cambiarse.
Aún hoy, después de diez años de aquel suceso, siguen sin conocerse las causas que provocaron el incendio que terminó con la vida de estas diez personas. Nunca se llegó a celebrar ningún juicio y, según fuentes conocedoras de los hechos, existieron presiones sobre las familias para que se llegase a un acuerdo con los responsables de la empresa constructora.
¿Por qué no se llegó a celebrar la vista oral contra los responsables de aquel accidente? ¿Existió voluntad política en dar rápido carpetazo a la asunto? El accidente de la calle Sauce, o el accidente de Arranz-Accinas como prefieren llamarlo algunos, sigue suscitando incómodas incógnitas que hasta el momento nadie en Burgos se ha atrevido a resolver.
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No creo que sea ninguna casualidad del destino, ni un mal de ojo, ni tampoco creo que sea un complot de antipatriotas separatistas o magia negra tipo vudú el hecho de que en este “país” se tengan los datos más altos de accidentes laborales, acoso laboral, explotación laboral, etc., etc., etc.
¿Quién dijo aquello de que este es un mal “país” para ser víctima?, poco importa el que primero lo dijera, es una auténtica y deplorable realidad, que por supuesto, insisto, no se trata de casualidades, males de ojo, etc.