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librosSi hay algo que asusta a los encargados de ejercer el control social, si hay algo que los da absolutamente pánico y atemoriza hasta extremos insospechables, eso es sin duda el libre ejercicio de la cultura. Los sucesos registrados durante el pasado mes de febrero en Palencia vienen a corroborarlo.

Hace no demasiado tiempo poseer libros de los que figuraban en el índice podí­a ser motivo suficiente para terminar socarrado en una hoguera inquisitorial.  A lo largo de su historia el libro ha sido uno de los elementos más perseguidos por los regí­menes totalitarios no importa de que signo y condición, y si ya el contenido de los mismos serví­a para poner en tela de juicio cualquiera de los aparatos del sistema dominante no habí­a salvación alguna, ni escrutinio de cura o barbero que los librase de la pira.

Esta visto que el libro sigue metiendo miedo, sigue aterrorizando sobre manera a los encargados de imponer el control social, más aún si su intercambio se produce de forma libre si la intercesión del vil metal. Sucesos como los registrados en Palencia durante el I Encuentro de Distribuidoras Anticomerciales así­ parecen demostrarlo.

¿A qué le tienen tanto miedo los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado cuando para impedir el desarrollo de este encuentro hicieron gala de varias dotaciones? ¿Tan peligrosos son los libros y su contenido?

Cuando la cultura deja de ser un merchandaising con el que obtener rentabilidades polí­ticas, cuando lo revolucionario deja de ser un slogan postmoderno con el que obtener una rentabilidad económica, su libre difusión molesta, no puede  ser de otra manera.

Palencia no queda demasiado lejos de Burgos, y quizás desde allí­ también pueda escucharse los ecos de la matraca que nuestros más ilustres polí­ticos locales se traen con la candidatura de Burgos como Capital Cultural Europea 2016 . Está claro que lo que si que se escucha desde la cercana capital palentina son los continuos casos de represión a las iniciativas contestarí­as, algo que por desgracia también conocemos por estos lares.

Desde la clausura de centros sociales mediante el chantajes y las coacciones por parte de medios policiales, hasta la reciente detención de una persona acusada del terrible delito de distribuir publicaciones anarquistas. En el Norte de Castilla hablan de venta, pero no se le puede pedir peras al olmo y esperar que alguien que no ve más allá de una lógica empresarial y no es más que un instrumento de los poderes fácticos, entienda que los libros, al igual que otras cosas, se pueden intercambiar libremente sin mediación del dinero ¡Oh pecado!

Como siempre, sigo pensando que el libro es una de las armas más mortí­feras, su uso reflexivo mete más miedo a los garantes del control social que nublao (o kalasnikov);  el abrumador despliegue policial desplegado en Palencia nos lo pone otra vez de manifiesto, bromas a parte.

Modesto Agustí­

2 Comentarios para “El miedo a la cultura”

  1. el negro

    solidaridad desde la lejania con los compas, desearles lo mejor y decir que podemos esperar de estas personas (por llamarlas de alguna forma) que solo saben seguir ordenes que el unico libro que han cogido es el de la academia y su lectura diaria es el marca y la revistilla del carefour, en fin, enga chavales mucha suerte

  2. pepe

    Capitalidad cultural?
    quien ha decidido la campaña publicitaria? La cartelerí­a se ha adjudicado a amiguetes sin posibilidad de libre concurrencia, mas de lo mismo… amiguismos y clientelismos, ello sin mencionar “el como vamos a ser menos”, e involucrar a la pobre inocencia de la gente haciendo malabares con el yo invito y tu pagas.
    pepe el rurales

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