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Son varias las referencias sobre la relación yunque-martillo. Fue Bakunin quien profetizaba que el yunque, cansado de ser yunque pasarí­a a ser martillo. Ocurre que el nivel de erosión para que un yunque estándar se reduzca al tamaño de una cabeza de martillo -aunque sea grande- es muy lento. Muchas hostias tiene que recibir el yunque, muchas chispas han de salir; muchos lustros de brazos esforzados manipulando piezas y manejando herramientas contra el yunque para que eso se pudiera dar.

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Un artí­culo de Ruben de la Peña publicado en la revista libertaria La Campa donde el escritor burgalés reflexiona sobre los retos inmediatos a los que se enfrenta el movimiento anarquista en la encrucijada de ser yunque o martillo.

Por supuesto, en este terreno Antonio Casal patentizó su amor a la verdad. «No podemos engañarnos -dijo-. Los anarquistas son unos locos y han cometido disparates a granel; pero lo dieron todo dondequiera que se combatió, con una diferencia de cuatro a uno sobre cualquiera otra organización. La cifra de los muertos de la CNT-FAI en Barcelona, en Madrid y Asturias es ya escalofriante; y todaví­a están dispuestos a acudir, a pecho descubierto, donde haga falta.

J.M. Gironella “Un millón de muertos”

Son varias las referencias sobre la relación yunque-martillo. Fue Bakunin quien profetizaba que el yunque, cansado de ser yunque pasarí­a a ser martillo. Ocurre que el nivel de erosión para que un yunque estándar se reduzca al tamaño de una cabeza de martillo -aunque sea grande- es muy lento. Muchas hostias tiene que recibir el yunque, muchas chispas han de salir; muchos lustros de brazos esforzados manipulando piezas y manejando herramientas contra el yunque para que eso se pudiera dar.
Asimismo son demasiados los años desde que Fanelli pisase tierras ibéricas. 1868. Durante todo ese tiempo se ha extendido la idea de la libertad con verdadera generosidad. Con mayor o menor acierto la historia social se ha mantenido encendida, en ocasiones se ha incendiado directamente, por el utópico mensaje anarquista. La promesa de una sociedad que se puede construir a sí­ misma desde la solidaridad y la convivencia caló en el corazón de una clase humillada en la explotación. La esperanza y el empuje libertarios han llevado, desde el debate y la reflexión, a actos, ejemplos y luchas encomiables.

Pese a todo da la sensación de que la libertaria es una eterna vida de yunque. De recibir martillazo tras martillazo bajo el consuelo de estar haciendo lo correcto. La cita, de alguien tan antilibertario como Gironella, que abre este pensamiento retrata perfectamente el espí­ritu. No existe una reclamación o una demanda que hayan acabado abanderando los partidos y movimientos polí­ticos más o menos progresistas que, antes de ser descubierto por los mismos, no hayan costado -décadas o siglos antes- sangre del mundo libertario. Para ser yunque hemos demostrado que servimos; para ser martillos parecen que solo sirven las demás ideologí­as. La sangre de nuestros ancestros libertarios ha sembrado lo que el oportunismo polí­tico ha cosechado.

Fuimos los más valientes y los más puros; y la sociedad se ensució gracias a nuestra pureza y a pesar de nuestro valor. Considero que ya ha pasado el tiempo y hemos recibido golpes y roces suficientes para convertirnos en cabeza de martillo. Una vez más. La esperanza que prendió el 15M, que despertó el asamblearismo hace cuatro años, vuelve a convertirse en el estí­mulo que necesitaban los polí­ticos. Duele ver dónde queda atrapada la ilusión que inicialmente se plantearon desde la necesidad de justicia y a través de las asambleas. Algunos han convertido la crí­tica hacia los polí­ticos del “que no nos representan” al “nosotros si os representamos”. Desde el “si se puede” al “Podemos”. Vuelven a cosechar, vuelven unos pocos a practicar el liderazgo, vuelven a usarse del esfuerzo, el idioma y la razón libertaria. Los métodos de siempre. Desde arriba y escenificando.

No es cómodo lo que planteo pero entiendo que la actualidad ha adelgazado nuestro peso especí­fico a la hora de salir a la calle. Creo que -todos aquellos con tendencia anarquista, asamblearia o sencillamente social- deberí­amos ponernos de acuerdo en puntos muy elementales y concretos para salir. Sin dejarnos criminalizar, ni dar pie a que se nos criminalice. Hartos de dar la cara, de cardar la lana, debemos rentabilizar nuestros esfuerzos. Ser más hábiles que quienes manejan los mecanismos de poder y se aúpan a ellos.

Tres cosas: administrar bien nuestros esfuerzos y aclarar nuestras demandas comunes más perentorias; recuperar y mantener un espacio de debate y acción; mantener un sistema de solidaridad global,  eficaz y claro.

Trabajar desde municipios. Puede servirnos ante cosas muy concretas. Hasta la fecha nos hemos diluido en distintas luchas sin un objetivo claro, inmediato, que ha servido para que ese esfuerzo sea rentable a quienes han optado por la ví­a polí­tica. A esto ha ayudado la alergia que mantenemos a participar con determinada gente o a que abandonemos escenarios ante la aparición de quienes hablan un lenguaje distinto o que premian los medios sobre el fin. La liturgia que ha envuelto hasta la fecha los actos libertarios en los que la obligatoriedad de que lo que se haga deba ser proscrito ha condicionado a demasiadas actuaciones. Creo que se deben mantener debates y reuniones que nos ayuden a analizar la mejor manera de empezar a cosechar lo que durante siglos se nos ha escapado de la mano cuando no hemos desechado por no considerarlo digno de nuestro esfuerzo.

Encontrar lo sencillo de nuestro mensaje y ponerlo en práctica. Sabemos que hay cosas comunes que se pueden reclamar de manera conjunta ayudando a mantener nuestros grupos de afinidad, sindicatos o ateneos. No hace falta que se cree una superestructura, al contrario. Sólo coordinarnos ante aspectos comunes, prácticos o urgentes. Para ello debe de haber debate.

Hay otro refrán árabe que dice “si eres yunque aguanta; si eres martillo golpea”. Preguntémonos ¿qué somos? Y, aunque sólo sea por originalidad -como dirí­a Garcí­a Oliver-, contestemos que martillos, despertémonos como martillos.

Como dirí­a Néstor: desde la meseta
Rubén de la Peña

Un Comentario para “El yunque del anarquismo”

  1. Miguelito

    Buen texto maese Rubén.

    Los politicuchos que han medrado gracias a las ostias que llevamos otros, no lo han hecho por arte de magia. Lo han hecho con astucia y simplemente ocupando y usurpando todo aquello que se inició y luego no supimos o, no quisimos en algunos casos y por lo que fuere, continuar (asco, desilusión, cansancio…etc). Precisamente en algunos casos por la irrupción oportunista y de manera subterfugia de todos estos aspirantes a apoltronados en la silla con sus diferentes siglas y nombres.

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