Publicado por DV & archivado en Burgos.

51.JPGLas protestas contra las corridas de toros han continuado hoy con mas de medio centenar de personas gritando contra esta maldita tradición. A lo largo de las fiestas ha habido tres concentraciones y hoy han descolgado una pancarta desde la fachada del estadio de fútbol aunque el viento impedí­a verla correctamente.

Fotos del Viernes 4 de Julio

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Fotos del Domingo 29 y 30 de Junio

Concentracion antitaurina

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P.D:Al año que viene mas lucha antitaurina.

7 Comentarios para “Fotos de las protestas antitaurinas”

  1. Peludo

    El hecho en si estuvo bien, pero me gustaria que de estas acciones se derivase una linea de debate o de continuinad. Vamos que las personas que asistieron a la concentracion se vallan conociendo y quiza surja una afinidad ideologica, que no nos veamos las caras l@s mism@s de siempre de año en año sin mas
    Union, acción, autogestión! Toreros y taurinos….cachos de mierda!

  2. okupa13

    TOREROS Y TAURINOS ASESINOS!
    Estuvo bien, pero yo creo que deberiamos habernos movido un poco alrededor de la plaza o asi…al menos que nos hicieramos ver un poco más, porque metidxs entre coches poco hacemos yo creo…
    a cortar el trafico carajo!!

    Salud y anti-tauromafia!

  3. mildred

    Cada año somos +, yo este no he podido estar. Pero darle caña gente!

  4. ascures

    a mi no me gustan los toros,pero ai cosas mas importanres en esta ciudad k preocuparse de los malditas toros,pero reconfortaros en pensar k de vez en cundo tambien matan algun torero

  5. Fran

    ascures, lo de que hay cosas más importantes, pues vale, y qué? Porque haya hambre en el mundo justifica la tortura?

  6. elacra

    y lo de poner un cartel de la tolerancia en la plaza??
    a quien coño se le habra ocurrido..reir por no llorar xD
    lo dicho.. la muerte y tortura injustificada de un animal no es ni arte ni cultura
    nos vemos el año que viene 😉

  7. Nusky

    Aquí­ tenéis el que en mi opinión es el mejor artí­culo antitaurino que se haya escrito nunca.
    Lo firma el escritor í“scar Nóbregas, autor de la novela RETAZOS DE UN BASTARDO.

    EL ARTE DE MATAR

    Quién no ha participado alguna vez en una de esas controvertidas discusiones acerca de la tauromaquia…

    ¿Toros sí­, toros no? He aquí­ el dilema.

    Suele suceder que después de una larga polémica sobre dicho asunto, la discusión acabe como empezó: cada cual en su terreno y negándose rotundamente a ceder.

    El problema está en que anda suelto mucho exaltado dispuesto a defender a capa y espada —nunca mejor dicho— la fiesta taurina sin la más mí­nima modificación; cuando lo cierto es que se trata de una tortura morbosa, cruel y sanguinaria. Esta clase de fanáticos suelen ser ciertamente peligrosos y jamás estarí­an dispuestos a dar su brazo a torcer. Lo más seguro es que te salgan con los razonamientos arcaicos de turno. Y es que hay mucho de fundamentalismo en algunos sectores de lo que se podrí­a llamar la “España Negra”; esa España profunda donde la obcecación prevalece por encima del sentido común.

    Esta clase de individuos te dirán sin ningún tipo de pudor, que «si no hay sangre en el ruedo, la fiesta pierde el aliciente.» Me gustarí­a preguntarles a todos los defensores de tal sofisma, por qué el toro tiene que pagar el espectá #!@##@ con su sufrimiento. Sé de sobra que ninguna respuesta me iba a convencer en absoluto, y que sus argumentos se basarí­an siempre en la tí­pica retahí­la de excusas torpes que defienden lo indefendible.

    Está claro que su alegación: «el toro vive muy bien hasta el dí­a del sacrificio» siempre será su salida favorita. «A fin de cuentas, los toros van a morir también en el matadero», te dirán sin dudarlo, como si dicho pretexto fuese algo irrefutable. Intentarán convencerte de que es lo mismo una muerte rápida en el matadero —donde el animal sólo sufre lo necesario—, a la lenta y morbosa agoní­a a la que son sometidos en el ruedo, por el puro gozo estético de una tradición que en cuanto a alicientes —es decir: el morbo y la sangre— no difieren en absoluto del circo romano con leones devorando a seres indefensos.

    Los más ofuscados te saldrán con aquello de que «al animal se le da una oportunidad para defenderse», y que «el torero también arriesga su vida». Ante un planteamiento tan superficial, lo mejor es no hacer comentarios. En todo caso, cabe preguntar por qué el torero no sale a cuerpo, sin muleta ni espada con las que protegerse. Eso serí­a lo justo para el toro; lo demás es puro cinismo.

    Otros te vendrán con lo de que «el toro bravo está genéticamente diseñado para las corridas y de lo contrario, desaparecerí­a como tal.» Por lo que a mí­ respecta, que desaparezca. Me parece cuanto menos perverso, manipular una raza animal para algo tan cruel como la tortura en una plaza, ante el regodeo de los asistentes. Por muy genéticamente preparados que estén para las corridas, los toros no son de piedra. Sienten y sufren hasta que mueren en una lenta agoní­a.

    Para vergí¼enza de todos los españoles, hace unos meses

    Julio Aparicio —hijo de un matador— se desplazó a Estrasburgo intentando defender la fiesta de los toros ante el Parlamento Europeo. Algunos de sus argumentos, fueron los siguientes:

    «La muerte del toro es un privilegio para el animal»… «Cuando se pica o se mata a un toro, hay arte»… « La Fiesta Nacional representa nuestros sentimientos»… Apaga y vámonos.

    Para empezar, eso de Fiesta Nacional vamos a dejarlo. Somos muchos, por no decir la inmensa mayorí­a, los que no nos identificamos con esta cruel tortura, más propia de una España caduca y anclada en el pasado.

    Este individuo define como arte, el acto de matar a un ser vivo que sufre. Define como arte un estoque traspasando la piel de un animal, hasta que atraviesa sus pulmones y le hace estallar el corazón. Eso es arte para Julio Aparicio, y eso nos representa a todos, según él.

    Pues bien, yo soy español y ese acto brutal me repugna hasta la médula. Si los sentimientos de los españoles se basan en la tortura de un animal, creo que no vamos por muy buen camino. De ser así­, nuestra imagen ante el mundo deja mucho que desear.

    Por fortuna, las nuevas generaciones pasan bastante de lo que Julio Aparicio denomina como “arte de matar”. Me gustarí­a poder expresarme por boca de un toro, para contestarle a eso de que es un privilegio que te den un puyazo, te claven varios pares de banderillas y te penetren con una espada en las entrañas, hasta hacerte vomitar borbotones de sangre por el hocico… Morir hincado de rodillas con la lengua fuera y desgarrado por dentro, es un privilegio según Julio Aparicio.

    Para concluir, quisiera contar una anécdota que ocurrió hace unos años:

    «En cierta ocasión, un hombre crió a un ternerillo desde su nacimiento. Dí­a a dí­a lo cuidó hasta convertirlo en un fornido toro bravo. Su dueño se encariñó con él, aunque era consciente de que el destino fatal lo encontrarí­a tarde o temprano en una plaza de toros… Cuando llegó aquel triste dí­a, el amo se puso junto a la puerta de los chiqueros, esperando que el toro saliese al ruedo. Lo que nadie imaginaba, es la reacción que tuvo el animal cuando vio a su dueño: el toro se puso a berrear amargamente, presintiendo que algo malo le iba a ocurrir. En esos momentos, sucedió algo que provocó el estupor del público asistente a la lidia: el toro se dirigió a su amo, y ante la sorpresa de todos empezó a lamerle las manos…»

    El toro con sus astas, tan sólo puede defenderse y luchar hasta la muerte; pero así­ nunca podrá hacer valer sus derechos. Echémosle un capote de una vez para siempre.

    Revista Hoja Verde . Madrid, 1988 Oscar Nóbregas

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