Publicado por DV & archivado en Burgos, Historia, La sombra del III Reich sobre Burgos, Literatura, Radio.

El fin de la Guerra Civil hizo que Burgos perdiera su condición de capitalidad de la España franquista. De ella partieron los ministerios y los jerarcas que pronto pasarí­an a engrosar las filas del nuevo régimen. También dejaron la ciudad aquellos organismos que el III Reich habí­a instalado a orillas del Arlanzón durante el conflicto bélico. Pero, el estallido de la Segunda Guerra Mundial hará que la Alemania nazi despliegue por todo el territorio ibérico una amplia red de espionaje cuyos tentáculos se extendieron también por Burgos.

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El análisis de la documentación del Servicio Secreto británico realizado por Javier Rodrí­guez González, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de León, que ha sido entrevistado por Radio Onda Expansiva, revela las conexiones que en nuestra ciudad desarrolló el espionaje nazi, donde Franz Lubs, agente de la Gestapo y miembro de las SS, puso en marcha su particular guerra silenciosa. Un artí­culo de Modesto Agustí­ donde se continúa con la saga La sombra del III Reich sobre Burgos (1), (2) y (3).

“En el dí­a de hoy, desarmado y cautivo el ejército rojo, han alcanzado las tropas Nacionales sus últimos objetivos militares. LA GUERRA HA TERMINADO. Burgos, 1º de Abril de 1939″. Con estas escuetas lí­neas del último parte de guerra del general Franco, emitido desde el Palacio de la Isla y retransmitido a toda prisa desde los estudios de Radio Nacional situados en el cercano Paseo del Espolón, se daba oficialmente por concluida la Guerra Civil y daba comienzo un oscuro periodo de la Historia de España que se prolongó durante casi cuatro décadas.

Burgos, la ciudad que ya siempre serí­a recordada como la Capital de la Cruzada, sede del primer gobierno de Franco, perdí­a casi de inmediato el papel neurálgico que durante gran parte del conflicto civil habí­a desempeñado. Como era de esperar, la capitalidad de la España franquista fue trasladada a Madrid frustrando de esta manera las vanas esperanzas que algunos de los acólitos del nuevo régimen habí­an depositado en que la magnanimidad del Caudillo supiera premiar  los continuos esfuerzos realizados por la antigua Caput Castellae.

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Pero evidentemente no fue así­. De Burgos se fueron los ministerios y organismos oficiales, los jerarcas que en breve pasarí­an a engrosar las filas del nuevo Estado, y junto con todos ellos, la agitación que durante la guerra llegó a convertir a la tranquila ciudad de provincias en un autentico hervidero de gentes y variopintos uniformes.  De la misma manera, otros organismos no tardaron en abandonar la ciudad amparados en el sigilo propio de los que se mueven en la sombra y están a punto de librar una guerra silenciosa en la que el secreto, las alianzas ocultas y las  redes de espionaje se convertirán en las armas fundamentales de la nueva guerra que está a punto de desencadenarse.

Tras el fin de la Guerra Civil,  la estructura de espionaje que habí­a sido implantada en España por el III Reich aprovechando la presencia de la Legión Condor, establecerá su centro neurálgico en Madrid.  Hacia su nuevo destino encaminarán sus pasos personajes tan siniestros como Paul Winzer, jefe de la Gestapo en Burgos, quien tras dirigir durante un tiempo el campo de concentración de Miranda de Ebro, se instalará definitivamente en la ciudad del Manzanares haciendo de la embajada alemana en la capital de España su nuevo santa santorum . Desde allí­ pondrá en marcha la estructura con la que tratar de neutralizar la acción de los servicios secretos aliados en la Pení­nsula Ibérica. Winzer, siempre misterioso y especialmente temido por la colonia alemana, se convertirá en la pieza clave de un entramado que no tardará en extender todos sus tentáculos por el territorio gracias a la cobertura de las nuevas autoridades franquistas.

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Pero la cercaní­a de la ciudad de Burgos con el noroeste peninsular, enclave estratégico por su proximidad con el atlántico y que durante la década del cuarenta será considerado por Franco como zona de guerra debido a la presencia de la guerrilla y de organizaciones clandestinas bien vertebradas, contribuirán a que nuestra ciudad no deje de estar en el ojo de mira de los servicios secretos de la Alemania nazi.

Al menos esto es lo que se deduce del análisis de los documentos reservados de la inteligencia británica que Javier Rodrí­guez Gonzalez, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de León, ha podido consultar en el Archivo Nacional Británico. Una documentación que plasma por escrito los informes sobre los interrogatorios realizados por el Foreign Office británico y Departamento de Estado de EE.UU, embrión de la futura CIA, a diferentes dirigentes nazis afincados en la España franquista durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Una información que es detallada en el libro War Zone, La Segunda Guerra Mundial en el noroeste de la Pení­nsula Ibérica, del que Javier Rodrí­guez es coautor.

En estos informes se revela de forma pormenorizada cómo el almirante Canaris, jefe de la Abwehr, el Servicio de Inteligencia Militar de las Fuerzas Armadas alemanas, estableció en los paí­ses que se declararon oficialmente neutrales en el conflicto mundial, una serie de estructuras que actuaban como  “puestos avanzados” que pasaron a denominarse Kriesorganisationen (KO), convirtiéndose la KO-Spanien en una de las organizaciones de la  Abwehr más importantes en el extranjero.

En la España franquista, la estructura de la Abwehr se vertebró mediante un cuartel general establecido en Madrid y tres áreas de inspección correspondientes a las áreas geográficas del Norte, Sur y Este. Los interrogatorios realizados por los aliados en noviembre de 1946 a Erwin Stubss y Hans Bugge, miembros del Servicio Secreto alemán en España durante la Segunda Guerra Mundial, revelan la estructura de la Inspección Norte cuyo eje giraba en torno al consulado alemán de Bilbao, que se convertirá en el centro de espionaje más importante después de Madrid. Además, según los interrogatorios del Servicio Secreto británico, en el Norte de la Pení­nsula la red de espionaje también se extendí­a por ciudades como Logroño, Zaragoza, León, e incluso Burgos.

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Estructura del espionaje nazi en la España franquista

En su libro War Zone, Javier Rodrí­guez González, incluye los informes que el Servicio Secreto británico fue realizando sobre varios de los agentes y colaboradores que trabajaron para el espionaje alemán en el Norte de España.  Son al menos varios nombres los que aparecen relacionados con Burgos. De entre todos ellos el de Franz Lubs resuena con especial relevancia.

Franz Lubs llegará a España en 1937 como ingeniero de la Legión Condor y especialista de la Casa Heinkel. En los años de servicio en la fuerza aérea alemana destinada en España pasará largas temporadas en León donde era conocido como Paquito Lubs y donde logrará que varios falangistas de la familia pallarés trabajen para su causa. Una vez terminada la Guerra Civil y tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial se instalará de forma definitiva en la capital riojana donde se convierte en el jefe de la Gestapo en Logroño. Desde allí­ controla las actividades que se desarrollan en la Maestranza Aérea de Logroño, constatándose también su presencia en la 4ª Región Aérea de Zaragoza como operario especializado.

Los informes de la inteligencia británica no dejan de señalar que su influencia polí­tica sobre la policí­a española es notable y que en el Hotel Comercio, lugar en el que el espí­a nazi habí­a fijado su residencia en Logroño, es habitual verle con el uniforme de las SS. Cuenta con un avanzado equipo de transmisiones y está armado con un revolver automático Walter 765. Realiza constantes viajes a la embajada alemana de Madrid y al consulado de Bilbao, donde tampoco tiene reparos en dejarse ver con el uniforme oficial del cuerpo de élite dirigido por Heinrich Himmler.

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Imagen del Hotel Comercio en Logroño

El análisis de la documentación revela que las actividades del espí­a Lubs se extendieron también sobre  Burgos. ¿Cuáles fueron los motivos que hicieron que este agente de la Gestapo y miembro de las SS condujera sus pasos hasta las orillas del Arlanzón? ¿Cuáles eran los contactos qué el agente nazi manejaba en nuestra ciudad? y lo que quizás es más importante, ¿cómo se estructuraba la red de espionaje nazi en la ciudad de Burgos?

Preguntas inquietantes para las que de momento no hay respuesta y, a la espera de nuevos datos, quedan difuminadas entra la aureola de misterio que proyecta la siempre siniestra sombra del III Reich sobre Burgos.

El de Lubs no es el único de los nombres de espí­as nazis vinculados con Burgos. Otro de los nombres con aparente vinculación con nuestra ciudad, según revelan los informes de la inteligencia británica, no es otro que el de R. Konnecke, agregado militar del consulado alemán en Bilbao y agente de vigilancia de la Gestapo que desarrollaba su actividad entre la colonia alemana de las provincias de Vizcaya, Logroño y también, cómo no, Burgos.

La provincia de Burgos fue también el destino elegido por Friedhelm Burbach, nacional-socialista de primera hornada y cónsul general de Bilbao durante la Segunda Guerra Mundial, para esconderse una vez que los Aliados reclamaron a Franco que fuese entregado para poder interrogarlo sobre sus actividades de espionaje. Burbach era uno de los nazis más buscados cuyo nombre figuraba en la “lista negra” que se hizo llegar a las autoridades franquistas. Pero, a pesar de las presiones, el Caudillo no dejo desamparado al que habí­a sido primer representante de Hitler en España y tras esfumarse de su oficina consular situada en la calle Máximo Aguirre de la capital vizcaí­na, permitió que se ocultara entre Trespaderne y  una granja de la cercana localidad de Cillaperlata, también en Las Merindades.

Cuando los Aliados cesaron en su afán inquisitivo y comprendieron que Franco, ante la nueva situación geoestratégica que configuraba la Guerra Frí­a, era sólo un problema para los propios españoles, Burbach regresó tranquilamente a sus actividades comerciales en Bilbao sin temer más por su seguridad y sin tener que rendir cuentas ante nadie, quizás solo acaso, ante su conciencia cuando la muerte le sobrevino en un accidente de tráfico en una de las sinuosas carreteras del burgalés Valle de Losa.

El de Friedhelm Burbach no será el único caso en el que el gobierno de Franco protegerá activamente a uno de los nazis más buscados. La guerra silenciosa continuará su curso, otros tantos serán ocultados, algunos incluso más cerca de los que jamás se podrí­a imaginar.

Modesto Agustí­

Referencias biográficas y documentales:

IRUJO, J.M. La lista negra. Los espí­as nazis protegidos por Franco y por la Iglesia. Aguilar, 2003.
RODRIGUEZ, J., GRANDIO, E.  War Zone. La Segunda Guerra Mundial en el noroeste de la Pení­nsula Ibérica. Eneida, 2012.
Pí‰REZ BARREDO, R. (09/09/2012) Diario de Burgos, Ocultación y muerte accidental de un nazi en Burgos.

Un Comentario para “Franz Lubs, el espí­a nazi que se paseó por Burgos durante la Segunda Guerra Mundial”

  1. jose maria lema

    Franz acabo montando una granja de conejos en México y regreso a España en ciertas ocasiones dado que se caso con una española.
    El fin de la guerra fue muy rocambolesco para el.

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