Hacia una verdadera Huelga General

El próximo miércoles 14 de Noviembre hay convocada una Huelga General. Cuando oí­mos estas dos palabras juntas, a las personas que nos consideramos de algún modo u otro activistas, nos es imposible que no nos resuenen en nuestras cabezas gloriosas melodí­as tarareadas desde tiempos inmemoriables, “a la huelga 10, a la huelga 100…”, así­ como aquellas batallitas que, quien más, quien menos ha escuchado alguna vez sobre cómo decenios atrás el llamado movimiento obrero era capaz de poner en jaque a la patronal con huelgas que paralizaban la actividad industrial durante más de 30 dí­as y que además arrastraban, en solidaridad, a otras empresas que eran capaces de secundarlas con el único objetivo de no consentir la más mí­nima tropelí­a en contra de la clase trabajadora.

Cuando recordamos estos hechos, muchas veces tendemos a olvidarnos de que tras estas HUELGAS habí­a una conciencia de clase que se manifestaba en hechos como que las familias, conscientes de la inminente represión, se organizaban y hací­an acopio de lo necesario para poder aguantar un largo periodo de tiempo sin el sustento salarial que su puesto de trabajo les brindaba. En los barrios, no resultaba descabellado ver cómo las personas desempleadas se veí­an arropadas por el vecindario,  que hací­a que esas patatas que sobraban de la huerta, o ese kilo de manzanas acabaran en su hogar. Todos estos hechos poní­an en juego procesos que hací­an vivenciar a la gente formas de acción colectivas que priorizaban lo común frente al bienestar individual. No eran sólo bonitos discursos y panfletos incendiarios los que encendí­an la mecha, sino estas vivencias las que hací­an que una persona se sintiera parte de una lucha en la que se implicaba hasta el cuello y que con independencia del discurso ideológico al que se pudiera ser más afí­n posibilitaban el “si nos tocan a unx, nos tocan a todxs”.
Ahora bien, ¿qué queda de esas vivencias? La verdad muy poco, cuando observamos, que ante la convocatoria de una huelga una gran parte de la gente intenta pedir el dí­a de vacaciones para que no se lo descuenten, cuando las personas desempleadas prefieren pedir ayuda a la beneficencia antes que a sus vecinos por vergí¼enza, cuando los ambientes de trabajo están degradados ante la amenaza de reducción de personal en un “sálvese quien pueda” y cuando el paseo familiar por el centro comercial más próximo ha sustituido la vida cotidiana en las plazas. Estas son las vivencias más comunes hoy en dí­a. Si a esto le añadimos que la llamada “huelga general” ha sido convocada desde arriba por unos sindicatos (o mejor dicho empresas de servicios) a destiempo y por vergí¼enza, no hace falta anticipar que esto de momento histórico tendrá más bien poco.
Entonces, ¿Estamos diciendo que no hay que secundar este “paro general”? En absoluto, pero hemos de ser conscientes de que esto no es una HUELGA aunque no los vendan como tal y que hemos de tratar, dí­a a dí­a, de construir esas vivencias para que pueda darse de verdad. En esta lí­nea hay algunos conceptos que se vienen manejando desde hace no mucho como la huelga de consumo, algo que puede implicar a toda la población: pensionistas, gente en el paro, menores de edad… En el anterior “paro” del 29M este ví­deo tuvo una relativa gran difusión:

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=NKB6OsyOOOM[/youtube]

y de la llamada Huelga de Cuidados que pretende poner de manifiesto que el sistema capitalista se posibilita gracias a una labor realizada por las mujeres y nunca incluida en el PIB de ningún estado.

Todos estos conceptos pueden hacer que nuestra visión de una huelga se amplí­e, no reduciéndose únicamente a “no ir a trabajar” sino a vivir de otra manera y construir unas relaciones más comunitarias y más igualitarias. Entonces tendrá sentido aquello de “yo por ellxs madre y ellxs por mi”.