El pasado viernes 1 de junio murió el escritor Cesar Galiano Royo, autor de de Las aventuras de Bakunin y los internacionalistas de la región española, El día de Barcelona o Laureano Cerrada, el empresario anarquista, entre otros muchos títulos. El cáncer con el que venía luchando durante los últimos años le ganó la última batalla de una larga guerra que César había ganado por goleada.
Conocí por primera vez a César Galiano a raíz de la publicación de su novela sobre Laureano Cerrada, una de las figuras más ilustres que ha generado el anarquismo ibérico y cuya trayectoria no se haya aún lo suficientemente divulgada. Mi pasión personal por el que quisiera atentar contra Franco con una avioneta en septiembre de 1948 me acercó a un escritor que hasta ese momento era un autentico desconocido para mí y que enseguida me abrió las puertas de su casa. La novela de César pretendía hacer justicia con el olvidado Cerrada, y en parte lo consiguió.
Aún recuerdo la tarde que pasamos juntos en Nájera, compartimos conversaciones y reflexiones en torno a las idas y venidas del exilio libertario en Francia durante la dictadura franquista. Fue una tarde llena de sensaciones en la que junto a su compañera Anna y otros amigos hablamos, reímos, cantamos. Ellos incluso hasta bailaron. Nosotros, que no dejamos de ser unos asperones de Burgos permanecimos sentados y serios, César era demasiado para nuestro body…
César tuvo la valentía de divulgar la historia del anarquismo a través de la novela, una tarea admirable que ha contribuido a que muchos jóvenes (y no tanto) conocieran hechos y luchas que no suelen quedar reflejadas en los libros de texto. Tuvo la osadía de atreverse con personajes de la envergadura no solo de Cerrada, sino del propio Bakunin, en la siempre difícil tarea de escribir en roman paladín para que todo hijo de vecino le entendiera, y vaya como lo hacía.
Pero sobre todo César tuvo la valentía de luchar durante años contra un cáncer que consiguió dejarlo sin apenas voz, pero que no logró mermar ni un ápice de su vitalidad. Al cáncer César le ganó todas y cada una de las batallas por goleada, la última la dejaron en tablas y César se fue.
Su paso por Burgos no estuvo exento de polémica, quizás no nos supimos poner de acuerdo, quizás no era el día ni el momento apropiado. César era así, audaz, provocador, polémico, hecho de una pasta que encajaba en pocos sitios, no se puede comer tortilla sin batir los huevos. Por lo que a mi respecta cumplió siempre sus promesas.
Trabajaba en una novela sobre la guerra civil española, La última guerra romántica, de la que pude leer sus primeras páginas. Publicar algún día ese texto sería el mejor homenaje que podamos hacerle.
Un fuerte abrazo allá donde estés César
¡Qué la tierra te sea leve, compadre!
Modesto Agustí
Fernando
SALUD
anonymous
SALUD!
Jordi
Dejo un recuerdo imborrable entre los companeros anarcosindicalistas de Girona