Hoy queremos expresar la desesperación, la sensación de desamparo, el percibir que a nadie le importan e incluso el pánico que sienten las maestras. La gestión de la COVID-19 las ha dejado de lado. De manera que las maestras de los grupos estables de convivencia, también llamados grupos “burbuja”, están a punto de explotar.
Los maestros de infantil y 1º de primaria “disfrutan” de grupos de hasta 22 alumnos que no llevan mascarilla, sin distancia de seguridad; con la protección del gel hidroalcohólico o el jabón de manos y una simple mascarilla quirúrgica.
Hay que añadir que las ventanas y las puertas están abiertas. Así que se oye la algarabía del patio: de los distintos grupos de Educación Física, de los recreos de infantil o de los recreos de 1° de primaria, de los recreos de 2° a 6° de primaria (según si estás en infantil o en primaria).
Si las maestras no caen por la COVID-19, lo harán por faringitis o por laringitis o por pulmonía o… por un cuadro de ansiedad.
Surgen constantemente casos sospechosos de COVID-19 entre el alumnado y el profesorado. Estos últimos implican en infantil, que no les entren las maestras de apoyo, por lo que no pueden desdoblar los grupos para trabajar solo con la mitad de la clase o que tienen que sustituir en los grupos de las compañeras de baja o a la espera de resultados de las PCR. Al final, los maestros trabajan cinco horas seguidas. No hay reposo para la voz ni descanso para un café. Ni siquiera se pueden permitir una pausa para ir al servicio.
¿Qué decir de la conciliación familiar para los maestros? ¿Qué ocurre cuando los hijos están en cuarentena y su padre o su madre no? ¿Qué hacen con sus hijos? El agravio comparativo es sangrante: los funcionarios de la administración central tienen derechos reconocidos para este caso, pero los docentes, para variar, no. ¿Solo somos funcionarios para congelarnos y bajarnos el sueldo? Somos tratados como parias.
Han metido a los niños en las aulas… ¡Da igual las maestras que caigan en el camino!
¿Solo importa que se reactive la economía?? ¿Solo importa que los padres puedan ir a trabajar??¿Qué hay de una educación digna? ¿Del bienestar de nuestras familias? ¿Qué hay de la salud física y mental de los trabajadores de enseñanza?
Lo que no se puede hacer es una vuelta a las aulas a coste cero: sin apenas desdobles, sin profesorado suficiente, sin cubrir las bajas desde el primer día, sin nuevos espacios para aulas, sin mascarillas FFP2, sin micrófonos diadema para no forzar la voz … Por lo que esperamos que todas estas deficiencias se subsanen… ¡Ya!
¡CON LA EDUCACIÓN Y LA SALUD NO SE JUEGA!
Sección de Enseñanza
Confederación General del Trabajo – CGT
Anónimo
El que no esté contento de funcionario que se haga autónomo.
Anónimo
Podías hacer un rato el pino a ver si te llega la sangre al cerebro y así a lo mejor dejas de hacer comentarios tan desafortunados