“Escribimos estas líneas, no por placer, sino por necesidad, para combatir la apatía, los discursos y relatos que pretenden enterrarnos. Tras varias décadas militando en el movimiento anarquista y después de vivir momentos de lucha y compromiso mucho más intensos que los actuales (…) El momento actual nos sabe a poco…
Escribimos estas líneas, no por placer, sino por necesidad, para combatir la apatía, los discursos y relatos que pretenden enterrarnos. Tras varias décadas militando en el movimiento anarquista y después de vivir momentos de lucha y compromiso mucho más intensos que los actuales, de participar en coordinaciones nacionales y federaciones que funcionaban como punto de encuentro, debate, formación y de acción, que hacían de freno a la ofensiva del Estado-capital, que dotaban de un sentido nuestras vidas. Después de haber vivido y construido fuertes vínculos entre compañeros, de haber hecho frente a la represión, de experimentar grandes complicidades, participar de grandes manifestaciones y estallidos, de algunas revueltas y de unas cuantas barricadas. Llevamos las ideas a la práctica y pusimos la lucha en el centro de nuestras vidas. El momento actual nos sabe a poco. Observamos perplejos nuestro presente, como el reflujo y el conformismo nos han arrastrado a los brazos de la autocomplacencia y la resignación, como la radicalidad y las ideas revolucionarias han desparecido dando pié al reformismo más inerte. Observamos también la fuga de compañeros hacia la nada, hacia otras tendencias, en su mayor parte autoritarias, o hacia los refugios del capital. Ahora que contemplamos las cenizas de lo que un día fuimos y vemos en qué nos hemos convertido, nos surgen varias preguntas: ¿Qué ha pasado compañeros? ¿Dónde estamos? ¿Qué ha sido de nuestros sueños y aspiraciones? ¿acaso no fuimos nada más que una pataleta de juventud?
Nos negamos a creer que nuestra lucha fue un momento de juventud, de hecho estamos convencidos de que no es así. Creemos que la vida es lucha y que nuestras ideas son la respuesta a muchos de los problemas que asolan nuestras vidas y a la sociedad entera. También nos negamos a pensar que este escrito es fruto de la nostalgia y que el sentir que se refleja en este texto, es solo nuestro. Sabemos que mas de uno y más de dos se fueron de los espacios y la militancia con pesar, que la vida y los años nos han ido comiendo y que sin ser muy conscientes, la inercia nos ha ido alejando a las unas de las otras y llevándonos hacia la individualidad o la familia-Estado mononuclear. Pero no es momento de lamentarse, ni de ser complacientes, tampoco de flagelarnos, ni de resignarnos. Es momento de poner fin a la inercia, de hacer un ejercicio de reflexión individual y colectiva, de aclarar conceptos y arrojar algo luz sobre la sombra. Es momento de reencontrarse y volver a conformar esa comunidad de lucha que un día fuimos. Nosotros seguimos queriendo dar batalla, es más nos negamos a que otros nos entierren estando todavía vivos. Seguimos esperándonos, manteniendo algunos puntos de encuentro con la esperanza de ver volver a los que se fueron y sobre todo a otros nuevos compañeros que vendrán, porque seguimos teniendo los mismos sueños, la misma rabia, tal vez más intensa que entonces. Sabemos que nadie es imprescindible y que todos somos necesarios. Además, estamos más convencidos que nunca de que teníamos y tenemos razón en nuestros planteamientos de lucha y en la más que necesaria y urgente transformación de la sociedad y el mundo que habitamos. La realidad nos demuestra cotidianamente que sino compartimos lucha, solo compartiremos miseria.
Está claro que las soluciones individuales no sirven y que solo las colectivas, y la lucha hacia la justicia social, la lucha por la anarquía, dota de sentido la vida. El resto son sucedáneos, mercancías, egos, miserias…
Para romper con la comodidad en la que transitamos queremos formular algunas preguntas: ¿hemos acabado con la desigualdad? ¿con la explotación? ¿hemos construido ese mundo que llevamos en nuestros corazones? ¿Qué futuro les espera a los siguientes? ¿entonces por qué hemos dejado de pelear? ¿por qué hemos dejado de apostar por mantener la comunidad de lucha, reforzarla y cuidarla?
Creemos que no hay escusa para abandonar la lucha y menos aún para renegar de ella. Ha podido haber aciertos y errores, puede haber quemes y desgates, pero nada de ello justifica la inacción, o el dejar de ser solidarios, o el dejar de echar un cable en los momentos duros. Cerrarse los ojos a uno mismo no sirve, ni nos va a salvar de la barbarie. Menos aún lo hará situarse en lo alto de un púlpito desde el que mirar por encima las luchas, criticar y desacreditar sin mancharse, adoptar la pose del luchador cansado, torpedear procesos y esfuerzos de compañeros, buscar la teoría para la inacción y esparcir discursos desmotivadores y alienantes que solo justifican la propia inacción y esa miserable forma de estar en el mundo. Esas actitudes han tenido siempre un nombre y no es otro que el de renegado. Por la salud de cualquier movimiento, es mejor que se encuentren fuera, o mejor aún, tratar de cerrarles la boca de forma rápida, y pública a poder ser, porque el daño que son capaces de hacer es tan grande como pueda ser su bocaza, o peor aún, el cierto status que aún conservan dentro del movimiento.
Porque tan sólo haberse pasado al lado de los privilegiados puede justificar tamaña cobardía y miseria personal. Porque desacreditar la lucha y los espacios de lucha no puede ser la opción para abandonar la militancia. Aunque sea tentador y humano, hay que sobreponerse; tener “clase” para abandonar los espacios con honestidad. En ese sentido, creemos que la opción más noble es mantenerse en la retaguardia aportando y apoyando a los compañeros más decididos. Dar aliento y no quitarlo, aunque se esté en un momento de desmotivación personal, falta de tiempo o quemazón. Porque somos los que somos y sabemos que es difícil reinventarse y sentir placer en el mundo de la mercancía. Nos conocemos y vemos el vacío en vuestros rostros. Sabemos que es más difícil cuando tienes principios y una base sólida antiautoritaria y anticapitalista. Cuando has luchado, dejar de hacerlo, le hace sentir a uno, como poco menos que un colaborador del enemigo.
A día de hoy motivos sobran, y ahora más que nunca, ya que la bestia Estado-capital avanza sin freno hacia la mas absoluta de las barbaries. Se os echa en falta compañeros, se echan en falta manos e ideas para subvertir el orden actual y poder golpear a la bestia, se echa de menos esa comunidad de lucha que un día fuimos, donde los problemas de uno eran los de todos, y cuando golpeaban a uno, respondíamos todos.
Tras varios años de reflujo social y frente a una sociedad pasiva que ha caído en el hedonismo tecnológico y de consumo, que abraza el fascismo y el totalitarismo como forma de resolver los problemas sociales; una sociedad cada vez más estupidizada y manipulada, que se arrastra hacia el abismo donde nos llevan los poderosos, el anarquismo y los anarquistas seguimos teniendo mucho que decir y hacer. Entonces ¿por qué se ha dejado de militar? ¿por qué se abrazan los placeres del capitalismo y su modo de vida? ¿por qué se desplazan nuestras posiciones teórico-políticas hacia el izquierdismo y la comodidad militante? Cada uno tendrá sus propias respuestas, desde aquí solo podemos pedir que se de espacio a la reflexión y que se abran las puertas al encuentro. Pretendemos simplemente esbozar unas respuestas en líneas generales y hacer un llamado a la responsabilidad militante y a mantenerse en la lucha, aportando en base a las posibilidades de cada uno, ayudando a fortalecer el movimiento anarquista y revolucionario.
Que la lucha desgasta es un hecho, que los reflujos sociales y los ciclos políticos existen y que hay que estar preparados para que ellos no nos arrastren hacia la derrota y el conformismo, una certeza. Que necesitamos espacios sanos donde los personalismos no tengan cabida, donde desarrollarnos y luchar, que sean impermeables a la sociedad de consumo, los reflujos, la desmovilización y la represión, es algo por construir y una vez construido, mantener.
Creemos que mantener la tensión con el poder, mantener la calle, los grupos de afinidad, los colectivos, generar asambleas en los tajos y los barrios, conspirar en colectivo, generar coordinaciones a nivel nacional que respeten la autonomía de los colectivos y grupos donde hacer uso de la estrategia para conseguir los objetivos que a corto, medio y largo plazo nos fijemos, es necesario para no caer en posiciones cómodas que son la antesala del conformismo y la derrota.
Echando la vista atrás y siendo conscientes de que las derrotas de las generaciones se suceden, intentaremos señalar desde nuestra experiencia algunos de los factores que nos han traído hasta aquí. Los enumeraremos sin detenernos en exceso ya que la finalidad de este escrito no es otra que provocar un debate en el seno de los colectivos, en los militantes y los ex-militantes, y también en las organizaciones del movimiento anarquista. Este texto pretende ser un revulsivo contra el derrotismo y la apatía. Una chispa que que incite a ponerse en marcha, una ráfaga de aire fresco que que busca fortalecer el movimiento en toda su amplitud, abrir líneas de debate y autocrítica que nos permitan salir del impass en el que nos encontramos.
Creemos que los principales males que aquejan al movimiento pueden ser los siguientes y pueden enumerarse de la siguiente manera, aunque sea triste reconocerlo: falta de estrategia, de proyección política más allá de la juventud. Exceso de ocio alternativo que no propone nada más y que funciona como sucedáneo de la lucha. No tener objetivos claros y compartidos, el individualismo mal entendido, la falta de formación teórica que impida la intrusión de tendencias que aíslan y desmovilizan. La parcialidad de las luchas que hacen abandonar el horizonte común y sentirnos fraternos. La falta de proyectos duraderos, de espacios maduros de encuentro y discusión entre colectivos y organizaciones. La falta de acción directa, la competición entre tendencias que convierten el movimiento en un campo de batalla en vez de buscar la fraternidad en torno a la idea entendida en toda su amplitud y diversidad. El convertir las herramientas en ideologías y parroquias. Las críticas públicas y despiadadas hacia los compañeros que solo refuerzan los egos. El corporativismo de los organizados, la incapacidad para controlar los personalismos y las desviaciones de iluminados que erigidos líderes llevan el relevo hacia otros espacios políticos para mantener su status. Los renegados y derrotistas que siguen pululando por los entornos y que siembran apatía y desolación.
Estas pueden ser unas bastas pinceladas para enumerar algunos de los factores y vicios internos que, a nuestro juicio, existen en nuestros espacios militantes. También sabemos que cada grupo u organización debe tener presente siempre la autocrítica, estar ojo avizor, no acomodarse, mantenerse despiertos para no repetir errores pasados y evitar que las desviaciones teóricas. Apartarse a toda costa del aislamiento, de las rencillas personales, de los vicios, el hastío y la depresión que rondan los espacios militantes les lleve hacia la derrota.
Ahora señalaremos algunos factores que no suelen ser tomados en cuenta por las nuevas generaciones que abrazan críticas destructivas, estériles y poco profundas que culpabilizan a las generaciones anteriores olvidando que el enemigo al que nos enfrentamos es poderoso y despiadado, y que la lucha provoca un desgaste fuerte en las vidas militantes.
También otras tendencias políticas de reciente creación llenas de trasnfugas, utilizan las derrotas ajenas como arma arrojadiza hacia el anarquismo y aquellas generaciones de luchadores, ocultando los factores externos, utilizando y ridiculizando el sufrimiento de otros, para dar salida al nuevo producto político triunfalista que se han montado y así seguir siendo popes. Se derrota a quién planta batalla, no a quién se pasea por la academia o la política sin llegar a ser un peligro para el poder. A esos se les deja ser para difuminar las fuerzas y promover la opción inerte. Una cosa es perder y otra ser un “derrotado”. Para la segunda, es necesario perder las ganas de seguir peleando, cosa que a nosotros aún no nos ha pasado. Y, por lo que a nosotros respecta, menos aún daremos a otros la potestad de quitárnoslas. Lea entre lineas quién deba y quien pueda.
No podemos olvidar que hay factores externos que se escapan a nuestro control y que, en ocasiones, lo que podemos hacer únicamente es tenerlos presentes. Es decir, ser más listos, no ponérselo en bandeja al enemigo y prepararnos para su inevitable entrada en escena. Una realidad que, mas temprano que tarde, termina siempre por manifestarse si pretendemos ser una amenaza para el sistema y el poder. Se han señalado los ciclos políticos, los reflujos, personajes dañinos y los vicios en los que no caer como movimiento, ahora, inevitablemente, toca hablar de represión.
Porque hay que recordar que los enemigos a los que nos enfrentamos son poderosos, poseen una gran cantidad de recursos y estrategias, además de una transmisión de conocimientos y una actualización constante de los mecanismos de represión. Citaremos algunos ejemplos para ilustrar estos mecanismos. Entendemos que la represión es un entramado complejo que busca terminar con el enemigo político y que tiene distintas estrategias y tácticas. Desde la criminalización y el descrédito de las ideas frente a la sociedad, al control de la disidencia como fase temprana y permanente de la represión, con la cual se busca recopilar y analizar gran cantidad de información. Para luego a base de cribados e investigaciones, afinar la represión y conseguir una mayor efectividad. De un tiempo a esta parte, se ha puesto especialmente de actualidad la figura aquí del infiltrado, pero también existe el informante, el montaje, las escuchas telefónicas y ambientales, el hackeo de vehículos, ordenadores, de los aparatos digitales y el seguimiento de los militantes y la monitorización de los espacios físicos y de lucha( locales, viviendas de militantes, manifestaciones…).
Con toda esta información se prepara la estrategia represiva y se actúa. A veces bastará con la presión policial-judicial continuada contra los militantes en forma de multas, otras con unas pocas detenciones, registro y cierre de locales. Otras veces algunos compañeros entraran en prisión por una larga o corta temporada, lo cual inevitablemente centrará los esfuerzos en combatir la represión y desviará al movimiento de sus objetivos, a la vez se utilizará también un marcaje fuerte al entorno solidario como forma de aumentar el daño hacia el movimiento. A veces, los golpes represivos son la escusa para testar un entorno que, para el poder y las fuerzas represivas, es difuso u opaco y así poder mapear bien las relaciones, los compañeros o la organización a abatir. A veces, los golpes represivos son en cascada y espaciados en el tiempo lo cual genera mayor sensación de pánico entre el entorno solidario y la militancia, provocando así una mayor desmovilización. Porque, nunca hay que olvidarlo, la represión busca la desmovilización de una comunidad de lucha, movimiento u organización.
Vemos que cada estrategia represiva es diferente y que aunque todas buscan la desmovilización y eliminación del oponente político, no todas debemos de enfrentarlas igual. Saber que el enemigo está al acecho no puede hacer otra cosa que hacernos estar vigilantes sin caer en la paranoia que impida el hacer. Por otra parte, es necesario saber que el riesgo 0 no existe cuando tu intención es combatir al poder. Un primer paso debería ser siempre protegerse y proteger al resto de compañeros. Establecer estrategias y metodologías para hacer sin dejar rastros, pasar inadvertidos cuando toque, maquillar y difuminar los golpes puede formar parte de la estrategia a seguir, así como compartir, actualizarse, acumular y proveerse de experiencias, metodologías y estrategias para hacerla frente, se vuelve estrictamente necesario par los grupos y revolucionarios que pretendan tomarse la lucha en serio.
La represión es efectiva, por eso la siguen usando contra la disidencia, porque la represión individualiza, porque el hostigamiento policial y judicial, la cárcel y las multas generan miedo y destruyen vidas. En nuestra mano está prepararnos para enfrentarla, buscar mecanismos para atenuarla, combatirla y socializarla. Ser solidarios para que los compañeros que la sufren no estén solos, además de devolver los golpes al poder y redoblar esfuerzos en la denuncia de la represión, así como en la continuación de la lucha, combatir a las fuerzas represivas y su sociedad cómplice. Porque el mejor homenaje es continuar la lucha y porque contra su represión, nuestra solidaridad.
Sirvan estas líneas para ponernos en situación, nuestra intención siempre ha sido la de hablar claro para poder desarrollar estrategias y prácticas de lucha contra la dominación. Consideramos la represión una estrategia más de las que dispone el poder para acabar con sus enemigos, tiene otras más sutiles como son la integración, la marginación, la criminalización. Y de las que tampoco es fácil escapar, por eso mantenerse despiertos, sin triunfalismos, atentos y decididos es necesario para enfrentar al poder, sus estrategias y sus esbirros
Nuestra intención no es la de desalentar, sino más bien, todo lo contrario. Tampoco la de victimizar a los luchadores, sino la de combatir por un lado los discursos derrotistas y sus voceros, los cuales creemos que pueden llegar a hacer más daño que la represión en sí misma; y por otro, combatir al sistema y tratar la represión como consecuencia de la lucha que llevamos. Para ello es necesario tenerla presente y prepararnos para hacerla frente siendo conscientes de que el enemigo es poderoso y nosotros tendremos que estar a su altura para acabar con él. Porque seguimos creyendo que nuestro momento no ha pasado y que si nos esforzamos vendrán tiempos mejores, que los estallidos y el combate está por llegar, porque no queremos que nos pille dormidos y atomizados. Anarquía o muerte.
En nuestra mano está el reencontrarnos, ponernos en marcha otra vez, volver a ser peligrosos para el poder, sabéis donde encontrarnos.
Algunxs viejxs anarquistas
Post Data:
Mientras se redacta este artículo, se están produciendo los hechos de Torre Pacheco (Murcia). Donde la ultraderecha mediática y neonazis se están dedicando a la caza del inmigrante. Situaciones como esta unidas a la precarización de la vida, la destrucción del planeta, la deriva autoritaria y totalitaria de los estados hacen más necesario que nunca un movimiento anarquista fuerte y organizado que sepa plantar cara al fascismo, al capitalismo y al estado. Así mismo, asistimos desde hace ya más de dos años al genocidio en Gaza, perpetrado por el Estado de Israel que está decidido a exterminar a la población palestina. En un contexto tan devastador como este, se vuelve urgente la articulación de un movimiento libertario que aspire a combatir y transformar radicalmente la sociedad. Que aspire a la revolución social.
Fuente: Alasbarricadas.org
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