El día que conocí la tesis del economista Thomas Piketty cambió mi forma de ver la política.
Pese a que a Piketty poco le interesaba el país donde me había tocado vivir. Después de su lectura tuve una razón más para no esperar nada de los partidos políticos.
Piketty irrumpió en 2013 con un libro titulado “El capital en el siglo XXI” donde da forma a una tesis que nos viene a decir que los partidos políticos sólo sirven a los intereses de las élites. Su estudio ,basado en datos de EUA, Gran Bretaña y Francia, concluye que los partidos de derechas protegen a la élite económica y financiera mientras que los partidos de izquierdas protegen a la élite intelectual. Pese a que los partidos de derechas no habrían cambiado mucho los intereses que defienden los partidos de izquierda sí lo habrían hecho, dejando a un lado la defensa de las clases bajas y transformándose en una élite académica e intelectual. El ejemplo vivo en nuestro país es Podemos, partido de reciente creación que está compuesto íntegramente por la élite universitaria. Piketty es un economista especializado en el reparto de la riqueza y gracias a este análisis termina concluyendo que dada la situación de unos partidos que defienden los intereses de las élites la redistribución de la riqueza es imposible y que pase lo que pase los ricos serán más ricos y los pobres serán más pobres.
Pero si los partidos de derechas no han cambiado los intereses que defienden sí lo ha hecho su electorado, el votante de los partidos de derechas tradicionalmente era de clase media o alta mientras que el votante de izquierda era de clase baja. Hoy al votante tradicional de la derecha se le han sumado personas sin formación y con bajo nivel económico mientras que el votante de izquierda sería una persona con formación. El CIS lleva años mostrando como el votante de izquierda ya no es de clase obrera. La élite intelectual ha dejado de convencer a los tradicionales votantes de izquierda atraídos en mayor medida por un populismo de derechas. Para Piketty ese populismo de derechas es la inmigración pero en nuestro país el populismo de derechas no es racista, o al menos no mueve masas, lo que mueve masas es la nacionalidad, el discurso secesionista y anti-secesionista causa un furor electoral inusitado.
Pese a que generalizar no es bueno. Gobierne quien gobierne, cambie lo que cambie tu parlamento, como pobre serás más pobre y como rico serás más rico. Mientras las élites de nuestro país duermen tranquilas la redistribución de la riqueza se hace imposible. Nada se mueve en el parlamento, lo que se mueven son intereses que es muy probable no sean los tuyos, no hay esperanza en ese circo que algunos llaman Parlamento.
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