Publicado por DV & archivado en Burgos, Tiparracos.

ApaPayasoSi en su dí­a fueron los iPhone, ahora son las cuentas de correo. La tonterí­a tecnológica puede llegar a limites insospechados. El logro de pagar 30000€ por 12000 cuentas de correo que Google ofrece gratis hay que agradecérselo a Aparicio y Vigara en su afán por publicitar Burgos 2016.

Se supone que con esta genial maniobra tecnológica, es tan genial que a nadie en el mundo entero se le habí­a ocurrido antes, los burgaleses pagaremos por algo que una compañí­a ofrece gratis y es que Aparicio y Vigara se van a dejar 5 millones de pesetas en cuentas de correo para 12000 burgaleses(los otros 363243 burgaleses de la provincia que sobran tendrán que esperarse). Para colmo las cuentas pueden ser borradas dado que tienen un periodo de validez de 4 años. Ya se que alguien protestara y argumentara que Google mete publicidad, pero no es excusa, Aparicio y Vigara saben meter publicidad mejor que Google, de hecho ya lo están haciendo, saben que la publicidad que pagan con dinero publico son votos en el futuro y por eso todas las noticias de esta semana hablan de esto como si de una proeza se tratase.

A estos señores alguien les deberí­a contar que un servidor de correo y 12000 cuentas para 4 años no cuestan 30000€, sin duda que las aplicaciones de Google son de una calidad excelente, pero la tonterí­a tecnológica hace que esos 5 millones de pesetas viajen al otro lado del atlántico cuando aquí­, en Burgos, hay muchos jóvenes y talentosos informáticos recién horneados en el paro.

En DV también tenemos un servidor de correo, por amor al arte, y os podemos asegurar que no es para tanto y no cuesta tanto.

2 Comentarios para “Pagando por lo que es gratis”

  1. Anónimo

    Pobrecitos, como ahora no tienen chanchullos ladrillí­sticos a la vista o sobre las mesas de sus despachos, se tienen que dedicar a lo que se dedican los caciques…, a hacerse notar o prevalecer con cualquier tonterí­a.
    ¡¡¡Ay, señores “demócratas” (estos de toda la vida)!!!, qué tiempos aquellos no lejanos en que se vendí­a el ladrillo a millón.
    Mirad como os veis ahora, con chorradas propias de personas ociosas.

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