Publicamos a continuación una breve reseña de la primera sesión de las jornadas sobre urbanismo y conflicto social realizada por Víctor Atobas en el CSR Gamonal. La jornadas continúan este viernes 21 de febrero con una ponencia de Pablo González en la que analizará el fenómeno de la okupación desde la Geografía Urbana.
Ir a Gamonal siempre me produce una sensación agradable, dado que un lazo me une a sus calles, a sus símbolos, a sus activistas infatigables; allí resulta muy sencillo recordar buenos momentos; antiguas novias, amigos, colegas, compañeros que llevan veinte años dando guerra y a quienes admiro. Gamonal es un mapa de sentimientos, al igual que el escenario de la utopía en esta ciudad. Si entendemos la religión en el sentido de aquello que vuelve a unir a los hombres, el barrio es casi un espacio religioso, pues en el resto de la ciudad resulta mucho más complicado volver a ligarse al otro. El centro se ha convertido en un espacio de compras, en un espacio basura siempre mantenido, reformado y modernizado para los turistas y para la propia escenificación de la ciudad y de su historia. Además de a los turistas, el centro ha sido entregado a los intereses del comercio, es decir, el deseo se ha organizado específicamente bajo la forma del consumismo.
Pero en Gamonal hay espacios y comunidades de deseo diferentes. Poco antes de llegar al CSR, habiendo dado un rodeo por la Antigua – donde me sorprendí de ver a varios grupos de jóvenes- advertí que los compañeros habían vuelto a pintar el costado del edifico después de que unos nazis atacaran el antiguo mural, y pensé en por qué demonios a estos últimos les molestaba tanto un espacio así en el barrio, y deduje que, más que el movimiento social en sí, que también, lo que en mayor medida había molestado a los nazis era el amor, sí, nuestro amor, el hecho de que contemos con un espacio así para seguir tejiendo vínculos amorosos y fraternales.
Luego estuve hablando con un amigo, que se había quedado a la salida del CSR y bromeaba sobre la posibilidad de que, al ausentarse tan sólo unos minutos, vinieran los pitufos a darle gusto a los nazis y cerraran nuestro espacio. Los compañeros iban llegando después de haber estado protestando contra la apertura de una nueva casa de apuestas en Eladio Perlado. Algunos debían marcharse a currar y bromeaban sobre la posibilidad de pedir un permiso repentino, mientras otros iban bajando por las escaleras.
Durante mi intervención estuve desgranando algunas de las ideas que había bosquejado en los artículos de la antología ¿Qué pasa con el bulevar de Gamonal? , sobre todo hablé acerca de la necesidad de escapar del urbanismo capitalista, un urbanismo depredado por la arquitectura en tanto el estudio de las relaciones con nuestro entorno se habían supeditado a las lógicas de la especulación y a la proyección del capital sobre el espacio – reproduciendo las desigualdades sociales-. Sólo había estudio de espacios concretos, partiendo de los axiomas del capital; el centro como espacio basura, el bulevar para sacar tajada con la especulación habiéndose abandonado previamente esa zona de calle Vitoria. La arquitectura se había comido al urbanismo, y por eso había que inventar un nuevo urbanismo, que no consistía en una propuesta cerrada que Kolhass se hubiera inventado, sino que es algo que ya habían intuido los más veteranos activistas del movimiento vecinal; el deseo colectivo de un barrio y una ciudad de vecinos libres e iguales, expresado en el antiguo pueblo de Gamonal a través de las imágenes de Dios en la tierra, y posteriormente en las luchas de los movimientos obrero y vecinal. Propuse que, en el campo urbano, llamáramos a ese deseo urbanismo colectivo.
Referí el hecho de que Antonio Fernández Santos había tratado de desacreditar la propuesta del urbanismo colectivo, en la que los arquitectos y urbanistas pasarían a someterse a la voluntad popular, desligándose así de la lógica de la especulación y de los técnicos que prestan sus títulos de expertos para negar la voz del pueblo, tal y como ocurrió en los casos de Plaza Vega y San Esteban. Pero los vecinos no debemos ser expertos. Mientras el barrio sigue deteriorándose, sólo los vecinos, quienes sufrimos con nuestros cuerpos y nuestras mentes la desigualdad social reproducida a través del espacio, la falta de servicios públicos y de vivienda, sólo nosotros podemos planificar el futuro del barrio, porque la alternativa es que el mercado siga devorando Gamonal con las casas de apuestas, con la destrucción de nuestra memoria – el pueblo antiguo-, siga expulsando a los jóvenes y generando tanto dolor. Si los poderosos tienen sus planes de futuro, también nosotros debemos planificar nuestro futuro. Y quizás una manera de empezar a hacerlo sería parando el bulevar de Gamonal, abrir un proceso de deliberación en el barrio, y emplear los millones de euros que habrían sido destinados en tal operación urbanística en un proyecto que consideráramos necesario en nuestras vidas cotidianas.
Tras mi intervención ocurrió algo curioso, que me llenó de alegría, y es que los ponentes – mi amigo y yo- dejamos en seguida de ser los centros del discurso, para que este pasara a ser colectivo siguiendo una lógica asamblearia – que Deleuze llamaría rizomática-. Un vecino intervenía sobre un tema, otro respondía muchas veces sin pedir palabra, espontáneamente, recogía su idea e introducía un matiz o una discrepancia, para que el siguiente vecino incorporara su punto de vista o volviera de nuevo a cambiar de idea; sin que los ponentes interviniéramos, el deseo iba variando en intensidad, un sentimiento se traspasaba claramente al vecino que hablaría después, pero muchas veces ese afecto regresaba variado en tono e intensidad. Salieron a la palestra proyectos alternativos de bulevar, problemas en distintos espacio del barrio, antiguas aplicaciones de eso que hemos llamado urbanismo colectivo, diversas ideas, como la propuesta de unir la lucha contra el bulevar con la lucha por otros espacios – como el de Artillería-.
Y es que la mente colectiva piensa mejor que la individual, escapando del secuestro del debate que han intentado perpetrar los medios de comunicación locales. ¿Cómo quieres que se empleen – que empleemos- los millones de euros del nuevo bulevar? Pero para responder a esta pregunta, antes debemos detener el nuevo intento de las élites de imponer el bulevar de la especulación, que es su proyecto de futuro, pero no el nuestro.
Víctor Atobas
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