O lo que en castellano significa, “Demasiado grande para caer“. Esta expresión anglosajona elude expresamente a la banca, cuando un banco es tan grande que es imposible dejarlo caer sin que arrase todo lo que hay a su alrededor.
La crisis agudiza y no para de dar vueltas de tuerca a este despiadado engranaje llamado capitalismo. Puede que tú también veas como algo anecdótico el hecho de que la caja de toda la vida, la municipal, vaya pasando de manos y siendo fagocitada por peces cada vez más grandes. El tema es que cuanto más grande es un banco, mucho más difícil es dejarlo caer, se vuelve vital, si el rescate a la banca hoy es prácticamente incuestionable en un futuro lo será aún más.
Puede que te hubieses ilusionado con llevar a los presidentes de las cajas al banquillo, ajusticiar a esos miserables que colaron preferentes a tus familiares o simplemente pedir explicaciones a esos que otorgaron créditos a caciques y especuladores para esclavizar de por vida a tu generación con hipotecas a 50 años. Pero la realidad es que esa idea es una ilusión, en muchos casos turbada por los mismo políticos que han dado visto bueno a este plan.
Estos monstruos financieros de nueva creación, hagan lo que hagan, se gestionen como se gestionen van a ser siempre una piedra angular del sistema, si existen problemas el estado acudirá a su rescate sin dilaciones, da igual si son públicos o privados.
Algunos a estas alturas seguiréis pensando que esta agrupación de entidades bancarias no es tan maquiavélica, que se hace por estabilidad. Pero de eso nada… Los agujeros bancarios por mucho que se junten siguen estando ahí, las deudas y las malas inversiones son las mismas que antes. Las fusiones lo único que garantizan es un ahorro de costes a base de echar a gente a la calle y reducir oficinas. Todos los agujeros se van a tapar con dinero público. Pagando el paro a los empleados despedidos, quitando dinero de los servicios públicos, etc…
Bienvenidos a un nuevo sistema bancario, donde la impunidad se ha garantizado, vaya si se ha garantizado.
fjmc
Quememos lo poco que tenemos para darnos cuenta que nada podemos perder porque nada nos pertenece, nos quieren aburguesados con las migajas que nos dan, pero debemos darnos cuenta que la lucha está ahí afuera, en las calles, no atrincherados en nuestras casas. Nunca dijimos que la lucha fuese fácil, y a veces los resultados son escasos, no siempre conseguimos los objetivos que nos proponemos, a veces nuestros enemigos nos ganan la partida. Pero la lucha también nos ha demostrado y nos demuestra que su sistema es vulnerable, que a pesar de los miedos que nos quieren inculcar con su sociedad de control, sus cámaras de video vigilancia, sus guardianes del orden y la ley, sus micrófonos de alta tecnología, sus escuchas telefónicas, hemos podido y podemos llegar hasta ellos.Una forma de organización horizontal y de apoyo mutuo en base a una economía de autogestión esa es la solucion.
Nosomosnada.
El Estado quitará los bienes comunales de los pueblos
Las juntas vecinales de los pueblos cepedanos, como los de otros puntos de España, pueden perder los terrenos y propiedades comunales
cerrar ampliación
Paseantes recorren la Ruta de la Batalla de Cogorderos. El bosque de Valdicadierno sería otro espacio más que perderían los pueblos
Las juntas vecinales de los pueblos cepedanos, como los de otros puntos de España, perderán las propiedades y comunales en virtud del texto de un anteproyecto de ley aprobado por el gobierno de Mariano Rajoy el 13 de julio pasado.
Montes comunales, antiguas escuelas, derechos de caza, maderasÂ… todo lo que ha sido propiedad comunal dejará de serlo en virtud de un texto que desmantela las juntas vecinales.
Todo eso pasará a ser administrado por otros, probablemente La Junta o la propia Diputación, con lo que no se puede descartar la posibilidad de que se acabe entregando a empresas o particulares para su explotación, mediante algún tipo de acuerdos o conveniosÂ…. En definitiva, una desamortización de los núcleos rurales para la administración de los bienes por políticos, empresarios o burócratas.
De esta forma, un inmenso pedazo de España va a ser arrancado a sus propietarios, sin justificación, a la vez que se anulan instituciones con más de 2.000 años de funcionamiento, en lo que se perfila como el mayor robo del siglo XXI.
Y ese asalto a lo ajeno se ha producido casi sin escándalo público porque se lleva a cabo en los núcleos rurales, envejecidos y silentes, y a través de una legalidad con la que se quiere aparentar mayor racionalidad. Robo y esquilmación de la historia.
Los núcleos rurales del norte de España han empezado a tomar conciencia del asalto gubernamental y están empezando a realizar asambleas para informar del anteproyecto por la cual se quieren eliminar las competencias de las Juntas Vecinales.
Desde tiempos romanos pervive en estos lugares del norte una institución, el Consilium, traducida en nuestro tiempo al Concejo, que es la asamblea que se reúne periódicamente para regir los asuntos importantes del lugar. Allí se aprueban las cortas de los bosques, los derechos de pastos, de cultivo y de caza, la administración de las propiedades del lugarÂ… es un Parlamento del pueblo, en el que cada habitante tiene un voto.
Gobierna la Junta vecinal un presidente, también elegido periódicamente por votación popular. Y esta Junta se encarga de multitud de aspectos de atención a los recursos y necesidades del vecindario. Y cuando hace falta dinero para arreglar algo o para ayudar a alguienÂ… se establecen cuotas que todos suscriben.
Todo tiene una base de administración democrática de dos mil años, y que ha servido para defender los derechos de cada uno de los vecinos.
Â…Y ahora vamos a otro capítulo importante. Todos los recursos comunales pertenecen a todos y se administran por todos. Los campos se distribuyen equitativamente entre quienes quieren trabajarlos, igual que las maderas o los derechos de pastoÂ… y se exponen anualmente todos los detalles de la explotación.
Coexiste así en el campo una explotación privada, de origen latino, con unas exploraciones públicas, de marcada influencia germánica (invasiones bárbaras) lo que da a los pueblo un elevado equilibrio social. Un campesino puede que no tenga muchos terrenos privados, pero de lo público le corresponde una parte igual que a cualquier otro. De hecho, las partes se distribuyen por una comisión, se numeran y se entregan por sorteo.
Pues este sistema milenario, democrático e igualitario de reparto de bienes se acaba por una normativa que ha propuesto el Gobierno Español este mes de julio y que –dada la mayoría existente del Partido Popular- puede ser aprobada sin modificación alguna.
Los espacios cerealistas de los montes cepedanos son en su mayoría comunales. imagen guiarte.com
A los ya menguantes lugares del campo español, les quitarán ahora las casas comunales (antiguas escuelas, sede del concejo, etc.) les quitan los campos comunales, los pastos, los derechos de caza, los bosquesÂ…. Robar al pobre para engrosar los bolsillos del rico o del burócrata.
Entre los más indignados se comenta que no es extraño que de proseguir este asalto, proliferen aún más los incendios. Mucha gente opina que hay que calcinar las tierras antes que entregarlas a los ladrones disfrazados de burócratas.
Conocedores del gravísimo problema, ante este asalto a las haciendas y a la historia desde guiarte.com/La Cepeda proponemos: •
• Difundir el robo. •
• Protestar en defensa de los derechos económicos e históricos de estos lugares •
• Anunciar que no se volverá a votar jamás a los autores de esta brutal expoliación económica e histórica •
• Apoyar las movilizaciones para defensa de estos vestigios democráticos con más de 2000 años de vigencia. •
• Promover y difundir allá donde estemos, este vestigios histórico que quieren borrar. •
• Promover ante la UNESCO, el reconocimiento como Patrimonio Mundial del este sistema económico antes de que el Estado lo arrase. •
Anónimo
Este sistema apesta, necesitamos cambiar las cosas…
odmnw
“Dad al Cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios”.
Pero cuando la autoridad civil manda cosas contrarias al orden, podemos desobedecer, y “resistir ante la injusticia”, porque es deber de la autoridad procurar el bienestar y la paz de los ciudadanos.
Por ello la sociedad debe desobedecer ante esta injusticia.