Publicado por DV & archivado en Burgos.

Hace aproximadamente 25 años en las calles de Burgos se podían ver pegatinas con la imagen de Ernesto Che Guevara parodiado como uno de los iconos capitalistas más emblemáticos. Aquella pegatina la firmaban las Juventudes Libertarias.

La pegatina fue controvertida, la izquierda de aquellos años se agitó viendo su icono mancillado por unos jóvenes libertarios. La imagen del Che era una hipérbole, un anticapitalista había acabado como un producto de moda capitalista. Su imagen era una pose. Entre los 90 y principios del siglo XXI la imagen del Che era muy popular entre la juventud, se podían ver camisetas, posters, pines…

El tiempo pasó, la moda se fue y con ella aquellas pegatinas se desvanecieron de las verdes farolas. Pero a aquella moda le siguieron otras, otras muy similares. Tuvo que llegar alguien de renombre y que provenía de la academia. Alguien que es considerado un neo-marxista, para que esta crítica no sonase marciana en la izquierda y se pueda tomar en serio. Él es Slavoj Žižek. Resumiendo mucho a Žižek (Bienvenidos al desierto de lo real, Akal, Madrid, 2005) sus conclusiones nos explican que el capitalismo se adapta de forma excepcional ante los problemas sociales. Además el capitalismo no sólo produce mercancías también produce ideas y estilos de vida. Como hemos visto desde hace años el capitalismo puede transformar la rebeldía en una moda, un producto que se vende y consume. Si convertimos la rebeldía en mercancía despojamos a está de su idea para transformarla en estética. Algo sin consecuencias reales y que podríamos afirmar que ha sido asimilado por el sistema para su beneficio. Todo esto es muy problemático ya que en vez de poner en problemas al sistema lo que consigue es reforzarlo. El lavado rosa o el ecoblanqueo pueden ser algunos ejemplos como lo han sido también el punk u otras subculturas.

Pero hay algo mucho más preocupante que todo esto. Para Žižek el capitalismo puede tolerar las protestas e incluso promoverlas sin que suponga un cambio estructural real. La protesta ha pasado a ser dominación, una dominación que no se cuestiona ya que se piensa que no ha sido impuesta si no elegida. Con esto hemos perdido la capacidad de identificar la ideología (entendida como parte de la superestructura marxista). En nuestra sociedad puede que haya habido dos grandes ejemplos de todo esto. Uno bien podría ser el 15M que terminó derivando en la consolidación de una nueva estructura del parlamento y en el fin del bipartidismo. El 15M consiguió la nada desdeñable hazaña de transformar el orden de los partidos pero no llegó a poner en riesgo la verdadera dominación. La corriente feminista que vivió su apogeo en 2018 también podría considerarse haber sido asimilada, incluso por el poder político, mejorando el capitalismo en muchas facetas que lo alejan aparentemente del patriarcado. Pero sin duda el ejemplo histórico de asimilación capitalista son los partidos políticos de izquierdas. La participación de estos partidos en los parlamentos liberales lleva dando falsas esperanzas de cambio a muchas generaciones de anticapitalistas y sin embargo día tras día implementan políticas liberales sin ni tan siquiera ser mínimamente cuestionados mas allá de las siglas o de sus líderes. La paradoja que plantea Žižek es que la ideología más dañina no es la que se nos impone mediante la violencia si no la que ni siquiera reconocemos como tal pensando que ha sido elegida.

Para Žižek la verdadera rebeldía debería no poder ser asimilada por el capitalismo o al menos no fácilmente y para ello los rebeldes necesitamos una comprensión más profunda de los engranajes que hacen funcionar el capital. Tal vez merezca la pena reflexionar sobre nuestra militancia, quizás en alguna ocasión nosotras también vendimos camisetas y fuimos pasto de la moda.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.