Una historia de policias en las aulas

«Yo he trabajado 8 aÅ„os en menores, o sea que os conozco muy bien. Si alguno ha cometido un delito no está libre, porque le voy a hacer pagar por ello» . Una breve historia inspirada en la nueva modalidad de adoctrinamiento policial

“Aquel dí­a Rufino, joven alocado y dado al absentismo escolar no aprecio por clase. No sabí­a en el lí­o en el que se estaba metiendo el muchacho.

-Rufino, quedas detenido por hacerte la pilora.

Le espetó en la oreja su colega el CamuÅ„as, mientras el Chispo le cacheaba en busca de aquello que solí­an pillar a medias.

-Con que hoy no llevas nada eh, ya veremos a ver que nos cuentas en Jefatura.

El Rufino no salí­a de su asombro, el CamuÅ„as y el Chispo, sus dos colegas de toda la vida le estaban gastando una extraña broma que ya empezaba a mosquearle.

-Oye troncos, dejaos ya de vaciles.

– De vaciles nada Rufino, ayer nos dieron una charla que nos ha abierto los ojos. Desde ahora queremos ser policí­as y “tu caso” nos lo han asignado en prácticas.

-Mi caso?….po-po-policias…pero qué, pero…

-De peros nada y camina que te vamos a tomar las huellas para hacerte la ficha.

Caminaba el Rufino esposado a su colega el Camuñas, con el que tantas veces se habí­a hecho la pirola, maldiciendo su mala suerte cuando de pronto sintió una explosión en el interior de su cabeza.

-Mira, aquí­ tienes al Piños, este desde ayer ha decidido hacerse antidisturbios, ya sabes, de los de la UPR esa…y esta que no para de ejercitarse

El Piños, palo en mano, sonreí­a complacido mostrando al Instituto entero el por qué de su apodo.

-Vengo ahora mismo de zaurrale de lo lindo a la profe de historia, que es eso de Revolución Francesa ni santas pascuas, me ha parecido sospechosa y he decido intervenir.

Acariciaba el extremo del palo mientras proseguí­a narrando sus hazañas.

-Al Morapio le he pillao un panfleto polí­tico de esos que decí­a no se que de una manifestación, no veas como corrí­a el tí­o….

El dí­a entero se lo pasó el Rufino encerrado en el cuarto de los balones mientras asimilaba que, o cambiaba de amigos o las cosas le iban a ir muy mal.

Según se volví­a para casa la Marta, con la que tantas veces intento enrollarse sin éxito, no paraba de hacerle fotos con el movil.

-No, si seguro que esta ahora será secreta.”

Este es, por supuesto, un relato de ficción, basado sin embargo en hechos reales. La pregunta que se nos plantea es: podrá llegar a ser verdad algún dí­a? Pronto lo sabremos.