El 23 de agosto de 1927 eran ejecutados en la silla eléctrica Bartolomeo Vanzetti y Nicola Sacco. Sobre ellos pesaba la acusación de atraco a mano armada y asesinato en primer grado. Las únicas pruebas con las que contaba la acusación era que ambos eran anarquistas de origen italiano que decidieron inmigrar a los Estados Unidos. Inmigrantes y anarquistas; su condena a muerte esta ya dictada.
En el 5 de mayo 1920 los dos fueron arrestados porque en sus gabardinas escondían propaganda anarquista. 3 días después serán acusados también de un robo en un barrio de Boston, pocas semanas antes de su arresto, en el cual habian sido asesinados a golpes de pistola dos hombres, el cajero de la fábrica de zapatos «Slater and Morrill» y un vigilante.
Después de tres juicios, los dos italianos fueron condenados a muerte a pesar de que contra de ellos no había ninguna prueba cierta. Además, la confesión del detenido puertorriqueño Celestino Madeiros admitía haber sido parte del robo y no haber nunca visto a Sacco y Vanzetti. De nada valieron las movilizaciones populares y de la prensa, la creación de comités para la liberación de los inocentes y las peticiones lanzadas desde Italia.
La base de la condena fueron por parte de la policía, de los procuradores del distrito, de los jueces y del jurado el miedo y los prejuicios y también la firme voluntad de continuar una política de terror, sugerida por el ministro de justicia Palmer, para eliminar a quien osara poner en duda el sistema, de hacer callar a quien osara alzar la cabeza frente a las injusticias.
Nuestra historia más cercana también alberga tristes episodios como los de Sacco y Vanzetti. El 17 de agosto de 1963 fueron ejecutados en la prisión de Carabanchel los anarquistas de las Juventudes Libertarias Joaquín Delgado y Francisco Granado acusados de la colocación de dos artefactos explosivos: uno en la Dirección General de la Policía de la dictadura y otra en la sede central del Sindicato franquista. Bombas que ambos jóvenes no colocaron como demuestra el testimonio de los verdaderos autores de aquellos atentados.
Durante el proceso sumarísimo que juzgo su caso los jóvenes libertarios fueron acusaos de planear un atentado contra el Jefe del Estado, Francisco Franco, y ejecutados mediante el garrote vil.
La Historia tiene la extraña costumbre de repetirse.
De capiscol de pura cepa
Muy buen artículo