Publicado por DV & archivado en Burgos, Explotación.

Hace años los economistas más “in” lo llamaron “economí­a colaborativa”. Trataba de poner en contacto a personas para compartir cosas o servicios, era una “revolución” que traí­a ahorro, desarrollo sostenible, más oferta…

Pero a esa mierda de “economí­a colaborativa”, que pudo nacer con una buena intención, solo la bastó dar una vuelta de tuerca más para que lo que se fuese a compartir fueses tú. Sí­, tú, la que está leyendo esto. No hay jefes, ni responsables, emprendes con tu bici o moto y un móvil por el que miles de anónimos te piden recados y un sistema te puntúa sin tener en cuenta si llueve, estas enferma o tienes algún problema. Las historias detrás de estos esclavos a los que la “economí­a colaborativa” ha apodado riders son escalofriantes, precariedad, estres, alta siniestralidad

 

Hace unos dí­as llego a Burgos Deliveroo, la competencia de Globo, en un abrir y cerrar de ojos han llegado a Burgos las dos empresas más punteras en precariedad laboral. Estas empresas copan medios de información y no precisamente por su buena prensa aunque en Burgos han debido soltar un buen fajo de billetes para que los medios tradicionales hablen de ellas sin centrarse en analizar estos lamentables negocios de venta de carne humana. La publicidad y millones de usuarios que usan sus servicios a diario hacen de esta “economí­a colaborativa” un negocio con futuro rentable que terminará aterrizando en cualquier lado donde la moral brille por su ausencia.

Estos negocios sorprenden con precios estrella, por tan solo 6€ al mes tienes el plan prime, te permite disponer de un esclavillo el tiempo y las veces que quieras. Este modelo llamado “SaaS” del Ingles “Slave as a service” o lo que viene siendo en román paladino “servicio de esclavo” hará los deleites de cualquier idiota con un buen sofá, calefacción central y afán de sentirse parte de la nobleza.

Si alguno está pensando que estas empresas no tienen futuro o contemplando la posibilidad, que se olvide. En Barcelona, por ejemplo, un osado grupo de raiders decidió montar una cooperativa llamada Mensakas y la cosa no pintaba mal para ellos, pero a la “economí­a colaborativa” no la hace sombra ni dios. Deliveroo o Globo no paran de levantar rondas de inversión de millones, sostenidas con grandes sumas de dinero y por grupos de inversores solventes hay pocas posibilidades para la competencia ética. Detrás de Deliveroo, por ejemplo, está Amazon. Tan solo una vaga esperanza de que se queden sin usuarios podrí­a arrojar luz a este negro futuro.

Bienvenidos a la “economí­a colaborativa”. Ahora tan solo tienes que decidir quien vas a ser ¿El tonto, el listo o el rider?.

3 Comentarios para “La competencia a la precariedad ya está aquí­”

  1. bcn1 magda

    En lo referente a Amazon, yo trabajo en el almacén del Prat en Barcelona y nunca me he sentido que me traten como una esclava. Pienso que si pudieran ver la realidad de nuestras condiciones laborales y de cómo me siento al formar parte de esta empresa, no se generarí­an este tipo de rumores. En mi caso particular, soy empaquetadora, trabajo mis 8 horas según la ley y tengo beneficios que anteriormente nunca me habí­an ofrecido, como es el caso del seguro médico privado y subvención de formaciones, entre otros. Pero a parte del aspecto económico, es el hecho de sentir que te tratan bien, que valoran tu opinión y se te respeta, indiferentemente del puesto que desempeñas y sobre todo las oportunidades que te ofrecen para seguir creciendo profesionalmente, aspectos que para mí­ son invaluables.

  2. Anónimo

    Probablemente a magda le paguen por lavar la imagen de empresas, pero en caso de duda te diré:

    Me alegra mucho que te traten bien, en Amazon tratan bien a mucha gente hay gente bien pagada y otra gente muy mal pagada, explotada y demás, no tienes mas que ver las huelgas y las reivindicaciones de tus compañeros de Madrid. Pero las malas condiciones de Amazon no solo comprenden la geografí­a hispánica, Amazon externaliza en India y precariza a muchas personas ahí­.

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