Publicado por DV & archivado en Burgos, Historia, Internacional, La sombra del III Reich sobre Burgos.

La sombra de la Alemania nazi no dejó de proyectarse sobre las calles de Burgos durante todo el transcurso de la Guerra Civil Española.  En la Capital de la Cruzada no era raro toparse con imponentes desfiles de las tropas del III Reich cuya espectacular disposición sorprendí­a a propios y extraños. Entre sus edificios se llegó a cobijar una oficina de la GESTAPO, la temible policí­a secreta de Hitler, que contó en Burgos con su principal centro neurálgico durante gran parte del conflicto bélico.

Legion Condor(Espolon) - copia

¿Qué huellas en nuestra actual ciudad revelan el paso por sus calles de las tropas de la Luftwaffe? ¿ Cuál era la misión que los agentes de la GESTAPO desempeñaban en Burgos?. Interrogantes que trata de resolver nuestro colaborador habitual Modesto Agustí­ en la segunda parte del ciclo temático La Sombra del III Reich sobre Burgos

La sombra del III Reich se proyectó alargadamente sobre la ciudad de Burgos en aquel periodo en el que nuestra ciudad fue conocida como la Capital de la Cruzada, santuario de esa parte de España que se afanaba en borrar del mapa a la otra. En el anterior artí­culo traté de exponer cómo la inestimable ayuda de la Alemania nazi fue decisiva para que la victoria se decantase finamente hacia el bando franquista durante la Guerra Civil. La Legión Condor, fuerza de intervención mayoritariamente aérea que dependí­a de la Luftwaffe, fue la principal aportación que Hitler realizó en el conflicto bélico español, una guerra que se convertirá en preludio y  laboratorio de pruebas de la locura megalómana que los seguidores de la esvástica no tardarán en desatar.

Burgos, por su estratégica situación geográfica y por su especial idiosincrasia polí­tica, fue uno de los escenarios donde la presencia de la Legón Condor no pasó desapercibida. Desde algunos de sus edificios más significativos se planearon operaciones tan destructivas como la del bombardeo de Guernica, cuyas repercusiones internacionales hicieron que el aparato de propaganda franquista tuviera que apresurarse en desmentir la autorí­a.

Legión Condor Burgos

Soldados alemanes de la Legión Condor se fotografí­an en el Espolón

Tras las victoriosas campañas de la aviación alemana, las autoridades locales se desviví­an en homenajes y condecoraciones hacia unos oficiales que años más tarde se verí­an obligados a sentarse en el banquillo de los acusados en el llamado proceso de Nuremberg, y a cuyas tropas no era raro  verlas desfilar por Burgos. Pero, muy pocos sospecharí­an que uno de los vestigios que rememoraban aquel intenso, y con el tiempo también incómodo, romance entre la jerarquí­a militar del III Reich y la Capital de la Cruzada fue visible en nuestra ciudad hasta bien entrado el actual régimen. Un monumento en homenaje a los soldados alemanes de la Legión Condor muertos en acto de servicio situado casi en el centro de Burgos daba buena cuenta de ello.


El monumento en Burgos a los soldados de la Legión Condor

Está claro que nunca hay que perder la capacidad de sorprenderse, sobre todo si de lo que se trata es de indagar aspectos tan escabrosos del pasado de una ciudad como Burgos.  Cuando le comenté a Nacho Garcí­a, gestor del blog The Jaily News, bitácora donde se recoge abundante información sobre los prisioneros internacionales que fueron internados en el campo de concentración de San Pedro Cardeña, mi intención de publicar un artí­culo sobre la presencia del III Reich en Burgos, me realizó una sorprenderte revelación: en Burgos existió un monumento a los soldados alemanes de la Legión Condor que se mantuvo en pie hasta nada más y nada menos que 1985.

Paseo Empecinado 1985.Pag.6 - copia

Monumento a los soldados alemanes de la Legión Condor en el paseo del Empecinado de Burgos

Mapa 1967

Mapa donde figurarí­a la ubicación del monumento del III Reich en Burgos

Aunque no coincidamos plenamente en los análisis polí­ticos, hay que reconocer que Nacho tiene olfato para la investigación histórica y sabe moverse como pez en el agua entre archivos y hemerotecas, su blog así­ lo atestigua.  Al parecer, el monumento nazi se encontraba en el actual paseo del Empecinado y estaba formado por cinco bloques de piedra. En el centro se situaba el de mayor tamaño y mostraba la Cruz de Hierro junto al nombre de los soldados alemanes muertos en acto de servicio. El resto de bloques se emplazaban simétricamente a derecha e izquierda. Según investigaciones del propio autor de The Jaily News, podrí­a tratarse de un monumento conmemorativo dispuesto para los miembros de la Legión Condor fallecidos en un accidente aéreo en Pineda de la Sierra durante la navidad de 1938 mientras se desplazaban al frente catalán. Algo ocurrió en el Junker 52, modelo caracterí­stico que la aviación alemana utilizaba como transporte y ocasionalmente como bombardero. Quizás problemas meteorológicos, quizás dificultades técnicas, sea como fuere, lo cierto es que el monoplano, cuyo diseño era uno de los favoritos de Adolf Hitler, fue a estrellarse estrepitosamente con sus cargas de espoleta para artillerí­a y toda su tripulación en esta conocida localidad de la Sierra de la Demanda.

Legión Condor, Junker JU-52

Junker JU-52, avión de trasnporte y bombardero ocasional de la Legión Condor

En el monumento que en su memoria se ubicó en Burgos, figuraban los nombres de los soldados alemanes que el III Reich habí­a enviado en ayuda de la “cruzada nacional del general Franco”:Stover Gustav(Sargento radotelegrafista), Conrad Richard(Cabo 1º), Hentschel Bernhard(Artificiero), Laux Kurt(Interprete) y Hermann Schmitz(Artificiero mayor).  Aunque de no muy buena calidad, el propio Nacho Garcí­a nos aporta una fotografí­a de este peculiar monumento y un plano descriptivo de su ubicación.No es el único monumento de este tipo que existió en la denominada zona nacional y que conmemoraba a los soldados alemanes muertos durante el transcurso de nuestra guerra civil. Todos ellos de un diseño bastante similar y con piedra traida desde Alemania y, aun cuando pueda parecer inverosí­mil, todaví­a alguno de ellos en pie en nuestros dí­as.

En este sentido, aunque en relación con la Italia fascista , aún puede verse en el Puerto del Escudo que separa las provincias de Burgos y Cantabria el monumento a los soldados italianos del denominado  Corpo di Truppe Volontarie , enviados por Mussolini en ayuda de Franco. Un extraña construcción en disposición piramidal que habla de la ayuda del fascio a los militares sublevados el 18 de julio de 1936.

Monumento Puesto del Escudo

Monumento en el Puerto del Escudo a los soldados fascistas italianos


Los tentáculos de la Gestapo en Burgos

Cuando en noviembre de 1936 se procedió a la formación de la Legión Condor, junto a las fuerzas militares enviadas a España por el III Reich, los alemanes crearon un Servicio de Información propio para esta unidad. Los informes que este servicio se afanaba en recoger eran entregados puntualmente al Cuartel General de Franco, primero de forma directa, y después a través del Servicio de Información y Policí­a Militar (SIPM), cuya sede central se hallaba en Burgos. Así­ lo señala Javier Rodriguez, profesor de la Universidad de León y coautor del libro War Zone, obra fundamental donde se detalla la estrecha relación entre los Servicios de Información españoles y el Servicio de Inteligencia alemán durante la Guerra Civil primero y la II Guerra Mundial después.

Junto a estos servicios de inteligencia, la Gestapo, la temible policí­a secreta de la Alemania nazi, desplegó también sus tentáculos en Burgos. Durante el desarrollo de la Guerra Civil la Geheime Staatspolizei contó en nuestra ciudad con uno de sus centros de operaciones más importantes.

Tras el ascenso al poder de Hitler en 1933, la Gestapo fue concebida como una macro organización policial con infinitos tentáculos.  Su principal tarea consistí­a en investigar y reprimir todas las expresiones de disidencia que pudieran resultar peligrosas para el Estado nazi. En Burgos, su cometido más destacado se centró en el interrogatorio de los prisioneros internacionales que se hallaban internados en el campo de concentración de San Pedro Cardeña, a escasos 10 kilómetros del núcleo urbano de la ciudad.

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Fachada principal del Monasterio de San Pedro Cardeña

A partir del 4 de abril de 1938, el Cuartel del Generalí­simo designó al monasterio de San Pedro Cardeña “lugar donde deberán concentrarse todos los prisioneros de nacionalidad extranjera en nuestro poder  (…)”. De esta manera Franco cedí­a a las presiones de los gobiernos alemán e italiano que le exigí­an que cesase la ejecución indiscriminada de voluntarios de las Brigadas Internacionales. Una petición que no respondí­a a razones humanitarias, ni mucho menos,  sino que buscaba la posibilidad de intercambiar los prisioneros de nacionalidad alemana o italiana internados en San Pedro, por otros tantos prisioneros con los mismos lugares de origen en poder de las fuerzas republicanas.

A través de un telegrama de carácter reservado el 17 de octubre el Cuartel General notificaba al general jefe del Ejército del Norte la necesidad de agrupar en el campo de concentración de San Pedro Cardeña a los prisioneros de lengua alemana para que “puedan rápidamente ser interrogados con fines de investigar sobre sus posibles actividades comunistas en su paí­s de origen”.

Los sabuesos de la Gestapo no tardaron en desplegarse por el monasterio convertido en campo de concentración casi desde el inicio de la Guerra Civil. Su actitud y formas de desenvolverse contrastaban enormemente con la de los carceleros franquistas cuyo desconocimiento de cultura y leguas extranjeras era absoluto.  La eficacia de la Gestapo ya habí­a podido ser probada en Dachau, campo de concenración donde cientos de disidentes al régimen nazi habí­an sido ya internados, probando el ordenado y eficaz modelo de administración del sufrimiento que poco después será aplicado en Auschwitz o Mauthausen. En Dachau, no lejos de Munich, los agentes de la policí­a secreta del Estado se foguearon en las refinadas técnicas de interrogatorio que los harí­an tristemente célebres.

Cualquier prisionero alemán, austriaco o polaco, o simplemente sospechoso de serlo, corrí­a un grave riesgo en San Pedro Cardeña. La Gestapo ansiaba sobre cualquier otra cosa conocer las actividades polí­ticas que habí­an previamente desarrollado en sus respectivos paí­ses de origen antes de enrollarse en las Brigadas Internacionales.  Vestidos de civil, y aprovechando las estancias del propio monasterio, los agentes dieron comienzo los interrogatorios agrupando a los prisioneros de forma alfabética según su nacionalidad. Si para cualquier otra nacionalidad,  empleaban una hora, los prisioneros de hablan alemana debí­an soportar sesiones que se prolongaban durante más de media jornada. Cualquiera que tratase de ocultar su verdadera nacionalidad podrí­a ser fácilmente descubierto pues los agentes de la policí­a secreta alemana manejaban perfectamente el inglés y otros idiomas. No hubo violencia fí­sica, pero al mostrar las imágenes de la devastación de Guernica, que siguiendo la versión oficial franquista los agentes alemanes atribuí­an a los propios republicanos, se desataron intensas discusiones entre los prisioneros y la Gestapo.

El militante comunista de origen alemán Arthur Karlsson logró engañar a los agentes del III Reich haciéndose pasar por sueco.  Peor suerte tuvo Hermann Streit, brigadista de origen germano que no pasó desapercibido. Tampoco la fortuna sonrió al anarquista alemán Heinrich Friedetzky al que no sirvió de mucho hablar perfectamente checo ya que fue deportado junto con otros tantos alemanes de los Sudetes, minorí­a alemana de Checoslovaquí­a, al campo de concentración de   Sachsenhausen primero, para después dar con sus huesos en el de Ravensbruck, experiencias a las que sin embargo sobrevivió.  Tras muchas idas y venidas Friedetzky murió en Alicante en 1998 a sus setenta años acogido por militantes de CNT.

Durante su presencia en el campo de Concentración de San Pedro Cardeña, la Gestapo identificó de forma concienzuda a todos los prisioneros internacionales internados. En la zona norte del monasterio fueron agrupados y obligados a desnudarse. Frente a ellos, sentado detrás de una mesa donde reposaba el calibre que se iba a utilizar para “tomarles las medidas”, se situaba el agente que tomaba nota de todas las indicaciones como la altura, la anchura o las dimensiones del cráneo. Tras la toma de huellas y las correspondientes fotos de frente y perfil,  los prisioneros ya estaban cientí­ficamente clasificados.

Tras el fin de la guerra civil, el campo de concentración de San Pedro Cardeña estuvo abierto hasta principios de 1940, por sus dependencias llegaron a pasar hasta 10.000 prisioneros, en torno a un millar de ellos brigadistas internacionales. A su cierre el destino de su moradores fue muy dispar.  A los que no pudieron ser canjeados por prisioneros alemanes o italianos les esperaba el campo de concentración de Miranda de Ebro, centro de internamiento que durante el transcurso de la II Guerra Mundial fue dirigido por Paul Winzer, jefe del Partido Nacionalsocialista alemán en España. A otros tantos les esperaba la Gestapo en la Francia ya ocupada por el III Reich, desde donde serí­an trasladados a campos de concentración alemanes como le ocurrió al brigadista de origen irlandés Frank Ryan.  Otros tantos, medio centenar en total, les habí­a sido ya reservado el fusilamiento, aún cuando  en las estadí­sticas oficiales, figurase el suicidio como causa de la muerte.

Capital de la Cruzada: centro neurálgico de la Gestapo en España

Una vez concluidas las sesiones de interrogatorios, los agentes alemanes regresaban en coche a Burgos, donde la Gestapo disponí­a en ese momento de su sede nacional en la zona controlada por el ejército franquista. ¿Dónde se encontraba la oficina de la temible policí­a secreta alemana en nuestra ciudad?Su ubicación habrí­a que buscarla entre los diferentes edificios que en la Capital de la Cruzada eran ocupados por la Legión Condor. No hay consenso, sin embargo, entre los historiadores que han abordado el estudio de este periodo a la hora de fijar la ubicación exacta. Para Luis Castro, historiador vinculado desde hace décadas a la recuperación de la Memoria Histórica y autor del libro Capital de la Cruzada, la oficina de la Gestapo en Burgos se encontrarí­a en el Convento de las Salesas, construcción de estilo neogótico realizada a finales del siglo XIX situada en el numero 4 de la calles Barrantes. En la época sus dependencias estaban destinadas a sala de consejos, siendo compartidas además por las Oficinas del Cuartel General del Generalí­simo y el Estado Mayor de la Legión Condor.

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Covento de las Salesas en la calles Barrantes, una de las posibles localizaciones de la GESTAPO en Burgos

Por su parte, el ya citado Nacho Garcí­a, que desde hace años investiga este periodo tan sombrí­o de la historia de Burgos y cuyo trabajo puede consultase en el mencionado  blog The Jaily News, la sede de la Gestapo en Burgos se hallarí­a en el Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, situado en el número 1 de la actual avenida de Palencia, que en la época era ocupado por la Legión Condor y la Sección Femenina de la Falange, no lejos del propio Convento de la Merced, donde Falange Española tení­a ubicado su cuartel general.

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Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, otro de los edificios eclesiásticos que podrí­an haber albergado la sede de la GESTAPO en Burgos

Por desgracia, en la actualidad no existen documentos oficiales que sirvan para esclarecer la ubicación exacta de la sede de la siniestra policí­a polí­tica al servicio de los nazis en nuestra ciudad. Si los hubo, cosa bastante poco probable teniendo en cuenta las actividades en las que estaba inmersa, fueron concienzudamente destruidos al inicio del actual régimen, como tantos otros archivos de organismos como FET y las JONS, quien sabe si tratando de evitar que alguna revelación incómoda pudiese salpicar en el futuro.

El fin de la guerra en Burgos y los Gigantillos que bailaron ante el Fí¼hrer

El 1 de abril de 1939 el parte de guerra emitido desde Radio Nacional que se hallaba instalada en el Teatro Principal anunciaba el fin de la guerra civil. Se abrí­a sin embargo un oscuro periodo de dictadura que se prolongarí­a durante cuarenta años.

Tras el fin de la Guerra Civil, Burgos acusa la perdida de la capitalidad polí­tica de la España franquista y, aunque hasta el 18 de octubre de 1939 Franco no abandonará oficialmente la ciudad, desplazándose a Madrid solo para los fastos del denominado Gran Desfile de la Victoria el 19 mayo, donde curiosamente también desfilará la Legión Condor y el Corpo di Truppe Voluntarie italiano (cuyo Estado Mayor se encontraba en el número 44 del Paseo del Espolón), ve como los organismos oficiales y el personal adscrito a los mismos parte de Burgos.

El esplendor de la ciudad que durante el transcurso de la guerra se habí­a convertido en un autentico hervidero de gentes donde uniformes y sotanas de todas clases y condiciones se daban cita, y cuyas juergas nocturnas no tení­an nada que envidiar al del Parí­s ocupado por los nazis, se marchitaba.  Si durante el conflicto bélico su población habí­a crecido de forma alarmante ocasionando incluso auténticos problemas de hacinamiento, desde abril de 1939 la sangrí­a de población fue aumentando de forma exponencial.

El nuevo estado, cuyo diseño polí­tico mimetiza numerosos aspectos del fascismo y el nazismo, no esconde sus simpatí­as hacia Italia y Alemania y  no pierde ocasión en demostrarlo públicamente. El 7 de julio de 1939, a escasos dos meses del inicio del conflicto mundial, la Comisión Municipal Permanente del consistorio burgalés da su visto bueno para que las figuras de los Gigantillos sean trasladadas hasta Alemania por Falange Española Tradicionalista y de las JONS. El viaje estará organizado por la asociación Kraft Durah freudey “La Fuerza por la Alegrí­a”,  organización del Partido Nacionalsocialista alemán que se encarga de organizar el ocio de los obreros.

Los simpáticos personajes burgaleses diseñados por Fernando Hernando “El Cardeñita” a finales del siglo XIX, viajarán en carretera hasta Oporto y desde allí­ a Alemania. En un momento en el que numerosos paí­ses europeos se debaten entre la paz y la guerra ante las imposiciones de Hitler,  los tradicionales gigantillos de Burgos desfilan por las calles de Hamburgo el 26 de agosto de 1939 ante la atenta mirada del mariscal Herman Goering, lugarteniente del Fí¼hrer y comandante de la aviación alemana.

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Los Gigantillos en la Alemania del III Reich a pocos diás de que estallé la II Guerra Mundial. Fuente La Carregue

El viaje fue autorizado por el Ayuntamiento de Burgos a petición de Falange, poniendo como condición que su transporte y cuidado corriera a cargo de personal municipal y el coste del viaje recayese en los organizadores del festival. Una curiosa anécdota que es relatada en La ciudad de Burgos durante el régimen de Franco del escritor Fernando Ortega Barriuso, obra fundamental para conocer la intrahistoria de nuestra ciudad durante la dictadura franquista.

Los Gigantillos

Los Gigantillos, los populares personajes de Burgos creados a finales del siglo XIX

Las noticias de la invasión alemana sobre Polonia se dejarán escuchar también en Burgos la mañana del primero de septiembre de 1939. Comenzaba la II Guerra Mundial en la que la España franquista declaraba inicialmente su neutralidad mediante un decreto del propio Caudillo, para poco tiempo después pasar a la ambigua situación de no beligerancia. Sin embargo, las simpatí­as del régimen de Franco hacia las potencias del Eje, a las que debí­a en gran medida su victoria en la Guerra Civil, nunca se mantuvo oculta, al menos hasta que el conflicto mundial les fue favorable.

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Entrevista de Franco con Hitler en Hendaya

Aquella relación de amistad se plasmará en la entrevista que Franco y Hitler mantendrán en Hendaya en octubre de 1940. Antes de aquel histórico encuentro, Heinrich Himmler, jefe de las temibles S.S, pasará por Burgos durante su viaje oficial en suelo ibérico La guerra que comenzaba a librarse en Europa tendrá en el espionaje otro de sus decisivos campos de batalla y en este sentido la España franquista será un excepcional campo de operaciones.

Modesto Agustí­

Referencias bibliográficas y documentales:
CASTRO, L. Capital de la Cruzada. Burgos durante la Guerra Civil. Editorial Crí­tica, 2006.
RODRIGUEZ, J., GRANDIO, E.  War Zone. La Segunda Guerra Mundial en el noroeste de la Pení­nsula Ibérica. Eneida, 2012.
ORTEGA BARRIUSO, F. La ciudad de Burgos durante el régimen de Franco, IMC Burgos, 2005.
Blog The Jaily News sobre el campo de concentración de San Pedro Cardeña gestionado por Ignacio Garcí­a.

3 Comentarios para “La Legión Condor y la Gestapo en la Capital de la Cruzada. La sombra del III Reich sobre Burgos II”

  1. Javi

    Homenaje franquista en Palencia a quienes bombardearon Gernika

    Los Tercios de Aguilar honran hoy en Aguilar de Campoo a los “valientes voluntarios de la Legión Cóndor”

    Sábado, 23 de Agosto de 2014 – Actualizado a las 06:11h

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    Donostia – Un grupo denominado Tercios de Aguilar homenajeará hoy en Aguilar de Campoo (Palencia) a la Legión Cóndor, fuerza aérea que el III Reich envió en ayuda de las tropas de Franco para bombardear Gernika el 26 de abril de 1937.

    La página web de este colectivo ultraderechista anuncia el tradicional acto “a nuestros héroes, mártires y caí­dos nacionales durante la Guerra Civil española” que este año se concreta en un homenaje a “los valientes voluntarios alemanes de la Legión Cóndor cuyo labor en Aguilar fue ejemplar e intensa en la defensa del Aguilar Nacional”.

    Pese a las numerosas crí­ticas en las redes sociales, no ha trascendido ninguna orden judicial para prohibir el acto por apologí­a del franquismo y del nazismo. – H. Unzueta

  2. Hassan

    Diario De Vurgos (Burgos) » Archivo del weblog » La Legión Condor y la Gestapo en la Capital de la Cruzada.
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    Interesante vuestros comentarios. El chalet donde vivió Richthofen, pertenecí­a a un conocido abogado de Burgos, llamado D Rafael Olea, detenido y asesinado en Estepar por los albiñanistas gracias a la delación de un conocido empresario burgalés que viví­a y tenia su negocio enfrente del chalet, cuyo padrino de bodas fue mi abuelo D. Lucas González. Todas sus posesiones fueron expropiadas. En cuanto a los comentarios del pueblo burgalés hacia las tropas alemanas, no todas ellas eran nazis, muchos pertenecí­an a tropa regular alemana, y mi madre que tiene en la actualidad 91 años, me ha dicho multitud de veces que la aceptación a unas tropas entre comillas “amigas” fue bien recibidas. Mi tí­o carnal teniente de academia del ejército sublevado en aquella época trabajo en las dependencias del Cuartel General de la Legión Cóndor en Burgos, y al acabar la guerra dijo una frase célebre para la posteridad: “hoy empieza la guerra para nosotros”. La mencionada frase corresponde a la dificultad en los ascensos posteriores de los oficiales en la retaguardia que no habí­a disparado un sólo tiro, frente a los alféreces provisionales que ascenderí­an con preferencia a lo largo de la posguerra.

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