Publicado por DV & archivado en Anarquismo, Burgos, Literatura.

A finales del 1979 el anarcosindicalismo tenía una fuerza sindical bastante evidente. CNT era el tercer sindicato por afiliación y ya había sido víctima de uno de los primeros montajes de la democracia, el Caso Scala.

Contemos la historia desde el principio

El 8 de diciembre de 1979 fue un mes importante para el anarcosindicalismo en la península ibérica. Tras la vuelta del exilio, ese año se celebró el V Congreso Confederal de la CNT. Un congreso polémico ya que en el se debatió acudir a las elecciones sindicales y acatar los Pactos de la Moncloa. Cabe destacar que este congreso tuvo lugar en un contexto en el que la CNT era uno de los principales opositores a los Pactos de la Moncloa, por aquel entonces se destapó la existencia de muchos infiltrados en la organización sindical y se cargaba con la losa de lo que posteriormente se reconoció como montaje policial, además de contar con los medios de información en su contra.

Pese a que en ese congreso se decidió no claudicar con los Pactos de la Moncloa había muchos delegados no conformes con la resolución. En julio de 1980 los díscolos decidieron celebrar otro congreso que tendría lugar en Valencia. Como se podía esperar en este congreso sí aprobaron ser parte de los comités de empresa y acudir a las elecciones sindicales bajo las siglas de CNT abriendo así una brecha en la organización. Mientras la CNT se debatía en una pugna interna, parte de sus dirigentes se reunían con el gobierno de la época. Alfonso Guerra por aquel entonces vicepresidente llegó a decir:

«No pienso aceptar un sindicalismo a tres, CCOO, UGT y CNT, sino un sindicalismo a dos, UGT y CNT, pero para eso, la CNT, debe poner los pies en la tierra y aceptar las elecciones sindicales»

El proceso escisionista y la CGT

Desde aquel fatídico julio del 80 hasta el Congreso Extraordinario en Torrejón de Ardoz de marzo del 83 parece que en la CNT campaba el desconcierto, las mismas siglas pero diferentes coletillas para un sindicato sumido en la divisón. La prensa y los políticos daban señales de haber amaestrado a las ingobernables mientras internamente se debatía entre aceptar o no las reglas del juego. Reglas que ya había aceptado la patronal, partidos políticos y sindicatos de la izquierda. Finalmente, en Torrejón, se dijo que no y esto terminó en una separación del anarcosindicalismo a la que muchos, despectivamente, llamarían reformista mientras que ellos preferían llamarse renovados.

A estas alturas del cuento y cuando ya nada podía ir peor algún anarquista decidió que sería buena idea despojar a los renovados de las siglas de la CNT acudiendo a la infame justicia, jarabe legalista para los reformistas. Finalmente en 1989 un juez dictaminó que la “CNT-Renovada” debía cambiar el nombre y pasó a llamarse CGT, Confederación General del Trabajo.

¿Qué paso en Burgos?

La historia burgalesa, como no podía ser de otra manera, es muy diferente. Aquel Congreso de Valencia que inició la separación fue respaldado por la CNT de Burgos que se sumó en bloque a la parte anarcosindical que estaba dispuesta a jugar a ser “políticos de curro”. Según cuenta el libro “El anarquismo en Burgos”, el cual podéis encontrar en la actual sede de CNT, se decía:

“…para llegar un día en que los trabajadores nos enfrentemos a la patronal y su Estado es necesario olvidar el boicot testimonial y aceptar la participación representativa”.

Libro “El Anarquismo en Burgos”

Sin embargo está situación aguantará sólo hasta el 93. El hecho de recibir dinero del estado y que no fuese posible desmontar los comités de empresa con una relación de fuerzas bastante desigual hace que el anarcosindicalismo burgalés se divida y se refunde la CNT en Burgos, esta vez sin delegados, representantes ni subvenciones.

Las razones

El anarcosindicalismo está realmente vivo pese a que por estas tierras se hayan visto tiempos mucho mejores. Por ejemplo, el respetado pensador y activista Noam Chomsky se ha posicionado claramente a favor de esta forma de anarquismo. Además, como es habitual en él, con muy buenas defensas. El debate que nació en la península ibérica en 1979 y que ha continuado hasta nuestros días no es un debate pueril. En él es difícil que afloren sentimientos o cuestiones paralelas a las razones como nos tienen acostumbrados los debates entre nacionalismos, tan desgraciadamente frecuentes últimamente.

Y es que este debate puede asemejarse mucho a las discusiones en el 36, ¿pedir el voto para el frente popular?, ¿incorporar ministros a un gobierno? controversias que han generado siempre grandes discusiones en las filas anarquistas. Pero esta vez no había tantas alturas de miras. En el 79 el movimiento libertario era mucho menor que en el 36. Los renovados querían pasar por el aro de los Pactos de la Moncloa para crear un anarcosindicalismo fuerte, querían medios y recursos para intervenir en la política, un cambio desde dentro. Sin embargo el otro ala no estaba dispuesta a sacrificar la esencia anarquista. Firmar los Pactos de la Moncloa suponía renunciar a muchos principios anarquistas. De ahí que a la CGT siempre se la haya vinculado al reformismo por parte de otra militancia anarquista.

La última contradicción anarcosindical

La FAI nació, según sus fundadores, para preservar la esencia anarquista de la CNT. Nació en un contexto europeo en el que el sindicalismo revolucionario estaba siendo absorbido por la izquierda. Bien podemos concluir que la FAI tubo cierto éxito, la península ibérica fue sin duda la excepción europea. Mientras la FAI aguantó, la CNT preservó la esencia anarquista además de ser un sindicato muy mayoritario, no sin dificultades y con grandes contradicciones. Tal vez esas grandes contradicciones históricas, como fue aportar ministros a un gobierno, dejen las contradicciones actuales en poca cosa. De hecho este es uno de los argumentos entre los renovados.

La última contradicción anarcosindical arroja muchas cuestiones. ¿Cómo puede el anarcosindicalismo congregar a tantos militantes de izquierda en sus filas?, ¿qué hace la izquierda en un sindicato anarcosindicalista?, ¿es una victoria del anarcosindicalismo o una derrota del mismo?, ¿a caso los sindicatos de la izquierda han decepcionado tanto a la propia izquierda? ¿o parte del anarcosindicalismo se ha plegado tanto que ha acabado arrodillándose ante la izquierda?.

Desde la ciudad donde se escriben estas líneas, Burgos, el sindicato CGT no sólo tiene entre sus afiliados a miembros de partidos sino que incluso ha mantenido entre sus afilados a representantes políticos.

Las contradicciones son algo habitual cuando se pasa de la teoría a la práctica. El problema, es que esta contradicción es antagónica dentro del anarcosindicalismo. Lamentablemente la brecha que nació aquel fatídico 8 de diciembre del 79 hoy se ha vuelto más grande conduciendo al anarcosindicalismo por dos caminos que cada día que pasa parecen distanciarse más y más.

Este artículo no pretende defender una postura u otra, simplemente reflexionar sobre la situación. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

3 Comentarios para “La última contradicción anarcosindical”

  1. Alcahueta

    Noam Chomsky como referencia de algo. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

  2. Anónimo

    Si Noam Chomsky viviese en la península ibérica probablemente militase en CGT y si hubiese nacido en el 36 seria treintista. Una cosa es no estar de acuerdo con ciertas posturas y otra es menospreciar el bagaje intelectual de algunos personajes:
    https://youtu.be/XbldqBcirKU

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.