Publicado por DV & archivado en Coronavirus, Lucha.

En estos días de incertidumbre colectiva se hace más evidente la necesidad de mantener viva nuestra capacidad creadora de imaginar otros mundos posibles, pero también se hace urgente que esos sueños se apuntalen para no acabar siendo más siervos de lo que ya somos.

Un mes de confinamiento, más otro que vendrá y aún no sabemos bien lo que se nos avecina. A todas luces, lo que se prevé es un panorama desolador en cuanto a precariedad laboral, de vivienda, de represión de libertades y control de todos los ámbitos de nuestra vida.
“De esta salimos todos” es un recurrente mantra para tapar desvergonzadamente las desigualdades sociales que ya existían mucho antes del Covid-19, porque no todas vamos a salir de la misma manera. Es más que evidente, que la deuda que está asumiendo el Estado para solucionar la emergencia sanitaria va a recaer sobre la clase trabajadora y sobre las personas más vulnerables: inmigrantes, personas sin hogar, presos, trabajadores de economía sumergida, personas con escasos recursos, etc.
Las reglas del juego capitalista van a cambiar pero a peor si cabe para los de abajo, así que toca organizarnos para romper de una vez por todas la baraja.

Un claro ejemplo lo tenemos en la problemática de la vivienda. Es un tema cada día más angustiante para más familias, eso sin contar con las miles de ellas que carecen de un hogar seguro y de calidad. El estado ha anunciado una serie de ayudas en relación a las hipotecas y a los alquileres dando a entender que con esto ya es suficiente para calmar a la población; pero a parte de las complicadas condiciones que se exigen, es muy dudoso que la cuantía llegue para todas las familias necesitadas.
En Burgos, sin ir más lejos, la cantidad destinada a paliar los alquileres es de dos millones de euros, de los cuales, solo la mitad irá destinado para vivienda ya que el otro millón se destinará a locales de empresarios con la intención de ampliar esta cuantía ante la presión ejercida por la Federación de Empresarios de Comercio; situándose el precio medio de alquiler en 628€, la tan anunciada ayuda solo alcanzaría a 1592 viviendas.

El empresariado puede presionar porque está organizado y ¿las vecinas? ¿estamos nosotras organizadas de alguna manera para protegernos ante la gran crisis que se nos avecina?Si no lo hacemos pronto, sólo nos quedará confiar en una estado que como históricamente ha demostrado, obedece a su señor, el capital.
Es necesario que no nos conformemos con meras ayudas temporales que no cuestionan la verdadera raíz del problema. Debemos exigir acciones más contundentes para que el derecho a la vivienda no se quede en un papel mojado, como hasta ahora; reivindicar, por ejemplo, la regulación del precio del alquiler para que la vivienda deje de ser una mercancía regida por ley de la oferta y la demanda. Entre 2014 y 2019, los precios medios de los alquileres han subido 50%, superando bastante su punto más alto antes de la crisis de 2008; en la misma época, el salario medio ni ha subido 3%.
Ahora es el momento de acabar con esta arrogancia capitalista que deja a miles de familias obreras con el agua al cuello.


No podemos permitir que se siga especulando con algo tan esencial para la vida como es tener un hogar que nos proteja y nos cobije; eso es algo común para todas las personas, algo en lo que nos podemos poner de acuerdo para que la vivienda sea gratuita y universal.
No podemos dar pasos para atrás; si se ha logrado que los desahucios se paralicen mientras dure el periodo de alarma, cuando todo pase, debemos seguir en pie de lucha para que miles de familias no se vean abocadas a las calles; si somos solidarios ahora, lo tenemos que ser siempre, ya que la injusticia es la misma , haya virus o no.

La situación es indignante e insoportable, y somas muchas las que corremos el peligro de perder nuestra casa, y si no somos nosotras, seguro que algún vecino que vemos aplaudir desde su balcón se esté consumiendo por no saber cómo podrá hacer frente al alquiler o a la hipoteca. Ahora que nos reconocemos las caras, que sabemos que solos no somos nada, que necesitamos el apoyo del resto, sigamos luchando para que nadie tenga que quedarse sin un hogar que tanta seguridad y estabilidad otorga. Exijamos pues, que las miles de vivienda que estén vacías, alrededor de 17.000 en Burgos, se destinen a uso social, en vez de servir al especulativo de la lobby empresarial y financiero.


Si no es ahora ¿cuándo?
La crisis del coronavirus está aquí para quedarse y para darnos la oportunidad histórica de hacer realidad nuestros sueños revolucionarios o seguiremos teniendo dueños que nos chuparán hasta la última gota de sangre.

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