Publicado por DV & archivado en Economí­a, Textos.

Cuando oímos una nueva teoría del fin del capitalismo o una nueva metamorfosis del mismo debemos de ser cautelosos. Sobretodo desde la izquierda se han lanzado innumerables teorías sobre el fin del capitalismo y prácticamente todas han terminado fallando estrepitosamente.

Y es que la tradición de anteponerse a lo que le pasará al capitalismo viene de lejos, de muy lejos. Ya le pasó a Lenin con la llamada “Ley de la Pobreza Creciente” que enunció Marx. Lenin en su libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo” explicaba, para muchos de forma hipócrita, que había pasado para que esta supuesta ley no se hubiese cumplido. Pero desde 1916 a 2021 poco ha cambiado. De la izquierda siguen saliendo “pitonisas”, además con mucha menos clase que Marx, capaces de predecir el futuro enunciando más o menos locas teorías: El eco-fascismo, las inteligencias artificiales y el desempleo, el colapso energético… Un salseo distópico al que se le suma una nueva figura: el tecnofeudalismo. Así que estamos en la obligación de animar al lector a reflexionar con el escepticismo que es requerido.

Es cierto que numerosos economistas de prestigio se han sumado al carro de este nuevo sistema que supuestamente terminará poco a poco fagocitando al capitalismo tal y como lo conocemos ahora. Uno de los últimos economistas en subirse al carro ha sido el mediático Yanis Varoufakis. Para este grupo de economistas el tecnofeudalismo ya está pasando, no es que ellos quieran definir un futuro más o menos próximo, están definiendo el presente. Donde parece que se la juegan es en vaticinar que este nuevo orden económico poco a poco irá fagocitando las viejas relaciones económicas como en su día hizo el capitalismo con el feudalismo. Para estos economistas los generadores de beneficios económicos ya no son los mercados, son las plataformas tecnológicas. Los mercados están siendo alimentados por los bancos centrales y los verdaderos beneficios económicos se han desplazado a compañías como Google, Facebook, Amazon o Uber.

Un hecho impactante de este nuevo modelo económico es que por primera vez en la historia la humanidad está generando un beneficio sin trabajar y sin recibir por ello una compensación económica. Cuando la clase obrera sale de trabajar, sigue produciendo beneficio, ¿cómo?. Entrando en esa red social, o en esa plataforma de vídeos, música, o “streaming”, compartiendo fotos, mandando correos, buscando información o simplemente comunicándose con amigos… Cada iteración tecnológica es susceptible de generar datos y su poseedor obtendrá pingues beneficios. Obviamente en internet aún quedan métodos para comunicarse, mandar correos o hacer búsquedas de forma segura y sin producir ningún beneficio a los señores tecnofeudales, pero cada vez son más marginales.

El tecnofeudalismo es tan sumamente poderoso que esta “regalando” internet en zonas donde el acceso es costoso para sus habitantes. De tal forma que una persona que no pueda costearse una conexión a internet puede pedírsela a las grandes tecnológicas, a cambio de la exclusividad. Esto también es una realidad. Facebook, por ejemplo, regala la conexión a internet en gran parte del continente africano pero tan solo puedes acceder a sus servicios, algo que evidencia el poder económico que supone la tenencia y explotación de datos.

Esta y otras razones llevan a sus defensores a suponer que las leyes básicas del capitalismo están rotas y que el capital irá desplazándose a este nuevo modelo económico hasta hacerse hegemónico. Además los defensores de este tenebroso futuro vaticinan una precarización de los puestos de trabajo y un empobrecimiento mayor. Nuestras sociedades tendrán mucha más desigualdad económica que la actual. Pero que el nombre de este nuevo modelo económico sea una unión entre tecnología y feudalismo no es casual, la parte tecnológica puede estar clara, pero, ¿y la feudal?.

Estructura feudal

En el sistema feudal existía el rey que en este caso serán las grandes plataformas tecnológicas. Estas estarán centradas en monopolios, por ejemplo. Google podría tener el monopolio de los automóviles autónomos o Facebook el monopolio del metaverso.

La nobleza en este sistema está más desdibujada. Es muy probable que sean las propias plataformas tecnológicas o los estados, los cuales decidirán mediante legislación o acuerdos económicos que vasallos tienen autoridad para utilizar estas tecnologías.

Los vasallos serán los profesionales cualificados, los cuales mantendrán activa la tecnología. Los vasallos no tienen porqué ser personas, de hecho no se entiende que sean personas si no empresas. Empresas que pagarán a la nobleza o a la corona por el uso de estas tecnologías.

Todos seremos campesinos. Pagaremos, ya sea directamente con dinero o cediendo nuestros datos, a cambio de usar esas tecnologías que poseen las grandes plataformas tecnológicas. La explotación será la nota dominante del extracto social más bajo del tecnofeudalismo.

Obviamente las consecuencias de la supuesta llegada del tecnofeudalismo no solo afectan a las relaciones económicas. Toda la política de clase actual terminaría. Dejaría de tener sentido la actual lucha entre los partidos que favorecen al capital y los partidos que favorecen a los trabajadores, no es posible el intervencionismo estatal en este modelo económico. La única duda que queda sin despejar dentro de esta teoría es si este nuevo orden mundial será tan infame que termine por levantar a los campesinos contra la corona.

4 Comentarios para “Tecnofeudalismo, el nuevo fin del capitalismo”

  1. Alcahueta

    “…para muchos de forma hipócrita..” jaja.
    Tirar la piedra y esconder la mano. Neolengua estilo “Alienígenas Ancestrales”. Venga…

  2. Libro gordo de petete

    Pero bueno Alcahueta… Hay cosas que se saben, están publicadas en multitud de sitios… Pero yo te lo cuento, que te veo curiosa. En general el marxismo y Lenin en particular se tiraron mas de un siglo esperando a que el capitalismo hiciese que los obreros cada vez fuesen mas pobres y colapsase. Todo esto apoyándose en las creencias de Marx, en concreto en las que cuenta principalmente en la obra “El Capital”.

    Pero, obviamente y como ya sabemos eso no paso. Y no paso de manera objetiva por un montón de factores. Pero en vez de asumir el error, es fácil errar cuando pecas de determinista. Pues se argumento con cosas como las que de esgrimen en el libro de Lenin. En el se viene a decir que el capitalismo había usado el imperialismo y la súper explotación de las colonias para aburguesar a sus obreros y retrasar o esquivar su colapso.

    Todo esto tiene un gran factor subjetivo y te puedes creer o no las excusas o las ” correcciones” deterministas. El problema de todos estos “cuentos” es que tienen bases muy frágiles, poco cientificas, y se pueden “arreglar” con cualquier otra teoría que también será poco científica… Funcionan casi como una cuasireligión y es que al final se parecen mucho a un dogma.

    Que nadie se ofenda, esto no debería levantar ampoyas es una vieja historia. ¿O no?

  3. Puf

    Mucho esperó Lenin… ¡Más de un siglo! Parte lo haría desde la tumba.

    Ay, Petete (joder, qué nombre, da vergüenza escribirlo), escribes lleno de soberbia y escribes mal de veras. Crees que sabes, el rasgo de los poderosos: creen que saben y nos quieren colar su cuento.

  4. Libro gordo de petete

    ¡Ahí Puf! Yo no sé leer, ni escribir, ni contar y si me conocieses en persona te parecería más feo incluso que mi nombre.

    Obviamente Lenin no esperó más de un siglo, era algo más inteligente. A el le bastó con 70 años si consideramos que la llamada “Ley de la Pobreza Creciente” se esbozó por primera vez en el Manifesto Comunista. La espera de más de un siglo está protagonizada por otros ilustres personajes de los que no hablaré para no levantar más ampollas, que parece que las hay. Perdona que no me haya expresado bien, me alegra que lo hayas puntualizado.

    Esto no es mi cuento. Repito no es mi cuento, esto que escribo son discusiones de más alto nivel en las que no he participado ni he aportado nada. Simplemente se las he recordado ya que alguien parecía incrédulo.

    Por cierto que igual no son 70 años y son 69,345 o 71,23 años o peor aún 65,34 años. Añado esto ya que no sé que dato es aceptable. En algunos entornos 70 años se hubiese podido redondear a un siglo sin problemas y no se hubiese considerado una desmesura propia del analfabetismo o de un ente superior que en su afán de poder nos quiere embaucar a todos, ese papel se lo cedo a Lenin entre otras…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.