Publicado por DV & archivado en Burgos.

Puede que te haya pillado despistado o tal vez quieras indagar más sobre la última “guerra” que se ha montado en torno a lo que podríamos denominar los círculos de economía política, economía ecológica y justicia ambiental, ¿me sigues?.

No deberíamos despreciar o ningunear esta “guerra”. En esta confrontación hay cuestiones de mucho interés que sin entrar a juzgar o posicionarnos claramente con alguna de las partes sí deberían hacernos reflexionar desde el punto de vista político. Los razonamientos que acompañan a las partes pueden ser tremendamente complejos, se alimentan con bastantes datos y en ocasiones no son triviales ni fáciles de comprender. He aquí la dificultad de vincularse claramente con alguna de las posiciones. Vamos a tratar de poner nombre y etiquetar las posiciones aunque esta tarea va a pecar de simplista, de poco certera y en muchos casos errónea. Esperemos que, al menos, sea útil.

¿Quiénes son los colapsistas?

El término colapsista es un término despectivo aplicado a una corriente en principio bastante científica que habitualmente habla sobre un posible colapso energético. El término más educado y lógico sería llamarlos decrecentistas. En general, los posicionados en este contexto critican fuertemente el modelo energético actual y el camino a las renovables de la mano del capital. No ven viable el capitalismo actual desde el punto energético y suelen apoyarse en la ciencia. El apoyo en la ciencia les hace unas personas muy racionales. En sus conclusiones plantean muchos datos, cálculos y estudios. Personas conocidas en este campo son Antonio Turiel o Guy McPherson. Pero hay muchos otros, en esta página publicamos hace poco un texto de Gail Tverberg. El término colapsista pretende posicionar al que lo recibe como una persona tremendamente negativa, exagerada y convencida de que la civilización actual va de cabeza a meterse un hostión sin precedentes. Veamos por ejemplo parte de un texto que dirige Emilio Santiago Muiño en respuesta a Antonio Turiel:

En octubre de 2022, en un post titulado El porqué de un llamamiento, Antonio Turiel escribía: “Con estos mimbres, este invierno va a ser un sálvese quien pueda, en todo el mundo y particularmente en Europa y quizá en EE.UU. Va a faltar energía. Va a haber repetidos cortes de luz, programados seguro (cortes rotatorios) y accidentales posiblemente (aunque en España es probable que no haya ningún corte de luz reseñable, pero en Europa es ya inevitable). Va a morir gente de frío. Va a producirse un hundimiento industrial, con despidos en masa. Y si el descenso industrial no es suficientemente rápido, va a acabar habiendo racionamiento de diésel (que aunque a España no le debería afectar, porque está tan bien abastecida que incluso exporta, de acuerdo con el paquete REpowerEU aprobado por la Comisión Europea en mayo se le puede imponer racionamiento si otros países se ven obligados a racionar, y que exporte los excedentes así creados hacia esos países). En el peor de los casos, comenzarán a faltar incluso alimentos. Y todo eso durante este mismo invierno”. Pues llegó abril y el verano, y aunque la crisis energética ha generado turbulencias muy importantes que no se han resuelto (esperables por las tensiones geopolíticas derivadas de la invasión rusa de Ucrania, aunque el colapsismo promedio le guste pensar invirtiendo los términos, siendo siempre la guerra -y cualquier otro fenómeno político- la respuesta automática a la escasez de energía), la realidad ha quedado bastante lejos del pronóstico.

Artículo de Emilio Santiago Muiño

¿Quiénes son los capitalistas verdes?

Como en el caso de los colapsistas, este también es un término despectivo. De hecho quizás en este caso sea algo más despectivo que el anterior. En general, este grupo se posiciona con la corriente del “Nuevo pacto verde”, aunque es muy habitual usar el término anglosajón “Green new deal”. Una teoría económico-política que plantea una serie de reformas para combatir el cambio climático, el pico del petroleo y la crisis financiera. Hablo de reformas ya que no es excesivamente crítico ni rupturista con el capitalismo. Obviamente, ellos no se consideran capitalistas verdes, en general prefieren enmarcarse en el ecosocialismo. Veamos un extracto de un texto dirigido a Emilio Santiago Muiño de Antonio Turiel para comprender las críticas a este movimiento:

Y en esto ya se observa una interesante anomalía en los intereses reales de Emilio Santiago: una cuestión clave cuando se discute sobre justicia ambiental es los abusos del extractivismo sobre el Sur global. En particular, una cuestión que está emergiendo con cada vez más fuerza es cómo la loca carrera de Europa por conseguir hacer “su” transición renovable implica altos grados de destrucción ambiental en el sur del planeta, en la búsqueda masiva de los escasos materiales que son necesarios para esa transición. Cuando se le ha señalado a Emilio Santiago o a otro de sus iguales estos problemas tienen una clara tendencia a mirar hacia otro lado, a “confiar” en que se mejorarán las técnicas extractivistas para disminuir el impacto ambiental y social y, cosa interesante, a decir que nosotros tenemos que ocuparnos de los problemas de aquí, y que ahora la clave es conseguir nosotros hacer nuestra transición

Artículo de Antonio Turiel

¿Y la guerra?

Que es en realidad un debate, un debate que lleva años. Pero durante este verano se ha ido acalorando en las esferas hispanohablantes. Todo esto podría ser algo esperado si no fuese por el ruido mediático que está haciendo en múltiples medios de comunicación. Ruido al que nos vamos a sumar y no por el cotilleo si no por el interés que pueden suscitar los planteamientos y las reflexiones. Como ya hemos comentado en este debate hay gente de mucha talla en diversos campos.

Quizás podamos empezar por el final, el 1 de Agosto CTXT publicó una entrevista a Noam Chomsky donde este no ponía en buen lugar a las teorías del colapso. El argumento clave de Chomsky es que no cree probable que el capitalismo entre en crisis o se desmorone ahogado en su inmundicia, es tremendamente escéptico con este panorama. Por contra Chomsky aboga por la construcción de una sociedad justa y esa sociedad será la que cambiará las cosas. Sí, esta construcción de una sociedad justa puede comenzar con el “Green new deal”. Chomsky se basa en muchos de los planteamientos de Pollin, un prolífico y afamado economista que versa mucho sobre economía sostenible. De hecho el último libro de Chomsly comparte autoría con Pollin.

Esta entrevista no tendría tanta relevancia si CTXT no hubiese decidido suprimirla. Ignoro las razones, no obstante el artículo rezaba el siguiente titular: “Chomsky, contra la teoría del colapso”. Un artículo que al menos da la sensación de avivar la confrontación entre bandos. Pero el fondo del conflicto ya había saltado antes, mucho antes. Varios artículos replicas y contrareplicas se habían ido publicando en diversos medios nacionales, hasta que finalmente el malestar se ha hecho más que evidente.

Una visión diferente para dos mundos diferentes

Las posiciones para afrontar la crisis energética y el calentamiento global se están polarizando. Además las discusiones cada día son más habituales en ámbitos políticos. Los decrecentistas parecen una corriente más científica, menos politizada e ingenua social, mientras que el ecosocialismo da mucho más valor a la política, las humanidades o la economía y tiene una pata más débil en lo técnico.

Pero pese a que los decrecentistas traten de argumentar todo científicamente buscando la razón mientras que los ecosocialistas se apoyen en las humanidades los dos tienen la misma tarea. La de adivinar el futuro, aunque el futuro sea a corto plazo, y eso es algo tremendamente difícil de conseguir y probablemente todos fallen aunque algunos tengan más posibilidades de hacerlo que otros. La visión científica más propia del decrecentismo obliga a poner muchos datos encima de la mesa y eso hace que en un mundo errático y con iteraciones caóticas la cosa se tuerza a la mínima. Por otro lado, el ecosocialismo plantea modelos económicos y sociales basados en las experiencias pasadas y en la confianza en el progreso. Esto le da más ventaja y le permite concluir líneas menos arriesgadas. No obstante, sin duda alguna, la gran diferencia son las línea políticas que plantean estas dos vertientes. Tal vez esta opinión sea discutible pero el ecosocialismo se podría clasificar dentro de una línea más reformista y continuista mientras que el decrecentismo es mucho más rupturista y crítico con el capitalismo y el modelo energético actual. El “Green new deal” plantea destinar el 3% del PIB a renovables, algo que los decrecentistas ven totalmente ridículo. Pero la fricción de estos dos movimientos con las renovables no sólo es económica, también es técnica. Mientras el ecosocialismo confía en los avances en este campo el decrecentismo no tienen nada claro que los esfuerzos y la degradación del planeta merezcan la pena. De hecho muchos expertos posicionados en unas conclusiones catastrofistas creen que poco se puede hacer, hace tiempo que cavamos nuestra tumba.

¿Debemos posicionarnos?

En general el anarquismo no tiene por el momento una posición ni clara ni dominante y tal vez nunca la tenga. Podríamos ver el blanco y el negro, sirva de ejemplo Chomsky, el cual se autodenomina anarquista, defendiendo las posturas ecosocialistas y al comité invisible más del lado de una suerte de colapso que dinamite el capital. Ponerse de lado ante esta cuestión no parece tampoco una buena actitud, al menos no una buena actitud política. Pero, seamos honestos, posicionarse está difícil. Posicionarse requerirá un gran esfuerzo de comprensión y probablemente no esté a la altura de muchos de nosotros. Una difícil situación para cada una de nosotras ante un tema tan crucial.

Bakunin, en el Principio de Autoridad nos explicaba lo siguiente:

Me inclino ante la autoridad de los hombres especiales porque me es impuesta por la propia razón. Tengo conciencia de no poder abarcar en todos sus detalles y en sus desenvolvimientos positivos más que una pequeña parte de la ciencia humana. La más grande inteligencia no podría abarcar el todo.

Para Bakunin delegar la autoridad en hombres sabios, siempre que fuese una elección libre era totalmente razonable desde la perspectiva anarquista. Salvar el planeta o la humanidad parece una decisión técnica, científica y económica. ¿Cómo opinar en campos tan salvajes?, ¿cómo cerciorarnos de remar en la dirección adecuada?, ¿cómo entrar en un debate ante figuras relevantes en su campo?. Ciertamente es una tarea imposible para gran parte.

Sin embargo, como Bakunin, todas tenemos una posición política y siempre es una posición legítima fuera de lo técnico. Una posición que no dependa de nuestra formación en energías renovables o en campos científicos específicos. Y es ahí donde debemos y podemos posicionarnos: a favor de unas, de otras o contra todas. ¿Ya tienes la tuya?.

2 Comentarios para “Colapsistas contra capitalistas verdes”

  1. Espabila o muere.

    Expropiación medios de producción. Censo poblacional en cada territorio. Estudio de necesidades a satisfacer. Autogestión obrera y campesina. Contratos libres.
    Concejos abiertos y asambleas populares. Recuperación Bienes Comunales. Ecología social.

    Abajo el Estado y viva la anarquía.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.